A la viagra se le atraganta el rosa

EXTRA VOZ

La aprobación en estados unidos de la comercialización de la conocida como viagra femenina ha abierto el debate sobre cómo se ha abordado desde la industria farmacéutica la falta de deseo del sexo femenino. Los expertos alaban que se haya dado un paso a favor del colectivo femenino, pero cuestionan el «cómo»

06 sep 2015 . Actualizado a las 19:06 h.

Estados Unidos será, a partir del próximo mes, el campo de pruebas de la flibanserina, que se comercializará, suponiendo un hito en este campo, para  el tratamiento del trastorno por deseo sexual hipoactivo en mujeres premenopáusicas bajo el nombre comercial de Addyi. Dicho así  y con el visto bueno de las autoridades sanitarias del gigante americano, cuya industria farmacológica está considerada como uno de los más grandes lobbies en ese país, cabría esperar una campaña de promoción similar a la que tuvieron en su día las pastillas contra la disfunción eréctil. Sin embargo, la conocida como viagra rosa o femenina está en el foco de la polémica por sus múltiples efectos secundarios

Este medicamento, que centra su acción sobre los receptores del neurotransmisor serotonina, es similar a muchos antidepresivos, según reconoce la doctora Ana Pereda Ríos, adscrita al Servicio de Ginecología del Hospital A Coruña, quien destaca que la aprobación del fármaco fue rechazada por la FDA, la agencia del Gobierno de los Estados Unidos responsable de la regulación de alimentos y medicamentos, en dos ocasiones. En los años 2009 y 2013 no logró el visto bueno para su comercialización por su dudosa efectividad frente a placebo, ya que aumenta únicamente en 0,5 el número de encuentros sexuales al mes respecto al grupo tratado con placebo, y por sus efectos secundarios, entre los que cita somnolencia, hipotensión, síncope e interacción con alcohol y otros medicamentos como los anticonceptivos orales. 

«En EE.UU. la mayor parte de los medicamentos son sin receta y sin prescripción médica y este va a ser un medicamento que se va a vender en determinadas farmacias con autorización y siempre bajo prescripción. No deja de ser un psicofármaco, no peligroso, pero sí que hay que manejar con cuidado», comenta esta ginecóloga del Chuac.

Poca eficacia

«Se le echó para atrás por dos motivos, por la poca eficacia que demostró en los estudios y porque el perfil riesgo beneficio no era aceptable», explica esta especialista, que vincula su aprobación por la FDA a la elevada presión social realizada por grupos como Even the score, reclamando el acceso de la mujer a tratamientos para la disfunción sexual, ya que actualmente existe un total de 26 aprobados para los varones. 

«Este grupo consideraba que las mujeres en ese aspecto estaban discriminadas respecto a los hombres», apunta como uno de los principales motivos que ha pesado, en una sociedad como la americana que tiene en la no discriminación una de sus principales batallas, para que finalmente el Addyi llegue a recetarse.

Pereda Ríos explica que «la sexualidad en la mujer (a diferencia de la del varón en la que los problemas pasan más por un tema de falta de potencia sexual más que falta de deseo) se define por una interacción de múltiples factores: hormonales, bioquímicos cerebrales, culturales y de relación con su pareja, por lo que aunque esta nueva medicación suponga un paso adelante en el abordaje del deseo sexual hipoactivo femenino, posiblemente la reducción de la causa del problema a únicamente el bioquímico, sea demasiado simplista requiriéndose un tratamiento multidisciplinario». 

Antidepresivo

Pereda Ríos remarca que el Addyi es una medicación que no actúa en el aspecto físico, sino en el sistema nervioso, mediante un mecanismo similar a los antidepresivos. «Para los varones, la viagra sí va contra la base del problema del varón que es la falta de erección y el medicamento la produce, en las mujeres se ha abordado desde el aspecto psicofarmacológico, que es un campo más complicado», apunta y sostiene que «con un fármaco similar a un antidepresivo no abordamos toda la conflictiva del deseo hipoactivo en la mujer». 

