Ángel Viñas: «Franco entró en la guerra sin un duro y salió con una fortuna»

EXTRA VOZ

benito ordoñez

El historiador y economista Ángel Viñas revela en su nuevo libro cómo el dictador se hizo millonario durante la contienda civil

04 oct 2015 . Actualizado a las 08:40 h.

En La otra cara del Caudillo. Mitos y realidades en la biografía de Franco (Crítica), el historiador, economista y diplomático Ángel Viñas (Madrid, 1941) documenta el origen de la fortuna de Franco, cómo el general salió de la Guerra Civil con el equivalente a 388 millones de euros actuales. La revelación más importante del libro es que se apropió de 7,5 millones de pesetas producto de la venta de las seis toneladas de café que el dictador brasileño Getúlio Vargas regaló a España. También que recibía una asignación mensual de Telefónica de 10.000 pesetas. Cuarenta años después de su muerte, Viñas desmonta el mito de un Franco incorruptible, desapegado del dinero, austero y honrado. También revela cómo ejercía su poder no solo a través de leyes y decretos públicos, sino mediante decretos reservados que no aparecían en el Boletín Oficial del Estado. «No era legislación de guerra, el último decreto de este tipo que he descubierto es de 1957», señala. Viñas es autor de numerosos libros y estudios sobre la República, la Guerra Civil y el franquismo.

-¿Cuál es esa cara oculta de Franco que descubre en su libro?

-La de un hombre que se crea un pasado de plastilina, moldeable según las circunstancias, de creencias nazis, profundamente influido por algunos principios de la ideología nacionalsocialista, en particular el Führerprinzip, según el cual la voluntad del jefe omnipotente es ley, sagaz, taimado, cauteloso, prudente y cuya mayor característica es lo que yo llamo camaleonidad, es un camaleón de raza que se mimetiza con el terreno que pisa, que cambia de color, de forma, se adapta y eso le permite, entre otras características, seguir en el machito. Esa es la otra cara que aplica tanto a su comportamiento público como privado. Ejemplifico en el caso público cómo primero fue pronazi, luego proaliado y más tarde proamericano, todo con tal de conservar el poder, y en el privado haciéndose millonario mientras la Patria, siempre con mayúscula, se desangra.

-Revela cómo Franco amasó una fortuna durante la guerra.

-Entró en la guerra sin un duro y salió de ella con 34 millones de pesetas, que son 388 millones de euros de hoy.  Gracias al periodista Javier Otero, que lo publicó en el 2010, sabemos que a 31 de agosto de 1940 tenía ese dinero en sus cuentas ¿Eso de dónde sale? No sabemos cuánto dinero tenía, se supone que tendría los ahorros de una familia de clase media, ni tampoco qué sueldo se puso durante la guerra. Es imposible que ahorrara esa cantidad, 34 millones, en cuatro años. Franco se enriqueció por diferentes vías, una fue el desvío de donativos y de suscripciones populares para la causa a sus cuentas personales. Una parte la redistribuyó a su vez en forma de donativos, pero mi sospecha es que se quedó con la mayor parte de los fondos. Lo que yo he documentado son los 7,5 millones de pesetas lo que llamo Operación café.

-¿Qué fue la Operación café?

-Franco hizo su fortuna por diversos conductos. Yo documento una de ellas, la venta que hizo Franco de las 600 toneladas de grano de café que regaló a España el dictador civil brasileño Getúlio Vargas en 1939. Franco se encuentra con ese café, un producto altamente cotizado en el mercado negro, no hay que olvidar que entonces lo que se bebía era achicoria, y se lo vende a la CAT, la Comisaría de Abastecimientos y Transportes, un organismo del Estado, al precio tasado. Todo esto es totalmente legal, pero se lo podía haber cedido gratis porque era un regalo a los españoles. El producto de esa venta, siete millones y medio de pesetas, el equivalente hoy a 85,6 millones de euros, lo ingresa en una de sus cuentas personales en el Banco de España. No tuvo que mancharse las manos, se apropió del dinero sin pasar por corrupto, con la ayuda de su primo Francisco Franco Salgado-Araujo, su más fiel testaferro.

-Telefónica, entonces en manos de la ITT norteamericana, le pagaba una asignación mensual.

