Un paseo a través de las luces y la historia del Ferrol de la Ilustración

Ramón Loureiro Calvo
ramón loureiro FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

La herencia del siglo XVIII ha hecho de la ciudad un lugar irrepetible

21 jul 2014 . Actualizado a las 12:56 h.

En el fondo, y para el caso que nos ocupa, poco importa que uno sea de Ferrol de toda la vida o que llegue a la ciudad por vez primera. Porque el legado ferrolano del Siglo de las Luces es tan valioso, tan digno de ser contemplado una y mil veces, que recorrerlo paga la pena tanto a quien uiera salir a dar un paseo por su propia ciudad mirándola de otra manera como a quien viene a conocerla desde muy lejos.

Es cierto que Ferrol no nace en el siglo de las Luces; que hay un Ferrol ya de cierta importancia en la Edad Media -cuando tenía una notable importancia en la economía local la pesca-; e incluso bastante antes, en la época castrexa. Pero el primer Ferrol urbano es un fenómeno decididamente dieciochesco: el fruto de la voluntad política de la Corona de hacer de la ría ferrolana el manto de un gran astillero y de una gran base naval, y de generar una nueva población alrededor de todo ello.

El trazado urbano

Ese espíritu dieciochesco, tan racionalista, del Ferrol del siglo XVIII, puede apreciarse muy bien en el trazado de sus calles, que hacen del barrio de A Magdalena un canto a la línea recta. Pero se aprecia, sobre todo, en los grandes monumentos del tiempo de las Luces; esos monumentos que siempre merece la pena -discúlpesenos la insistencia- contemplar de nuevo.

Sea uno de donde sea -y haga el tiempo que haga-, estos días de verano son magníficos para redescubrir Ferrol. Y el Ferrol de la Ilustración, de una manera muy especial.

Como una isla en tierra

Ferrol, aunque no esté rodeado de agua por todas partes, es como una isla. Una isla en tierra, si se prefiere decirlo así. Un lugar que no se parece a ningún otro. Donde Europa comienza.

Es cierto que en el siglo XVIII, donde el mar no rodeaba la ciudad, la rodeaba la muralla. Una muralla que hoy ya no existe. Aunque sí quedan algunos de sus antiguos baluartes.

Pero hoy, donde ya no está la muralla para enmarcar Ferrol (incluso el mar se ha movido un tanto, permítasenos la ironía: los rellenos de la ría han alterado la línea de costa de una manera sustancial), está la historia, haciendo la misma función.

La historia... y las leyendas. Pasear por el Ferrol del XVIII es reencontrar la belleza casi mágica de la Puerta del Dique, que durante la noche contempla las estrellas; es hallarse de nuevo ante la magníficencia de la antigua Sala de Armas, que fue también Cuartel de Instrucción de Marinería. Es regresar a Fontelonga, Puerta del Mar... junto a la que el mar ya no está. Es leer, sobre las piedras, la historia de las Luces.