Quiere pagar por el piso que vive, pero la ley y el Concello no se lo permiten. El caso de Javier Díaz es una de las numerosas contradicciones existentes en Recimil. Su hogar fue también el de su abuelo. «Se la otorgaron desde que se hizo la casa», detalla. Después vivió en ella su padre y él mismo, que se fue porque «no cabíamos». Hace cuatro años, su abuelo falleció y regresó al piso. «Y de repente me dejaron sin poder pagar. Como murió, por la ley esa del 95 de subrogación me dijeron que no podía seguir pagando, y no lo dejan poner ni a mi nombre ni al de mi padre». Así que, concluye «soy un okupa en mi propia casa». Respecto al plan de regularización anunciado por el gobierno municipal lo considera «muy electoralista, lo de siempre, una solución cogida con pinzas. No sé si realmente van a solucionar esto o no». Ahora demanda saber si tendrá un contrato nuevo y qué renta tendrá que pagar: «Yo tengo un sueldo y podría pagar, pero lo que me cabrea es que no me dejan».