González y Zapatero elevan el listón y ponen deberes al secretario general: ganar las próximas elecciones

E. c. MADRID / AGENCIA

ESPAÑA

Sergio Barrenechea | efe

Sánchez se rodea de sus más fieles en la ejecutiva y da por terminada la tutela de los barones sobre la dirección federal

18 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez fue recibido entre grandes aplausos y gritos de «¡presidente, presidente!» y «¡Pedro, Pedro!» a su entrada en la sede del 39.º congreso socialista, rodeado por su guardia pretoriana, José Luis Ábalos, Adriana Lastra y Cristina Narbona. Esta imagen escenificaba el renacimiento del político al que se daba por muerto hace solo nueve meses y que ahora tiene todo el poder del PSOE después de un congreso en el que ha impuesto su equipo y su ideario. Además, mostraba que este no es el cónclave de la unidad, no podía serlo porque las heridas fueron muy profundas, sino el de la victoria de los sanchistas y la resignación de los susanistas, que ya no son un bloque.

Ahora, tras su contundente victoria en las primarias, teniendo en contra a todas las fuerzas vivas del partido, Sánchez tiene las manos libres para construir su nuevo PSOE, más a la izquierda y con más participación a la militancia. Susana Díaz y los que la apoyaron se han rendido y renuncian a presentar batalla. Pero quisieron dejar claro que este congreso del PSOE es del nuevo secretario general y de los suyos, pero no el de la integración. Ni Sánchez la ha buscado ni la presidenta andaluza la quería.

Sin embargo, el tiempo que le otorgan sus críticos no es ilimitado. Los dos expresidentes del Gobierno socialistas, que apostaron por Díaz, le pusieron deberes: ganar las elecciones. Felipe González envió un frío mensaje desde Colombia, donde participa en la verificación de los acuerdos de paz, en el que deseó al secretario general -al que no citó por su nombre- que tenga «la mayor capacidad de acierto y una estrategia que devuelva [al PSOE] el carácter de primera fuerza política, porque España lo necesita y también la socialdemocracia europea». José Luis Rodríguez Zapatero, en esta línea, señaló que «el PSOE siempre tiene que estar dispuesto a poder ganar unas elecciones y llegar a la Moncloa: es nuestra tradición».

Susana Díaz lo emplazó también a volver a ganar las elecciones y resaltó que no hay una mayoría alternativa para que el PSOE pueda gobernar. En una reunión de apenas diez minutos, le dio carta blanca para elegir su dirección: «Me va a parecer bien el equipo que elija porque se querrá rodear de los mejores para que el PSOE vuelva a ser la alternativa de gobierno».

Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba, que estuvieron sentados en la primera línea en la sesión de la mañana, no disimularon su falta de sintonía con Sánchez, al que darán plantón hoy en el gran acto de cierre del congreso, al que se espera que asistan 8.000 personas. Tampoco estará la presidenta andaluza, que acudirá a votar la ejecutiva y el comité federal, pero después se marchará con la excusa de que tiene que iniciar un viaje a París.

Tras el traumático comité federal del 1 de octubre, el líder socialista solo quiere a los más fieles a su lado, con mínimas concesiones. como la entrada de Patxi López en la ejecutiva y la de Guillermo Fernández Vara al frente del consejo federal. El nuevo portavoz de la ejecutiva, Óscar Puente, certificó: «La etapa de los barones es un paréntesis en la historia del PSOE que termina hoy». Son los grandes derrotados, porque han perdido el peso que tenían y, además, algunos deberán afrontar primarias para revalidar sus cargos.