¿A dónde va lo que reciclo?

FAI GALICIA VERDE

José Manuel Casal

Desde el cubo de reciclaje de la cocina, los residuos emprenden un viaje transformador que acaba convirtiéndolos tras su tratamiento en objetos nuevos, listos otra vez para el consumo

12 feb 2018 . Actualizado a las 00:17 h.

Para un consumidor doméstico medio, reciclar significa separar los residuos, tirar cada uno de ellos al cubo correspondiente y distribuir las bolsas en el contenedor adecuado: amarillo para envases y latas; azul para papel y cartón; iglú verde para el vidrio; y contenedor verde para el compostaje o para los restos. El camión de la basura lo recoge y se termina el proceso. Sin embargo, el viaje que los desechos emprenden desde que salen de los hogares hasta que, una vez reciclados y transformados, regresan a la cadena de consumo resulta mucho más largo, complejo y, en ocasiones, sorprendente. Lo es, por ejemplo, que las botellas de plástico acaben metamorfoseadas en un forro polar o que las latas de refrescos se conviertan en llantas para la bicicleta.

 ¿Del contenedor a dónde?

En esta fase la palabra reciclar todavía no se pronuncia en sentido estricto. Cuando la basura es recogida en los contenedores de las calles se traslada a las plantas de selección, donde los residuos son separados y clasificados. En Galicia esta fase se realiza en las plantas de Cerceda (Sogama), Lousame (complejo medioambiental de la Mancomunidade Serra do Barbanza) y A Coruña (complejo medioambiental de Nostián). 

¿Cómo se clasifican los residuos?

La basura se divide en varios grupos para tomar camino hacia sus respectivas plantas de reciclaje. En Galicia, las fracciones en las que se separan son plásticos (PET, como el de las botellas de agua; polietileno de alta densidad -PEAD- y de baja densidad -PEBD-; y resto de plásticos); envases tipo brik; metales (aluminio y acero); papel y cartón; y vidrio. Una vez clasificados, los residuos son transportados a ocho empresas recuperadoras para tratar específicamente cada uno de ellos.

¿Qué se hace con las latas?

Los recipientes más utilizados para las conservas y los refrescos son uno de los residuos que puede reutilizarse hasta el infinito. Están fabricados con aluminio, un material que se recicla al 100 % y de forma ilimitada, lo que supone un gran ahorro tanto industrial como medioambiental, ya que el dióxido de carbono que genera su reciclaje representa el 5 % de lo que origina su producción desde la materia prima. En las plantas de transformación, estos residuos acaban convertidos en grandes bobinas de aluminio, listas para convertirse en latas nuevas en las que se envasarán, una vez más, alimentos y bebidas. 

¿Qué sale de los briks?

En el hogar resultan cómodos, ligeros, fáciles de desechar... pero una vez utilizados son uno de los residuos más difíciles de reciclar, ya que están hechos de una mezcla de papel, polietileno y aluminio y no siempre se recicla en su totalidad. Estos componentes deben dividirse en las plantas de clasificación para poder ser transformados. El aluminio de estos envases se convierte en lingotes para darle de nuevo usos industriales.

¿Cómo se trata el papel y el cartón?

 Los materiales que tienen como destino el contenedor azul no necesitan clasificación previa y se dirigen directamente a las plantas de reciclaje y las empresas recuperadoras. Con el papel reciclado se hacen muchos productos, nuevos como hueveras, papel higiénico o periódicos. Ocho cajas de cereales, por ejemplo, pueden acabar transformadas en un libro, mientras que de seis brik de leche reciclados puede salir una caja de zapatos.

¿Qué pasa con el vidrio?

Los residuos que el consumidor deja en el iglú verde pasan a la planta de tratamiento, donde primero se eliminan todos los materiales que no deberían llegar al contenedor o que no pueden reciclarse. Los cristales rotos, la porcelana o las bombillas, por ejemplo, no deberían echarse en el iglú, sino en el contenedor de restos (el verde general, en la mayoría de los casos). También se eliminan los tapones y los restos de plástico y de metal. Tras esta fase, el vidrio limpio de impurezas se tritura y se separa por colores. De este proceso se obtiene el calcín, que es la materia prima con la que se elabora el vidrio. Este material se transporta entonces a las fábricas de envases, donde se funde a altas temperaturas y se moldea para dar lugar a una botella o un bote nuevos. En el proceso el vidrio conserva su calidad  y sus propiedades de origen

 Y con el plástico, ¿qué ocurre? 

Tras ser separados en la planta de tratamiento, cada uno de los distintos de tipos de plástico se funde para obtener nueva materia prima. Con este material se moldean nuevos envases. Aunque pueden tratarse y reutilizarse en muchos casos, estos materiales suponen un problema grave para el medio ambiente, tanto por su abundancia en todo tipo de artículos como por su lenta degradación, por lo que es conveniente emplearlo con responsabilidad, reutilizarlo siempre que se pueda y depositarlo en el contenedor amarillo cuando haya concluido su vida útil. La Unión Europea ha elaborado una estrategia para hacer frente a estos residuos y pretende que en el año 2030 todos los productos de plástico sean reciclables o reutilizables. Con el plástico reciclado se fabrican tuberías, fibras textiles y piezas industriales, entre otros materiales.