La comisión del surrealismo

Beatriz García Couce
beatriz couce FERROL / LA VOZ

FERROL

JOSÉ PARDO

La tensión presidió el encuentro entre alcaldes y Navantia por el dique

31 ene 2013 . Actualizado a las 13:29 h.

El ambiente ya estaba muy tenso, caldeado por meses de demora, por la sospecha de que no iba a implicar soluciones positivas y con tiranteces sin resolver entre los integrantes de la mesa. Pero lo sucedido el pasado lunes en la comisión de seguimiento para evaluar los estudios técnicos, económicos y jurídicos del dique flotante sobrepasó las peores expectativas, e incluso llegó a rozar el surrealismo en algunos momentos de las casi 12 horas que transcurrieron desde que se inició el encuentro en el astillero ferrolano hasta que las grilleras de la policía nacional se llevaron escoltados a los directores de Navantia y de la SEPI.

Ante la ausencia del presidente de la SEPI, Ramón Aguirre, el de Navantia, José Manuel Revuelta, asumió el papel protagonista de la reunión, mientras que los directores de la corporación pública que acudieron a la cita «se colocaron en una esquina de la mesa», explicó Ignacio Naveiras, portavoz del comité de Navantia Ferrol, en alusión al perfil bajo que manifestaron en el encuentro. El ambiente no llegó nunca a la cordialidad e incluso en el minuto uno del encuentro, a uno de los alcaldes que integran la comisión de seguimiento se le conminó a dejar el teléfono móvil encima de la mesa para evitar así que trascendiera lo que sucedía, demanda por otro lado que fue rechazada por el regidor.

Tras poner de manifiesto la viabilidad técnica del dique y reiterar que el recorte del presupuesto, tal y como pedía la Xunta, no sería significativa, Navantia lanzó el jarro de agua fría a los asistentes al declarar que renuncia a la construcción de la infraestructura para no contravenir la prohibición de Bruselas. Sin embargo, lo hizo no sin antes desairar al decano del Colegio de Ingenieros, Luis Carral, quien defendió una vez más la posibilidad de un proyecto por debajo de los 200 millones que planteaba la empresa y se ganó con ello que le cuestionaran su papel en la mesa.

Recibida la negativa, Ignacio Naveiras decidió abandonar la reunión para trasladar su contenido a los trabajadores. El alcalde de Ares, Julio Iglesias, primero, y el de Narón, después, se dispusieron a salir, pero se encontraron fuera del edificio con que los trabajadores habían decidido permanecer concentrados a la espera de que salieran los responsables de la empresa y de la SEPI, y regresaron dentro.

Encierro

Eran la una y media de la tarde y a partir de ese momento los gestores de los astilleros tuvieron que compartir encierro con los dos citados regidores, además de los de Ferrol, José Manuel Rey, y Fene, Gumersindo Galego, con el director xeral de Industria de la Xunta, Bernardo Tahoces y con el decano de los ingenieros, Luis Carral. Aunque entre los alcaldes también hubo diferencia de pareceres por la posición mantenida en la comisión, tuvieron una unanimidad total en torno a que no saldrían del edificio hasta que los dejasen salir los operarios concentrados. «¡Cómo no vamos a entender la indignación de los trabajadores, si nosotros ya estábamos viendo en las últimas reuniones que venían a tomarnos el pelo!», afirma Xosé Manuel Blanco, alcalde naronés.

Así que en el interior del edificio había dos bandos y en torno a esos corrillos pasaron las primeras horas de la tarde, en las que el malestar creció cuando el presidente de Navantia se echó a dormir en un sofá, lo que fue interpretado como un gesto de desprecio, después de tirar por tierra las expectativas del naval ferrolano.

Avisadas las fuerzas de seguridad y con los abrigos puestos y los maletines en la mano, los directivos de la empresa y la SEPI hicieron algunos intentos de salir, a la espera de que la policía nacional les allanase el camino. Pero entre tres y cuatro veces volvieron por sus pasos. Finalmente, los representantes de los trabajadores acordaron, en torno a las diez de la noche, disolver la protesta, aunque cuando llegaron las grilleras de la policía aún había al menos un centenar de concentrados.

«Nosotros desde el principio nos negamos a salir con la policía», recordó Julio Iglesias. El frente ferrolano salió sin escolta y con tranquilidad, dejando atrás la última y más surrealista de las comisiones de un proyecto que se quedó, tras ocho meses de ilusiones, en papel mojado.