Representa a un amplio colectivo en el barrio: el de los residentes históricos, los que llevan viviendo en Recimil toda la vida. En su caso, literalmente: «Nací en la habitación donde duermo», explica Dulce Rodríguez. Su casa de la calle Mugardos fue la de sus padres, contrato que heredó a través de una subrogación que regulariza totalmente su situación. Ahora aguarda que el plan municipal de regularización funcione: «Me parece muy bien, si es que es verdad», dice. Considera que la situación actual en el barrio es «terrorífica» en algunas zonas. Como la zona de abajo: «Un gueto gitano, gente que vino de Penamoa y que se metió en las casas. Y aquí venden de todo y hacen de todo, tenemos supermercados en esta zona», relata en alusión al trapicheo de drogas. «Este barrio era una maravilla, pero se degradó y ahí estamos... De pena», concluye.