Sal de paseo... ¡no tienes excusa!

Noelia Silvosa, Luis Ma. Rodríguez, Carmen Gª de Burgos, Tania Taboada

EXTRAVOZ OK

Santi M. Amil

Caminar es una de las actividades más recomendadas por los médicos. Entre media hora y una diaria, los efectos en la salud están asegurados.

15 may 2016 . Actualizado a las 21:32 h.

Ángel Vila y Puri Garrido tienen mérito. Ya hace años que dedican dos horas de su mañana a patearse el Paseo Marítimo de A Coruña, y la verdad es que se pegan una buena panzada. «Muchos días vamos desde los Rosales hasta la Torre de Hércules», cuenta ella, que cada vez que lo hace se siente renovada: «Vuelvo con la cabeza despejada, con mucho mejor humor y me siento físicamente en forma. De hecho, cuando dejas unos días de ir lo notas muchísimo», señala. La frecuencia con la que salen a andar es prácticamente diaria. «Si no llueve vamos todos los días. Con lluvia yo lo llevo mejor, pero a Ángel le cuesta más ir», indica. Dado que son prácticamente «profesionales», cualquiera diría que llevan un equipamiento especial. Pero no. «Vamos como lorchos», dice Puri entre risas, que añade que «nos ponemos el chándal, unos tenis y a tirar millas. Yo las gafas de sol y la coleta, y Ángel una visera cuando hace sol».

 Ahora que acaba de prejubilarse, Ángel tiene mucho más tiempo para acompañar a Puri en sus andanzas. «Me puse yo también con esto porque, a raíz de dejar de trabajar, te haces análisis y empieza a darte todo alto menos la estatura», señala, y apunta que por eso «hacemos el paseo del colesterol, que le llaman». ¿Alguna costumbre en especial? «Ahora según van pasando los días madrugamos más porque a la vuelta, a la altura del pirulí, ya quema un poco el sol», afirma. Entre ocho y diez kilómetros al día le avalan, «y si te gusta la cerveza, hay que bajar la barriga», apunta. «¿Y lo bien que sabe después de esas caminatas?», le preguntamos. «¡Ay, qué rica!», responde divertido. Para eso se echa cada día el paseo a las espaldas. Y que siga la marcha.

PACO RODRÍGUEZ

Igual que Ángel y Puri, miles de gallegos se calzan cada día las zapatillas para hacer la competencia a los forofos del running con una actividad en la que, aunque se suda menos, se obtienen también numerosos beneficios, incluso, en algunos casos, superiores a los de la carrera. Los expertos lo tienen claro: para el colesterol, la hipertensión y la enfermedad coronaria, es un poco mejor caminar (con una reducción de riesgo de entre 7% y 9,3%) que correr (entre 4,2% y 4,5%), aunque los beneficios de la actividad pueden ser parecidos, eso sí, si la distancia que se recorre es la misma.

El sedentarismo, eso está demostrado, es el gran mal de nuestro tiempo, y para combatirlo hace falta mover el esqueleto de una forma continuada, aunque no sea a un ritmo fuerte. Un revelador estudio del 2011, en el que participaron cerca de 30.000 personas de entre 40 y 79 años, llegó a la conclusión que caminar más de una hora al día mejora de forma significativa la esperanza de vida. Los autores aseguran que si la población general caminase más se notarían muy pronto las consecuencias tanto en los costes sanitarios como en los médicos.

Andar disminuye entre un 35% y un 52% las posibilidades de padecer hipertensión. Aumenta la tolerancia a la glucosa, descienden los triglicéridos, causantes del colesterol, y aumenta el colesterol bueno. Incrementa el material óseo y puede resultar útil para prevenir la osteoporosis.

Las endorfinas, ese ansiolítico natural que libera el organismo, aumentan con el paseo y actúan como ansiolíticos y euforizantes naturales. Por eso la caminata, que está al alcance de cualquier físico y cualquier bolsillo, es la actividad más recomendada en casos de depresión.

Rosa Amelia Díaz es una de esas muchas andarinas que podemos encontrar cualquier día del año en el circuito Ourense Termal, a orillas del río Miño. En una ciudad en la que el running se ha convertido en un pasatiempo que gana adeptos día a día, las personas que salen a moverse para disfrutar de un paseo por esta zona fluvial también son un contingente al alza. En la portada del suplemento podemos verla junto a Rosa Rodríguez, Macu López y Elisa López, pero advierte: «Somos más, podemos reunirnos hasta diez o una docena, ahora nos hemos apuntado a las andainas del Open de Galicia y salimos con bastante regularidad, pero también paseamos por otros muchos recorridos, aquí en la ciudad o en el resto de la provincia».

Son también diversas las motivaciones para ejercitar el cuerpo en zonas adaptadas para este tipo de actividad física. La misma Rosa confiesa los incentivos que la llevaron a calzarse las zapatillas: «Comencé corriendo, pero poco a poco me adapté mejor a las andainas y la verdad es que lo hago para desconectar, sobre todo cuando tengo posibilidad de hacerlo fuera de la ciudad, en pleno contacto con la naturaleza y donde pueda respirar aire puro durante unos minutos».

