Felicísimo... y dispuesto a poner paz en el Ribeiro

SABE BIEN

Ángel Manso

El ascenso de Felicísimo Pereira a la presidencia del consejo regulador de la denominación de origen Ribeiro ha sido la salida natural. Era vicepresidente. Y se apostó por la continuidad.

07 mar 2016 . Actualizado a las 11:35 h.

Que Felicísimo Pereira Freijido (Ribadavia, 1965) no se iba a contentar con ejercer como enólogo se empezó a percibir cuando creó la consultora Enoavia en 1992. Es de los que no paran. Y si en Ribadavia hay que ponerse al frente de una asociación de comerciantes, pues allá se presentó cuando hizo falta. Y estuvo varios años. Que había que entrar en el consejo regulador del Ribeiro, pues que no se diga. ¿Vicepresidente? Pues vale. Y si más recientemente se marcha el presidente porque decide dedicarse a la política, qué mejor solución que un ascenso natural para no andar mareando mucho la perdiz. Y ahí está Pereira Freijido, al frente del consejo del Ribeiro, llamado a ejercer como hombre de paz durante un período que se presume corto. O no, depende. Será hasta que la Xunta convoque elecciones. Mantener la calma y evitar que afloren tensiones son sus retos para afianzar el rumbo y la progresión del Ribeiro. 

Felicísimo es enólogo. Su corazón está en el Ribeiro, pero ello no le impide moverse de aquí para allá, asesorar y ofrecer conocimientos allá donde le preguntan. Y si hay que descubrir América desde Betanzos, pues allá se va este hombre.

Es de los que llegan al vino empujados por la sangre. La tradición familiar ha sido determinante. Y si las tres generaciones anteriores se dedicaban a lo mismo, qué le quedaba al joven Felicísimo sino poner en 1987 rumbo a Requena, en Valencia, para estudiar en serio las artes de la viticultura y la enología. De regreso, tras un período de rodaje en aquella escuela/forja de excelentes técnicos que fue Tecvin en los años ochenta y noventa, bajo la dirección de Federico Ponce, se independizó. Creó Enoavia con Maribel Gómez Soriano.

Los apellidos, de todos modos, tiraban. Y no poco. Ocurre, además, que la capital del Ribeiro, en la villa de Ribadavia, tampoco se caracteriza precisamente por la abundancia de bodegas. Era un reto atractivo y de cabeza se metió Felicísimo Pereira, en principio con sus hermanos, aunque, a medida que pasaba el tiempo y como es frecuente que ocurra en este tipo de sociedades familiares, donde el grado de implicación de unos y otros puede ser muy distintos, acabó quedándose solo con la bandera. Empezaron los Herederos de José Freijido en 1987 y poco a poco «El paraguas», su marca, ha ido ganando en consideración. Como otras de cuya elaboración se encarga él. 

Y aun le queda tiempo para catar con sus amigos del grupo Calpurnia y tomar mensualmente su ración de anguilas en el Veleiro.