-Telefónica le daba una asignación de 10.000 pesetas al mes, que era un dinero, 114.000 euros de hoy, más de lo que ganaba como capitán general, por lo que le correspondían 50.000 pesetas al año, aunque en realidad percibía 70.000. No se sabe cuándo se lo empezó a pagar ni hasta cuándo. Hay un documento de agosto de 1940 que constata esa asignación mensual. 

-¿Tenía cuentas en el extranjero?

-Yo he detectado una que voy a mencionar en mi próximo libro, en Lisboa. El monto que he localizado no es muy elevado, pero es de un momento determinado, podía haber tenido más. 

-Da la impresión de que lo que usted revela es la punta del iceberg.

-Sí, es la punta del iceberg, es lo que podido localizar. Yo abro puertas, mis conclusiones son provisionales, aún queda mucho por investigar.

-¿Por qué amasó esa fortuna durante la guerra? ¿Tenía miedo a perder y tener que exiliarse?

-Creo que la seguridad económica fue fundamental frente a un futuro ciertamente inseguro, porque las cosas no estaban tan claras, aunque  él tenía la esperanza de que iba a poder continuar. La mayor parte de su fortuna estaba en metálico, en cuentas corrientes, lo que le permitía coger rápidamente el dinero y marcharse. Parece razonable pensar que tenía ese colchón por si tenía que irse. No sé si pensó en exiliarse pero en el extranjero sí se contempló esa posibilidad.

-Usted da por demostrado que se quedó con esos siete millones y medio de la venta del café. Esto cambia la percepción que se tenía de Franco como un hombre no apegado al dinero e incorruptible.

-Sí, no me cabe la menor duda de que se quedó con la venta del café. Franco se apropió de grandes cantidades de dinero, se enriqueció de forma escandalosa mientras los españoles morían. Eso es tremendamente inmoral. Era corrupto, pero también corruptor. Aunque en términos de derecho positivo no lo fuera, porque Franco era fuente del derecho, su voluntad era ley, exactamente igual que Hitler. 

-Dedica bastante espacio a rebatir la biografía de Franco publicada hace meses por Stanley Payne y Jesús Palacios. ¿Por qué?

-He incidido porque me parece un libro inteligente para blanquear a Franco, que logra manipulando, tergiversando y omitiendo los hechos.

-Pero admiten que Franco toleró la corrupción.

-Faltaría más. Habría sido grotesco que el dictador del régimen más corrupto de la historia de España no hubiera tenido nada que ver con ello. El régimen franquista fue una corte de los milagros en la que se robaba lo que se podía, sobre todo hasta 1960. 

-Usted deja claro que el régimen franquista fue una dictadura.

-Fue una dictadura pura y dura y adjetivable según las fases. Es una dictadura camaleónica como su fundador. Una fase de predominancia militar-fascista-clerical, otra de predominancia militar-clerical-fascista y otra de predominancia  militar-clerical-tecnocrática-fascista. Pero siempre fascista y eso es lo que no se quiere reconocer.

-¿Por qué tiene tanto predicamento calificar el franquismo como régimen autoritario?

-Porque es una forma de lavarle la cara.

-¿A quién le interesa lavarle la cara?

-¿La iglesia católica ha repudiado el franquismo? ¿El PP ha repudiado el franquismo? En el 2002 hubo una declaración en el Congreso pero muy prudente. Por ejemplo, Mayor Oreja dijo en su periódico que había una extraordinaria placidez durante el franquismo; Esperanza Aguirre escribió un artículo infame en el que decía que la República fue un desastre y la Guerra Civil, aun siendo lamentable, estaba justificada; y el presidente del Gobierno sigue diciendo, como ha hecho en dos ocasiones, que fue un régimen autoritario. El PP no se ha distanciado políticamente de la dictadura franquista, no la ha condenado explícitamente, es como si no hubiera existido. 

-¿Qué legado queda del franquismo 40 años después?

-Yo he utilizado el concepto de franquismo sociológico pero de una manera laxa. Yo diría que hay una actitud extendida en ciertos sectores de la sociedad española a la que le repugna enfrentarse en toda su crudeza con el pasado franquista. Prefieren escamotearlo como si con eso pudieran destruir el pasado, pero este no se puede cambiar, lo único que se puede hacer es interpretarlo y aprender de él para que no se repita. El legado es ese afán de desmemorizar el pasado. Es una actitud muy enraizada en ciertos sectores sociales, en muchos medios de comunicación y en algunos políticos.