De torre en torre, por la Edad Media

Ramón Loureiro Calvo
RAMÓN LOUREIRO FERROL / LA VOZ

FERROL

RAMON LOUREIRO

El patrimonio medieval de la comarca conserva cuatro magníficas fortalezas

14 jul 2014 . Actualizado a las 14:46 h.

No son pocas, nada menos que cuatro, las torres medievales que se conservan donde Europa comienza. Y desde luego, son las más importantes de las que aquí se alzaron. Porque no es muy descabellado echarse a aventurar que lo que recibía tal nombre en lugares como Anca o Perlío, debió de ser algo infinitamente más modesto. Igual que lo que (con algo de mejor suerte que lo que desapareció completamente) dio lugar a algunos pazos muy bellos. Asentados, o eso nos gusta creer, sobre vestigios del tiempo de los grandes caballeros que cazaban osos y jabalíes, al menos en sueños.

Pero vayamos a lo que nos ocupa hoy, que no es añorar lo perdido, sino disfrutar de los tesoros que a veces nos pasan desapercibidos a fuerza de tenerlos tan cerca. E inventémonos una nueva ruta, en este caso por las torres medievales que nos recuerdan, orgullosas, que aunque el tiempo en el que fueron alzadas ya no existe, ellas todavía miran al cielo. Cuatro torres, han sobrevivido al paso de los siglos. Cuatro, efectivamente, de las que tres pertenecen a otros tantos castillos, mientras que a la cuarta... la han dejado un poco sola la barbarie y la mala suerte

Convendría, quizás, comenzar nuestro recorrido por el hoy llamado Torreón de Pontedeume. Que está solo frente al mar, aunque eso no fue así siempre. Porque esa era la torre del antiguo Palacio de Andrade, cuya destrucción supuso una pérdida irreparable para el patrimonio gallego, puesto que se trataba de una de las mejores muestras de arquitectura civil medieval que habían logrado llegar hasta el siglo XX.

Destinado desde hace años a fines culturales, y en buena parte museísticos -además de a servir de lugar de difusión del patrimonio de las tierras del Eume-, conocer el viejo Torreón paga la pena siempre.

Donde los lobos

La segunda etapa de nuestra improvisada ruta debería estar, como es natural, en el castillo de Nogueirosa; por tanto, no muy lejos del Torreón -de hecho, una vieja leyenda decía que ambas construcciones estaban comunicadas por un pasadizo subterráneo-; en un lugar que permite imaginar muy bien cómo debía ser aquel Fernán Pérez de Andrade O Bóo que no solo construía fortalezas, sino también puentes e iglesias. Dicen que él quiso construir su castillo sobre rocas a las que, en su tiempo, solían encaramarse los lobos. Lo cual será cierto o no, quién lo sabe. Pero la verdad es que quien contempla el mundo desde lo alto de aquella torre recordará lo que ha visto siempre. La tercera etapa de la ruta debería ser la que nos llevase hasta el castillo de Narahío, hecho todo él de misterio, y que tan hermoso sería poder ver algún día restaurado como merece. ¿Y qué mejor lugar para concluir el paseo que en el castillo de Moeche, testigo de tan grandes momentos de la historia gallega?