Alfonso Rus, la política del Ferrari

EXTRA VOZ

MANUEL BRUQUE

Suspendido de militancia en el PP tras difundirse una grabación en la que cuenta billetes, el todavía presidente de la Diputación de Valencia y alcalde de Xátiva forjó su poder en el partido con un estilo político basado en el populismo más ordinario, el insulto permanente y la creación de fuertes redes clientelares. 

26 ene 2016 . Actualizado a las 10:22 h.

«Yo tenía un Ferrari y no querían que lo tuviera. Me lo compré antes de entrar en política. Y después, me lo cambié. Y por eso me tienen malicia. Pero yo digo: si me votáis, tendréis uno».  En una España curada de espantos sobre corrupción política resulta ya muy difícil colocar a alguien en el pedestal de la desvergüenza. Pero el autor de esta frase, Alfonso Rus, alcalde de Xàtiva y presidente de la Diputación de Valencia, que acaba de ser suspendido de militancia en el PP tras difundirse una grabación en la que se le escucha contar billetes, es sin duda uno de los máximos candidatos a ese trono. Aquel exceso del Ferrari tuvo lugar el 28 de marzo del 2011, en plena precampaña para las   municipales, en las que Rus arrasó en Valencia. Este político de voz cazallera y pequeña estatura acaba de saltar a las páginas de los periódicos nacionales, pero en su tierra es conocido desde hace muchos años por su peculiar estilo político, más próximo al caciquismo del siglo XIX que a los nuevos aires de transparencia que corren por España.

Rus, que efectivamente tenía un Ferrari, y lejos de ocultarlo lo enseñaba siempre que podía, incluso cuando participaba en actos en Xàtiva con Mariano Rajoy, se guía por la máxima de que los que están con él tienen derecho a todo y los que están contra él no tienen derecho a nada. «Coge para pagar la hipoteca, pero no más», dicen que era su frase favorita para contentar a sus colaboradores. Su idea de lo que es una campaña electoral consiste en que se puede prometer cualquier cosa, por absurda que sea, con tal de arañar votos. Y una vez conseguidos, no hay inconveniente en reírse de los que se han creído sus promesas. Pero nadie mejor que él mismo para explicar sus métodos. El 22 de mayo del 2007, Rus impartió un particular  máster de su forma de entender la política en La Vall d?Albaida, un municipio donde gobiernan los socialistas desde el año 1999. «Donde no gobernamos hay que crear la ilusión de gobernar», dijo. Y a continuación, puso como ejemplo su propia experiencia. «Les dije que traería la playa a Xàtiva. ¡Y se lo creyeron! Si yo mando, traeré la playa a Xàtiva, les dije. Y van y se lo creen todo. ¡Serán burros! Y me votaron».

Esa desbordante expresividad le ha jugado a Rus malas pasadas. Su momentazo contando fajos de billetes no es la primera grabación comprometedora en la que se ve envuelto. En 2007 se difundieron unas declaraciones suyas en las que aseguraba que los músicos de la banda de Xàtiva son «més rojos que un titot» (más rojos que un pavo) y unos «fills d?una puta». Pero el gusto por el exabrupto le viene de lejos. Ya en el 2004 cargó contra los profesores de la Universidad de Valencia asegurando que son unos «chupópteros» y unos «membrillos»  que tienen siempre «la mano en el culo». Ninguna de las polémicas creadas por estos excesos pareció afectarle, ya que el 16 de noviembre del 2011, a cuatro jornadas del triunfo de Rajoy en las generales, Rus lo celebraba por adelantado y a lo grande. «Os espero el día 20 por la noche en Valencia. Champán y mujeres», dijo para estupor de los presentes. «Las nuestras, claro», matizó. Su último despropósito tuvo lugar en la campaña de las europeas del 2014. «O votáis a Cañete u os doy una paliza», afirmó en pleno mitin.

Pero Rus es mucho más que un bocazas y un maleducado. Poco a poco, con astucia, fue acumulando poder, hasta convertirse en un cacique temido en su propio partido, con un control absoluto de la organización popular en Valencia, que reforzó después al convertirse en el presidente de la Diputación. Un cargo que le ha permitido manejar un altísimo volumen de inversiones, tejiendo así una tupida red clientelar.  ¿Cómo logró un personaje semejante ascender en el PP? Tuvo mala relación con Eduardo Zaplana. Y, por ello, fue uno de los promotores del ascenso al liderazgo del PP valenciano de Francisco Camps. Lo logró. Gracias a eso asaltó en el 2004 el liderazgo provincial frente al candidato de Zaplana. Y ya nadie ha podido moverle la silla. Pese a que Camps le temía, a Rus le bastó recordarle su pasado apoyo para forzar su designación como presidente de la Diputación. Los excelentes resultados del PP en Valencia en las municipales del 2011 reforzaron su poder. Y, caído Camps, llegó a pensar en ser presidente de la Generalitat. Génova cortó de raíz esa idea, y de ahí su mala relación con Alberto Fabra. El líder del PP valenciano, con un liderazgo débil, ha soportado desde entonces las afrentas de Rus. Hasta la semana pasada, cuando se difundió su grabación contando billetes. El cacique valenciano libra ahora su última batalla. Se niega a dimitir y obliga al PP a presentar en Xàtiva a un candidato que está suspendido de militancia. «Yo hablaré el día 26 de Fabra», amenaza Rus.