Como cualquiera que tiene que administrar los euros para gestionar su casa, entiendo que no son los tiempos más propicios para embarcarse en grandes proyectos urbanísticos. Hay que medir bien en qué se gastan los recursos públicos, pero basta un paseo rápido por Ferrol para apreciar que ni siquiera la política del rebacheo que parece copar la hoja de ruta urbanística de este Concello está cumpliendo su objetivo. Las continuas movilizaciones ciudadanas en distintos barrios reclamando el arreglo de carreteras que más que viales parecen parajes lunares es una prueba de lo bajo que está el nivel. El proyecto maldito de la plaza de España y sus continuos apaños posteriores que ha enterrado ya 20 millones de euros para un resultado más que cuestionable es otro ejemplo de la deriva urbanística de una ciudad con mucho potencial.
Son estos tiempos de austeridad cuando los responsables de administrar el dinero de todos deberían de estrujarse un poco la imaginación y hacer de lo poco mucho. La plaza de O Cruceiro de Canido, una reforma que admito que no vi clara cuando se anunció, ha logrado -con el impulso de la hostelería- ser punto de encuentro y vidilla de un barrio que sigue precisando apoyo. Estoy convencida de que otras zonas e incluso áreas verdes como la próxima a Batallones, hoy destinada poco más que al paseo de los perros, que con algún proyecto modesto puede tener una buena transformación y ofrecer nuevas oportunidades para el ciudadano. Denle una vuelta.