Veterano

Miguel Salas CUENTOS BÍFIDOS

FERROL

20 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A Xan lo atropelló un coche cuando tenía nueve años. Le dieron el alta una semana después, y lo hubieran hecho antes de no ser porque había perdido el conocimiento -las cosas de la cabeza hay que mirarlas con calma-.

Pero Xan no tardó en darse cuenta de que algo había cambiado. Fue -me lo ha contado él mismo-, como si el golpe en la cabeza le permitiera captar más realidades. Vio y oyó desde entonces cosas que los demás no percibían.

La primera noche en el hospital tuvo sueños revueltos y se despertó de golpe. Eran las tantas sólo se oían los pitidos de las máquinas. En la puerta de su habitación había un chaval de su edad, pálido y ojeroso, que lo miraba con curiosidad.

-Eres nuevo, ¿verdad? -le preguntó. -Me llamo Carlos; soy el más veterano de la planta.

-Yo soy Xan. ¿Cuánto llevas aquí?

-Desde siempre -respondió el otro. -No consiguen curarme.

-¿A dónde vas tan tarde? No nos dejan salir de las habitaciones por la noche.

-De paseo. A mí nadie me dice nada. Saben que no molesto, supongo.

Xan asintió.

-Venga, te dejo dormir, que estarás muerto -añadió Carlos.

Pero en lugar de girarse para continuar su camino, retrocedió de un modo inquietante. Entonces Xan vio que su nuevo amigo tenía las extremidades inferiores giradas en dirección opuesta al resto del cuerpo -tronco hacia delante, rodillas y pies hacia atrás- y comprendió que fuera lo que fuera Carlitos, el veterano, no era un niño, y que no podría devolverle la visita al día siguiente.