«Si en los varones lo que hace [la viagra] es dilatar los vasos del cuerpo cavernoso para permitir que se llenen de sangre y que el pene tenga una erección, que es un mecanismo puramente físico, a nivel de la mujer no hay ningún medicamento, por ejemplo, que favorezca la dilatación del clítoris», puntualiza esta ginecóloga y destaca que la conocida como viagra femenina partió de un estudio para pacientes con depresión, que no fue efectivo, pero una de las preguntas que se les hacía a quien participó era si aumentaba su deseo sexual y todos los encuestados decían que parecía que mejoraban su apetito sexual tomando la flibanserina.

Sin embargo, reconoce que los estudios sobre este fármaco no son alentadores, ya que no se ha demostrado una mejoría significativa frente a las personas que no toman nada contra las situaciones de falta de deseo sexual. «Que es un paso sí, pero que tenemos que dar muchos más pasos en ese camino, también», puntualiza esta especialista del Hospital A Coruña.

Psiquiatría

En estos momentos y sin pastillas que se puedan recetar para aumentar la libido de las mujeres premenopáusicas, esta patología, tal como resalta Pereda Ríos, se aborda como «un trastorno psiquiátrico, que viene definido así en la guía de enfermedades que siguen los psiquiatras», pero matiza que se realiza con el hándicap de que el «diagnóstico es totalmente subjetivo, mediante una escala de preguntas que se hace a las mujeres, por lo que no está calculada bien la incidencia del problema».

«Los ginecólogos no llevamos consulta de sexología, en Europa está atendido por psicólogos y psiquiatras y en el nivel que yo me muevo no es una consulta frecuente. Pocas mujeres acuden a la consulta con el síntoma de deseo sexual hipoactivo. Nosotros lo que vemos sobre todo es patología ovárica, una alteración sistema genital y el TDSH es más del terreno psicológico», remarca Pereda Ríos a la hora de hablar de la incidencia de esta patología.

En este sentido, indica que el abordaje a quien lo padece suele pasar por terapia psicológica y muchas veces terapias de pareja, por situaciones conflictivas. «Esta medicación se debe de usar en pacientes en los que el trastorno no se deba ni a una patología psiquiátrica o a toma concomitante de ciertos fármacos, que no tengan otras enfermedades que puedan justificar este trastorno, realmente el ámbito de aplicación es pequeño, pero no está calculado, según los estudios que he podido leer en EE.UU., porque en Europa no hay ninguno al no estar aprobado», comenta esta especialista, que estima que «en Europa creo que vamos a tardar en tener esa medicación aprobada y esperemos que dentro de unos años tengamos algo más efectivo y más seguro».

Prudencia

También se ha pronunciado pidiendo prudencia con respecto a este nuevo medicamento el psiquiatra y académico Luis Ferrer i Balsebre, quien indicó que «es normal que se abran expectativas, pero conviene tener sentido común». Coincide con Pereira Ríos en que «la viagra femenina se presenta como algo homólogo a la masculina, cuando no tienen nada que ver». 

En este sentido, puntualizó que si bien «la pastilla azul masculina ha prolongado la actividad sexual del varón sin otro límite que alguna patología concomitante, pero lo hace subsanando una simple cuestión mecánica. La mal llamada viagra femenina o pastilla rosa pretende estimular el deseo, cuando este es un asunto que tiene que ver tanto con cuestiones orgánicas como mentales».

Por ello remarca con un símil que «podemos hacer que el coche ande más rectificando el motor, pero el cuándo, el hacia dónde o el con quién es una cuestión del conductor, no de la mecánica» y alerta, en uno de sus artículos, contra lo que denomina como «expectativas rosas», porque, advierte, «no son inocuas».

El hecho de que el Addyi no vaya a  comercializarse, al menos de inmediato, en Europa permitirá comprobar en las pacientes norteamericanas si el fármaco cumple las expectativas para tratar la caída del deseo sexual o si, como opinan muchos de sus detractores, se trata más de una campaña de márketing farmacéutico.