¿Preparado para aguantar a tu cuñado?

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MILA MÉNDEZ

La Navidad no es la que nos venden en los anuncios de lotería. Los conflictos de pareja y los enfrentamientos familiares se disparan como el champán y pueden acabar convirtiendo las fiestas en un infierno. ¿La solución? Las expertas recomiendan dejar los problemas a un lado en las comidas y cenas, negociar las cosas de pareja y, sobre todo, relajarse y no pretender vivir unas fiestas que solo existen en las películas.

18 dic 2016 . Actualizado a las 09:11 h.

Seguro que lo has escuchado estos días: «odio las Navidades». O quizás lo has dicho tú mismo. Porque estas fechas no son para todos tan perfectas como las pintan en los anuncios. «El problema -explica Henar de la Torre, del centro Andainas de psicología clínica y terapia familiar, en A Coruña- son las expectativas que la sociedad nos crea, en los anuncios, en las películas navideñas, que son muy emocionales y apelan a una visión de la Navidad muy estereotipada: todo perfecto, en familia, a ser posible que nieve... Si nos formamos esta expectativa de la Navidad es complicado».

 Entonces, ¿cómo sobrevivimos a las fiestas si no las soportamos? «Se trata de hacerlas como cada uno consideremos que tienen que ser: no frustrarnos, enfadarnos ni entristecernos si no conseguimos que sean como el anuncio de la tele. Parece que siempre hay que sumar sillas y comprar regalos carísimos... ¿cuántas familias se pueden permitir eso? Puedes disfrutar, si quieres hacerlo, ajustándolo a tu situación».

Para otros, el problema en estas fechas es echar de menos a los que ya no están. La psicóloga recuerda que estar tristes por esta razón es normal. «Cuando perdemos a alguien lo normal es que lo echemos de menos, eso tiene que ser así. Esta dictadura de la felicidad nos crea mucho sufrimiento ¿Cómo no vas a echar de menos a alguien que has perdido, cómo no vas a llorar? Otra cosa es que, aceptando ese sentimiento de tristeza, intentemos estar activos y acompañados. Si conseguimos distraernos nos vamos a olvidar un poquito».

Otro de los lados oscuros de diciembre son los conflictos familiares. Están ahí y, como encima nos vemos poco, no es raro que exploten en plena cena de Nochebuena. Y tu cuñado suele estar por el medio. «Si uno llega a Navidad con un conflicto latente y no se ha resuelto ya, ese día no es el momento para hacerlo -asegura Henar-. Ya que has llegado hasta allí tienes que intentar pasar las reuniones familiares lo mejor que puedas. Si hay algo que solucionar ya se solucionará cuando pasen las Navidades».

¿Y qué hacemos cuando surja ese fatídico tema incómodo que puede acabar en guerra? Pues «parar la conversación en cuanto veamos que la cosa pueda acabar mal, cambiando de tema y utilizando el sentido el humor. Intentar razonar o llegar a una conclusión es muy difícil». La cena de Nochebuena, o la de Fin de Año, no es el momento para echarse cosas en cara, y la experta aconseja también, controlar el vino y el champán especialmente si hay alguien con quien te llevas mal. «Parece un poco tontería, pero al final el alcohol nos desinhibe y cualquier cosa nos puede parecer peor o más ofensiva».

A veces, también, el conflicto está dentro de la pareja, que a las tensiones cotidianas suma estos días ese clásico de «con tu madre o con la mía». «Las parejas desde su origen son negociación. En el fondo es un contrato, así que en Navidad también hay que sentarse y negociar, y tener en cuenta que una negociación no es una batalla en la que uno pierde y uno gana: las dos partes tienen que ganar algo. También es una opción separarse para cenar, si los dos están de acuerdo»

La bomba de relojería del estrés navideño se activa también con otras obligaciones como los regalos o la organización de las fiestas. El consejo aquí también pasa por bajar el nivel de exigencia. «Hay que saber delegar, no tienes que encargarte de todo. Si tu cocinas puedes pedir a otro que haga la compra. Tampoco hace falta que nos volvamos locos con el tema de los regalos: no tiene que ser superpersonalizado y superoriginal. No pasa nada por regalar un libro, una corbata... Puedes preguntarle a la persona lo que necesita. Al final es un detalle, solo eso. Se trata de disfrutar».