El jefe de grupo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) y del Servicio de Atención a la Familia (SAF) del Cuerpo Nacional de Policía en la comisaría de Ferrol-Narón sabe muy bien cuál es el protocolo que envuelve a la violencia de género. Dos unidades que están compuestas por dos hombres y dos mujeres respectivamente que asumen todo el proceso. El primero en intervenir es el SAF. Es la unidad que recepciona la denuncia en sí, la primera toma de contacto con la víctima y la encargada de informarle acerca de derechos tales como el de la asistencia jurídica gratuita o la orden de protección o alejamiento. Antes el equipo estaba formada por mujeres, ya que conforman una pieza imprescindible en este engranaje que busca la mayor empatía posible para que la víctima se abra para contar lo que le sucede en casa. También es el SAF quien elabora la primera valoración de riesgo, teniendo en cuenta aspectos tales como si el agresor consume drogas, alcohol, si es reincidente o si agredió en presencia de menores. Una vez que valora si el riesgo es extremo, alto, medio, bajo o no apreciado, le pasa el caso a la Unidad de Prevención, Asistencia y Protección contra los Malos Tratos a la Mujer (UPAP), integrada por cuatro policías que protegen a 120 víctimas en Ferrol. Estos agentes son los que efectúan su seguimiento, manteniendo un contacto periódico cuya frecuencia varía dependiendo del riesgo. Pero lo que no cambia es su disponibilidad. «Están disponibles las 24 horas los 356 días del año», explica D. L, que añade que incluso se le facilita un teléfono a la víctima en casos extremos. Si se incumple la orden de alejamiento, la UPAP interviene y lo traslada al SAF.