«En Ciudad Juárez se pueden matar mujeres con total impunidad»

EXTRA VOZ

STRINGER / MEXICO

El escalofriante testimonio de Malú Garcia, la hermana de una de las muchas jóvenes asesinadas y luchadora incansable por la justicia y la búsqueda de la verdad

24 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Su hermana fue secuestrada cuando salía de trabajar, violada, salvajemente torturada y asesinada en Ciudad Juárez en el 2001, cuando tenía 17 años. Su cuerpo apareció una semana después de su desaparición. Pese a que había restos de semen y huellas de los asesinos el crimen no se ha esclarecido. El brutal feminicidio cambió por completo la vida de María Luisa García Andrade, Malú, que lidera ahora la asociación Nuestras Hijas de Regreso a Casa, que fundó su madre. Es la protagonista del libro de la periodista Elena Ortega De regreso a casa. La lucha contra el olvido en Ciudad Juárez (Península), que relata su lucha y la de otras mujeres contra la impunidad.

De un tiempo a esta parte se habla menos de los feminicidios en Ciudad Juárez. ¿Ha descendido su número?

No, se ha incrementado. Es cierto que de 1993 al 2008 se escuchó mucho a nivel internacional el tema de los feminicidios y los asesinatos de mujeres. Lo que esá pasando ahora es que desaparecen las chicas y no se sabe nunca más de ellas. Pueden pasar uno, dos, tres, cuatro, cinco años y no se sabe absolutamente nada, no se encuentran sus cuerpos sin vida, solamente desaparecen. En lo que va de año hay siete casos de feminicidio, pero  más de 30 jóvenes desaparecidas de entre 13 y 17 años. 

Los asesinatos de mujeres y los feminicidios no son cosa solo de Ciudad Juárez, sino de todo México.

De hecho, el estado de México es el número uno en homicidios de mujeres, así como de jóvenes desaparecidas. En los últimos años han sido asesinadas más de 500 jovencitas y hay más 5.000 desaparecidas. El problema es más grave en otros estados de la república, pero el perfil de las jóvenes desaparecidas en Ciudad Juárez es muy particular y diferente que en otros estados.

¿Por qué?

Porque las jóvenes de Ciudad Juárez responden a un perfil, que es el que buscan algunos grupos de personas, con muchas características en común. Jóvenes delgadas, morenas, de 1,65 de estatura. En otros estados, como el de México, no solo con jovencitas, sino mujeres de todas las edades.

¿Por qué hay tantos asesinatos de mujeres jóvenes en Ciudad Juárez?

Si en más de 20 años que llevan cometiéndose este tipo de crímenes en Ciudad Juárez no han podido frenarlos o prevenirlos es que tienen la complicidad de las autoridades del estado de Chihuahua. El mensaje que están enviando es que se pueden matar mujeres en Ciudad Juárez sin ser condenado, con total impunidad. Si el Gobierno metiera a los asesinos en la cárcel sería diferente y sabrían que no pueden matar sin que haya castigo. Su complicidad permite y fomenta que asesinen a mujeres, porque cualquier hombre sabe que puede matar a una mujer, porque no va a ser condenado.

¿Por qué tienen esa complicidad?

Porque estos grupos que se dedican a asesinar a las mujeres tienen de alguna manera algún poder dentro de las autoridades.

La inmensa mayoría de los casos de feminicidio quedan sin resolver, impunes.

La mayoría quedan impunes. Estamos hablando de que en uno de cada diez casos se puede detener al responsable, pero esto no significa que haya una sentencia condenatoria. El único sentenciado que ha habido es un hombre por el homicidio de una niña de seis años. Están detenidas seis personas por el homicidio de 12 jovencitas que se cometió en el valle de Ciudad Juárez, a los que se responsabiliza de dos muertes. El Gobierno podrá argumentar que hay más sentencias condenatorias por homicidio de mujeres, aquel esposo que mató a la esposa o el novio que mató a su novia o el tío a su sobrina. Pero son delitos de violencia intrafamiliar, no delitos con las características de feminicidio. 

Su hermana Alejandra fue asesinada en el 2001 cuando tenía 17 años. Usted comprobó como quedó su cuerpo cuando ve las fotos.

Yo ya sabía que había sido violada por varios hombres y torturada, pero no es lo mismo escucharlo que ver las fotografías, ya no queda nada en la imaginación. Al ver las fotografías te das cuenta de la gran saña y crueldad que ejercieron sobre ella durante la semana que estuvo en cautiverio.

Se preguntó quién podía haber sido capaz de hacer algo así a su hermana.