Con todo, el entorno cercano al Miño se ha confirmado durante años como un punto de referencia para corredores y paseantes, por su céntrica ubicación y por los rápidos accesos a distintas áreas neurálgicas de la capital ourensana, sin olvidar que su mantenimiento y señalizaciones lo hacen idóneo tanto para iniciados, como para expertos que pueden mezclarlo con otros itinerarios.

Rosa Amelia insiste en que le gusta cambiar de escenarios y también buscar zonas abiertas: «Vamos tanto a las calzadas del Ourense Termal como a otros puntos de la provincia, Allariz, Paderne y, hace nada, también participamos en la convocatoria de Sobrado do Bispo». En la misma medida en que ha aumentado el número de practicantes, también se han incrementado los eventos organizados, sobre todo a partir de los meses de primavera. Toca salir de casa y tirar millas.

Pontevedra a pie

RAMON LEIRO

Si hace calor Carmen Abeledo suele hacer 2.770 pasos. Si la temperatura es agradable pero no elevada, lo aumenta a 3.600. Procura hacerlo tres días a la semana. No le hace falta contarlos cada vez, porque ella misma se encargó de hace un mapa de rutas a pie por Pontevedra y sus alrededores. Tan pronto llegó a oídos del Concello, la idea pasó a adquirir nombre propio: Pasominuto, un folleto que se puede descargar desde Internet y que incluye un total de 29 itinerarios distintos ?sencillos o combinados? que cubren tanto la zona urbana como la más rural del entorno de la ciudad del Lérez.

A veces se encuentra a algunos de sus pacientes paseando. «Es normal, tiene que pasar», ríe, porque no olvida que la idea, en realidad, estaba dirigida a ellos. Abeledo es coordinadora del servicio de enfermería del centro de salud del barrio de A Parda, donde dirige un taller sobre obesidad. Es allí donde trata de concienciar a sus alumnos de la importancia vital del ejercicio. Y, de entre todos los posibles, caminar es el menos agresivo para las articulaciones. Además, es gratis y beneficioso para el sistema cardiovascular, la diabetes, los huesos ?y, en concreto, para combatir la osteoporosis en las mujeres? y, por si fuera poco, la mente. Para practicarlo, recuerda como otra ventaja, solo es necesario hidratarse bien y contar con un buen calzado.

Como profesional de la medicina que es insiste, eso sí, en que, al igual que cualquier otro tipo de ejercicio, necesita de una habituación progresiva. Sobre todo, para evitar que quede reducido a una de las decenas de propósitos pasajeros de año nuevo o de la operación bikini. «Hay que empezar poco a poco, con veinte minutos la primera semana, e ir ampliándolo hasta una hora diaria», recomienda. A partir de estos consejos básicos, todo queda abierto: desde el número de pasos ?las rutas van desde los 390 hasta los 7.960? hasta el recorrido. El ritmo, concluye, tiene que permitir al caminante mantener una conversación con un acompañante, si es que lo hubiese, sin fatigarse. La compañía es elección de cada uno.

A los ochenta

lugo

Aunque no los aparente, Esther Álvarez tiene ochenta años. Esta ponferradina afincada en la capital lucense desde hace 22 años, camina todos los días como mínimo una hora. Enemiga del chándal, se viste sus vaqueros flojos, una camiseta y unos mocasines. Coge su teléfono móvil por si surge algún imprevisto y sale a su paseo diario. Quizás llevar una vida sana y saludable le ayude a conservarse así de estupenda y a no aparentar esa edad. «Me encuentro muy ágil y no hago dieta pero me cuido mucho», relata esta octogenaria que todos los días del año, excepto los domingos y festivos ?que reúne en su casa a varios familiares? sale a caminar.

Su caminata habitual es imprescindible y necesaria en su día a día. «Cuando vivía en Ponferrada ya salía a pasear y en Lugo mantuve la costumbre. Lo hago para encontrarme mejor. A veces puede darte pereza pero si me dejo llevar luego tengo la sensación de que me pasa algo, me siento rara y no estoy a gusto».

El hecho de caminar todos los días y desde hace tantos años, hizo que esta mujer viese llegar a varias urbanizaciones lucenses las primeras cargas de cemento, poner los primeros ladrillos y evolucionar las obras de actuales edificios. Esther vive en un piso de una avenida de la ciudad lucense próxima al Río Miño, un entorno natural muy agradable y que reúne todos los requisitos para hacer deporte. El itinerario de su paseo diario depende del día, al igual que el horario. En verano prefiere salir por las mañana temprano, antes de que asfixie el calor. «El horario me lo marco yo y lo hago por comodidad. En días calurosos salgo sobre las diez de la mañana. Dejo las labores de casa hechas y la comida casi preparada para cuando llegue», explica.

En cuanto a la compañía, Esther opta por caminar en solitario. «Prefiero salir a caminar sola porque así no dependo de nadie. Cuando vas con amigas se fija una hora y a lo mejor resulta que en el último momento no coincide bien. Ir sola te da mucha más libertad y es más cómodo», considera. En cuanto a los itinerarios los varía para no caer en la monotonía pero el caso es que en sus diversas rutas, en torno a los cuatro kilómetros, siempre se encuentran cuestas e incluso escaleras, algo que conlleva un esfuerzo a mayores.