FIMO

José Varela FAÍSCAS

FERROL

07 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El agujero de mil millones de las antiguas pesetas que dejó la gestión de

Antonio Ramilo al frente de la Confederación de Empresarios de Galicia en la década de los noventa del pasado siglo debería servir de dique de contención al entusiasmo con el que la derecha liberal saluda, y propala, la eficiencia de la iniciativa privada. Una iniciativa, todo hay que decirlo, que decide sus inversiones con muchísimo más desparpajo cuando dispara con pólvora del rey. Cuando no se juega sus cuartos. En Ferrol, también sabemos de lo que hablamos. La Feria de Muestras es la empresa de mayor enjundia que administra la organización en la que hasta hace poco estaban obligatoriamente todos los empresarios de la comarca, la Cámara de Comercio. Cualquier ciudadano podría pensar que la gestión de FIMO habría de ser un ejemplo, un crisol de las virtudes del empresariado frente a los siempre manirrotos políticos. Pues bien, ahí tenemos el resultado en forma de quiebra y embargos por impago de salarios e indemnizaciones por despidos, después de la huida del presidente cameral que lideró la travesía, en una pirueta propia del Capitán Araña. Ahí está también la hemeroteca para reverdecer las bravuconadas con las que llegó al cargo, bravatas salpicadas de petulante menosprecio a sus antecesores. El fracaso ridiculiza la grandilocuencia de los salvapatrias. No aprenderemos nunca. Nos seguirán embobando los pillos bocazas. Y mientras, si un equipo capaz y decidido no lo remedia, Ferrol perderá otra batalla en la guerra por su supervivencia.