Galicia es una comunidad excedentaria en producción de energía. Ferrolterra cuenta en As Pontes con el mayor enclave generador del país -con la central térmica de Endesa, una de las mayores del país, y su planta de ciclo combinado, así como con parques eólicos y presas hidráulicas- pero no ha dejado de llevarse sobresaltos por las últimas reformas energéticas dictadas desde Madrid. La comarca soporta los costes medioambientales, la explotación de sus recursos naturales y el impacto paisajístico, aunque también obtiene ventajas de generación de riqueza y empleo.
Después de que As Pontes se echase a temblar ante el posible cierre de su térmica debido a los cambios regulatorios en el sector eléctrico -fantasma que ahuyentó hace dos meses la dueña de la instalación- el mazazo llega ahora de Megasa. La hermética siderúrgica naronesa es una de las principales compañías de la comunidad en volumen de negocio, pero lleva más de un año advirtiendo de los efectos perniciosos de la factura eléctrica y del cambio en el modelo de primas para las grandes industrias por la llamada interrumpibilidad, o lo que es lo mismo, por dejar de consumir energía cuando así lo requiera el operador del mercado a cambio de incentivos.
Pero la historia se repite y los que van a pagar esa factura son los trabajadores de la factoría, que acaban el año con la espada de Damocles de 50 despidos -un tercio de la plantilla- sobre sus cabezas. Por el momento, la recuperación de la que nos hablan está lejos de detenerse en la comarca.