Es una pregunta que seguimos haciéndonos, no quién la mató sino por qué la mató, qué pudo haber hecho ella para haber provocado tanto odio a quienes le hicieron tanto daño. Era un chica como tantas otras que han asesinado en Ciudad Juárez, que desafortunadamente entraba en el perfil físico de las demás, delgada, morena clara, 1,65 de estatura, cabello largo.

A partir de ese momento cambiaron radicalmente las vidas de su madre y la suya.

Así es, el asesinato de Alejandra cambió por completo nuestras vidas. Antes de que la asesinaran escuchábamos las noticias de los asesinatos pero asumíamos la versión oficial del Gobierno, es decir que las víctimas eran prostitutas, vestían de forma provocadora o andaban de noche en malas compañías. Cuando desapareció no se nos pasó por la cabeza que iba a ser víctima de un feminicidio.  Semanas después de que apareciera su cuerpo, mi mamá se dio cuenta de que las autoridades estaban mintiendo y que desaparecían pruebas. Entonces se movilizó, empezó a manifestarse, a pedir apoyo internacional, porque no había justicia en Chihuahua. Otras madres se le acercaron y decidió dejar el proceso de duelo de su hija para dedicarse a ayudar a otras madres. Dos años después yo me sumé.

El asesinato de Alejandro también influyó en la familia.

Nosotros antes de su asesinato éramos como la mayoría de las familias mexicanas, ajenas a este tipo de problemática. Nos reuníamos en las festividades tíos, sobrinos, primos, ahijados, abuelos... pero a raíz del homicidio de Alejandra y de las amenazas y los atentados contra nosotras ya no nos reunimos, algunos familiares no me hablan, ni siquiera en las redes sociales, no tienen contacto conmigo por temor a que algo les pueda pasar.

En el cuerpo de su hermana había restos de semen, huellas, que podían identificar a su asesinos. ¿Por qué no se los ha detenido?

Porque hay complicidad por parte de las autoridades. El cuerpo de mi hermana lo encontraron a las pocas horas de que la asesinaran, con lo que se podía haber resuelto el caso de manera inmediata. Ahora pese a que tienen el perfil de ADN y el nombre de uno de los que participaron en su asesinato ni siquiera hay una orden de detención. Elena Ortega entrevistó el año pasado al ministerio público que está investigando el caso y le juró y le aseguró que a no más tardar, en unos meses, ya iban a tener detenido al responsable. Ha pasado más de un año y todavía no hay una orden de detención.

¿Saben quién es?

Sí. Pero no puedo dar su nombre porque entorpecería más todavía la investigación. Lo que no queremos es que nos responsabilicen a nosotros por no dar con el responsable.

¿Desde cuándo está identificado?

Desde hace más de año y medio.

¿Están esperando a que se escape?

Eso es lo que nosotros creemos.

Usted no puede vivir en Ciudad Juárez, quemaron su casa y está amenazada de muerte.

En febrero del 2011 unos sujetos armados llegaron a la casa, la rociaron con gasolina y la prendieron fuego. El Gobierno decidió sacarme de Ciudad Juárez y trasladarme al Distrito Federal, donde vivimos mi madre y yo.

Su madre sufrió dos intentos de asesinarla.

Mi mamá ama Ciudad Juárez y no quería abandonarla y lo pagó caro. Intentaron matarla primero en Ciudad Juárez, cuando salía de casa para ir al trabajo de maestra de escuela primaria se le acercó un sujeto y, en presencia de la hija de mi hermana, que tenía 11 años, le descargó todas las balas de un revólver. Una bala se le alojó a diez centímetros del corazón, por eso se la conocía en el hospital como la mujer de «a diez». Los que atentaron contra ella amenazaron al hospital con matar al personal si no la sacaban de allí. Hubo que acondicionar una habitación en un hotel para atenderla. Afortunadamente se la intervino y salvó su vida. El Gobierno la trasladó al Distrito Federal, donde yo llevaba dos meses. El segundo intento de matarla sucedió allí. Un hombre la atacó con un cuchillo en el cuello, le entró por la parte de abajo de la barbilla y le salió por un pómulo Fue por negligencia del Gobierno, porque ya sabía sufrido un atentado y no le habían puesto escolta. No es hasta después de este segundo atentado que decidieron ponérsela. 

¿La protección que les ha brindado el Estado ha dejado que desear?

Me queda claro que si no nos han matado a mí y a mi mamá es porque no lo han querido, no por la seguridad.

Recibió llamadas telefónicas amenazándola de que iban a secuestrar y a matar a sus hijos.

Tuve que ir a Ciudad Juárez para ver unos casos que estaba llevando y llamaron por teléfono a mi domicilio en el Distrito Federal y contestó mi hija y les dijeron que me habían matado a mí y los amenazaron a ellos. 

¿No tienen miedo?

El miedo sí existe, pero tenemos más miedo a ser cobardes y quedarnos calladas.