Lunes de Pascua en el santuario de la Virgen de Chamorro

Ramón Loureiro Calvo
ramón Loureiro FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

JOSÉ PARDO

La fiesta de Nosa Señora do Nordés atrajo ayer a miles de romeros

22 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Ya se sabe que un milagro que la Virgen de Chamorro suele hacer con cierta frecuencia, y que mucho se le agradece, es que el Lunes de Pascua, junto a su santuario, no llueva. O, al menos, que llueva menos de lo que es propio del mes de abril. Cosa que no siempre es posible, claro, ya se comprende. Pero que ayer, y salvando algunas gotas que movieron a los romeros más a pasear los paraguas que a llevarlos abiertos, fue un prodigio que se repitió de nuevo. Hasta el extremo de que mientras la imagen de Nosa Señora do Nordés salía en procesión, llovía sobre la ciudad de Ferrol pero no en lo alto del monte donde, por no hacer, no hacía ni viento.

La romería de Chamorro, la del Lunes de Pascua, es la primera de las grandes romerías de la primavera gallega. Y la que atrae a Ferrol, cada año, hagan lo que hagan las nubes en el cielo, a miles de romeros. Son muchos -en su mayoría jóvenes, provistos de las habituales meriendas para pasar la jornada alrededor del santuario- quienes mantienen viva la costumbre de caminar, hasta el templo de la Virgen, como mínimo desde Ferrol. Pero son más todavía -en su mayoría devotos de la Virgen- los que inician la caminata al pie del monte, junto a la carretera que une el Ferrol urbano con la parroquia de Covas.

Por la «costa de verdade»

Hoy casi todos los que llegan a los Altos de Chamorro caminando lo hacen a través del camino asfaltado, por el que también circula el microbús que transporta, a lo largo de toda la mañana, a los ancianos y a los enfermos. Pero aún queda quien prefiere ascender «pola costa de verdade», que es la que atraviesa el monte, entre carballos y algún castiñeiro, desde el barrio de Serantellos.

La capilla -de titularidad privada y no perteneciente a la Diócesis, como esta última ha recordado durante los últimos años con frecuencia- está situada en uno de los lugares más bellos de la comarca, desde el que se contempla de manera magnífica aquello que los clásicos llamaban el Gran Golfo de los Ártabros. Desde pocos lugares se puede entender tan bien cómo se hermanan y se abrazan, aquí, el mar y la tierra. En Chamorro hay algo que sobrecoge siempre. En el interior del templo se conserva la roca en la que, según la tradición, se apareció la Virgen. Ahora hay quien reza ante esa roca, nuevamente. Mientras, en el exterior del templo, gentes de todas las edades y de todas las procedencias celebran, con la Pascua, el milagro de existir. Como siempre.

crónica LA PRIMERA GRAN ROMERÍA DE LA PRIMAVERA GALLEGA