Un sueño imposible con la ley en la mano

Rafael Alonso TRIBUNA

ESPAÑA

04 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Cómo podría el Barcelona seguir jugando la Liga o la Champions tras una declaración unilateral de independencia? La proclamación de la independencia conllevaría la disgregación de la Federación Catalana de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), quedando en ese momento el Barcelona como club afiliado a una federación no miembro de la RFEF ni de la UEFA. Para seguir participando en la Liga, el Barcelona necesitaría afiliarse directamente a la RFEF. Para ser admitido, la Ley del Deporte debería ser modificada para permitir que los clubes de Cataluña pudiesen afiliarse a las federaciones españolas, de manera similar a la disposición que hoy en día permite a los clubes del Principado de Andorra hacerlo. Es decir, sería preciso que el Parlamento español modificase la ley para permitir tal posibilidad a los clubes catalanes, gesto harto improbable si antes se ha recibido el desplante de quien no quiere seguir formando parte de España.

En cuanto a la Champions, si el Barcelona no pudiese afiliarse a la RFEF, la Federación Catalana tendría que llamar a las puertas de la UEFA para ser admitida como miembro. En la UEFA ha entrado recientemente Gibraltar, pero obligada la UEFA por el TAS, y porque Gibraltar solicitó su ingreso allá por 1997, antes de que los Estatutos de la UEFA se modificasen para prohibir la entrada de federaciones que no estén establecidas en Estados independientes reconocidos por la ONU. Se prevén excepciones para federaciones ubicadas en otros continentes (caso de Israel), pero no para federaciones ubicadas en un territorio europeo que no esté reconocido por la ONU. Es decir, la participación en la Champions por esa vía debería esperar al previo reconocimiento del Estado catalán por la ONU.

Así, las últimas opciones del Barcelona de seguir jugando Champions pasarían por ser admitido a jugar la liga de otro Estado europeo, cuya federación sea miembro de UEFA, buscando complicidad en un Estado que no temiese el riesgo de que en el futuro otros le pudiesen pagar con la misma moneda con alguna región con aspiraciones independentistas.