La presidenta, gallega, de la Comunidad de Madrid

EXTRA VOZ

SANDRA ALONSO

La semana, según la particular visión de Pablo Portabales

27 dic 2015 . Actualizado a las 10:45 h.

El padre de la presidenta de la comunidad de Madrid, José Luis Cifuentes Freire, nació en el cuarto piso de un edificio de los Cantones coruñeses, encima de la desaparecida relojería La Suiza. La madre de Cristina Cifuentes, Fuencisla Cuencas, vino al mundo en Ourense, al lado del Teatro Principal. Gallegos cien por cien. Cierto que Cristina no nació en la tierra de sus ancestros y que tan solo pasó temporadas en A Coruña cuando era pequeña, pero aunque no haya nacido ni pacido en Galicia por sus venas corre sangre gallega. «Está clarísimo», confirma María Cifuentes, hermana de Cristina y la única de los ocho hermanos (6 mujeres y dos hombres) que siempre vivió en Galicia, en concreto en A Coruña. María, que es la tercera, me ayuda a descifrar el árbol genealógico gallego de la familia, de Cristina, la séptima de esos ocho hermanos hijos de gallegos, y madrina de sus dos hijas coruñesas.

Origen pastelero

Los pasteles, los dulces, aparecen tanto por parte de padre como de madre. Eulogio Álvarez, bisabuelo por línea materna de la presidenta, tenía una pastelería en el centro de Ourense. Eran de la calle de la Paz, la misma que Otero Pedrayo o Vicente Risco. Tuvo una hija, Dolores, que se casó con un militar destinado a Ourense, Manuel Cuencas. Este matrimonio tuvo tres hijos que nacieron en la ciudad de las Burgas, una de ellas, Fuencisla, es la madre de Cristina Cifuentes. Por el lado paterno, la historia la inicia Hermógenes Cifuentes, un asturiano que a finales del siglo XIX se vino a A Coruña y montó una pastelería en la Rúa Nueva. El nombre del negocio era La gijonesa, pero algún veterano coruñés dice que la recuerda como pastelería Cifuentes. Lo que es seguro es que Hermógenes era un hombre destacado en aquella sociedad de finales del XIX y principios del XX. En una reseña de La Voz de 1905 se indica: «Su establecimiento de confitería en nuestra ciudad, acreditadísimo, era desde hace años el centro de reunión de la colonia asturiana, a la que pertenecía, lo cual no obstaba para ser un verdadero coruñés».

Relación con Vigo

Hermógenes tuvo un hijo y tres hijas. El varón, Eduardo Cifuentes, se casó con Sara Freire, de familia viguesa, en la iglesia de Santiago. Fruto de este matrimonio vinieron al mundo en los Cantones de A Coruña cuatro hijos, uno de ellos José Luis, padre de la presidenta de la comunidad de Madrid. «Jugó al hockey y recuerdo que incluso habían disputado un partido en la plaza de la Quintana», rememora su hija María. José Luis vivió en Galicia hasta que se fue a la academia militar de Zaragoza, y de allí a la academia de artillería de Segovia. A la misma plaza donde también llegó, procedente de Ourense, Manuel Cuencas con sus tres hijas, una de ellas Fuencisla, que conoció bajo al acueducto a José Luis. Una familia ourensana y otra coruñesa se unen en Segovia y tienen 8 hijos, como les decía al principio, uno de ellos, Cristina Cifuentes. «Mi padre, nuestro padre, tuvo cargos importantes en el Estado Mayor del Ejército, era el que compraba el armamento. También fue, por ejemplo, gobernador militar en Santander», recuerda sobre su progenitor. En una ocasión, Alberto Núñez Feijoo, presidente de la Xunta de Galicia, hizo referencia en una intervención a su colega madrileña diciendo que era un poco gallega. Un poco no, totalmente por parte de padres y de abuelos.

Espíritu Atlántico en Madrid

Comencé la semana en la comunidad que preside Cristina Cifuentes. Aproveché para visitar dos de los muchos locales con acento, capital y sabor gallego que abrieron en los últimos tiempos en la capital. Antes del sorteo de la lotería, que fue la razón que me llevó a Madrid, cené en el Alabaster, un restaurante que está considerado como uno de los más destacados del año que se acaba. Sus propietarios son de A Coruña, donde también dirigen el Alborada, que cuenta con una estrella Michelín. El madrileño es un local amplio y acogedor situado cerca de la puerta de Alcalá y que el lunes por la noche estaba lleno (unos 80 comensales). Me encantó leer en la primera carta que vi Barra de la Cocina Atlántica. Y es que las preparaciones del equipo que dirige Iván Domínguez son muy gallegas, pero gallegas del siglo XXI. «Hemos incorporado platos de caza o casquería, que por aquí gustan mucho», me explican Fran Ramírez y Óscar Marcos, jefes de sala y sumilleres del establecimiento. Por cierto, mientras cenaba allí me mandaron un WhatsApp para informarme de que un gran profesional, Santiago Diéguez, responsable del Alborada, había emprendido un nuevo camino. Volviendo al local madrileño, me sorprendió la extensa carta de vinos y la apuesta por los tintos de nuestra tierra. En definitiva, espíritu atlántico por todas partes.

Cervecería en la Gran Vía

Y  el segundo local que visité todavía no se ha inaugurado oficialmente y posiblemente es la apuesta hostelera más importante de Estrella Galicia. En plena Gran Vía, al lado del Teatro Compac y enfrente del Lope de Vega, abrió una cervecería de dos plantas, la primera para picoteo y, la baja, un restaurante con carta más extensa. Me encantó saludar al chef ejecutivo, Chechu Rey, al que conozco hace años, y a Rosa Villacastín, que iba al estreno de la obra de Jorge Javier Vázquez en el teatro contiguo. Todo muy gallego, incluida la presidenta de la comunidad.L