El rey de la gaita, en Brasil

Marcos Fidalgo

EXTRA VOZ

marcos fidalgo

Robles Luques, El brasileño aclamado por Carlos Núñez decidió aprender a montar y tocar la gaita tras descubrir que ha sido el primer instrumento extranjero en llegar a su país

12 abr 2015 . Actualizado a las 09:17 h.

Bastaron algunos segundos, 5 o 6, para que Robles se interesase definitivamente por las gaitas. Las vio en una breve escena del videoclip Every beat of my heart, de Rod Stewart, cuando todavía era adolescente. Hoy, a los 42 años, se gana la vida montando, hasta 15 horas al día ?de domingo a domingo? el instrumento que descubrió aquel día en la pantalla y que le hizo pasar tardes enteras de investigación en bibliotecas. Además de haber sido el primero, es el único actualmente en Brasil que se dedica a la fabricación de gaitas, sean escocesas, irlandesas, alemanas o gallegas. 

Robles buscó información y así logró saber que la gaita de la península ibérica fue el primer instrumento extranjero a llegar a Brasil, traída por los portugueses en la expedición del descubrimiento, como relató el marinero y escribano Pero Vaz de Caminha en su carta a Portugal. «Y vino el gaitero con su gaita y los indios empezaron a bailar», contó, el 1.500. 

«Justamente por que las gaitas estan tan cerca de la cultura brasileña es por lo que me he interesado en montarlas y tocarlas», explicó Robles, que es descendiente de andaluces e indígenas, orígenes que lucen en su piel morena. 

Estamos en los arrabales de São Paulo, en la antigua vivienda de Robles, hoy convertida en fábrica gaitera. El local es protegido por Napoleón, el perro, un guardián fiero que Robles tuvo que agarrar para que pudiéramos entrar sin que fuéramos atacados. Además de él, hay ahí otras tres mascotas. «Estas no muerden», nos tranquilizó Rosângela, la esposa  de Robles que trabaja con él. 

En el patio, guardado por Napoleón, está el torno donde se montan las gaitas. La primera hecha por Robles fue una gaita de cana, construida tras 4 años de soplos e intentos. Alcanzó el resultado empleando su experiencia como diseñador, basándose en las imágenes del instrumento que veía en los libros. «Si en aquellos años hubiese existido Internet, seguro que hubiera importado una gaita y probablemente no aprendería hacerlas», supone.

Tras montarlas, Robles empezó a tocarlas. «¿Queréis oír?», nos preguntó. Empezó a soplar y de súbito la música nos transportó hacia el otro lado del Atlántico, a la tierra de las equis. Pese el anhelo por las gaitas, Robles nunca ha estado en Galicia, en Portugal, ni en ningún otro sitio fuera de Brasil. Es un artista remoto, que prefiere actuar como embajador de su arte, en lugar de estar en su epicentro. Además, ha sido justamente la distancia de las gaitas lo que le hizo gaitero. Si el instrumento no le pareciese exótico y lejano, tal vez jamás lo hubiera soplado.

Cuando suenan, las gaitas de Robles pueden ser oídas desde la esquina. Una vez, al escuchar el sonido, un policía que hacía la ronda en la calle se detuvo delante de la casa y dijo a su compañero. «oye, ¡una gaita!». Muchos disfrutan de los acordes de este instrumento, aunque hay también  entre los vecinos quien no soporta su música, como sugiere un vidrio roto de la puerta de la sala, roto por una piedra arrojada.

Del montaje a las ventas

Una vez dominado el oficio de la fabricación de las gaitas, Robles comenzó a venderlas. Primero boca a boca, después por medio de su página web, creada el 2001 originalmente para difundir la historia de la gaita ibérica en Brasil. El 2008 ya eran tantos los pedidos que Robles decidió dejar su empleo en una aerolínea para dedicarse exclusivamente a la fabricación del instrumento. En aquel mismo año recibió la visita de Carlos Núñez, que descubrió el oficio de Robles y se propuso visitarle.

«Cuando supimos que vendría nos pusimos nerviosos, no sabíamos que hacerle de comida», recuerda Rosângela. El gaitero se conformó más que de sobra con probar la combinación más tradicional de Brasil, el arroz con frijoles. Después de almorzar, el gallego salió con Robles tocando la gaita por la calle, para asombro de todos los transeúntes.  Años más tarde, Robles fue uno de los gaiteros invitados por Carlos a participar del espectáculo en São Paulo de la gira del disco Alborada do Brasil. 

En una declaración publicada en la web de Robles, Carlos Núñez reconoció el gran trabajo que el primero viene realizando en Brasil. «Él está recuperando lo que sería, seguramente, la auténtica gaita brasileña».

Ahora mismo, quienes estén interesados en comprar una de las gaitas que fabrica Robles tienen que entrar en una lista de espera que puede tardar hasta 6 meses. «Los compradores ?explica Robles? son tanto músicos profesionales como semiprofesionales, especialmente jóvenes que descubren el instrumento por Internet, un canal que ha contribuido considerablemente a aumentar el interés por la gaita en Brasil».

Entre los acordes de la gaita hay también un proyecto para el futuro, ya que Robles y Rosângela piensan ya en abrir una escuela para enseñar niños a tocar y montar gaitas. «Nuestra intención ?explican? es difundir en Brasil la cultura gaitera, una cultura que forma parte de la historia del país, pero que por algún motivo se perdió», afirma Robles.

El taxista que vino a buscarnos dice que venía con el luminoso apagado para no llamar la atención, porque hay muchos asaltos a taxistas en aquel barrio. En su coche le contamos que estuvimos en la única fábrica de gaitas de Brasil. «¡Qué interesante!», dijo.