Díaz y Sánchez arrancan con el debate de hoy el esprint final de las primarias

Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Atlas

Los candidatos redoblarán su campaña para captar el escaso voto aún indeciso

15 may 2017 . Actualizado a las 08:45 h.

«A estas alturas quedan pocos indecisos». Lo dice uno de los representantes de la candidatura de Susana Díaz, pero lo comparten en las filas de Pedro Sánchez. Los dos principales aspirantes a la secretaría general del PSOE tienen poca fe en que el debate que se celebra al mediodía de este lunes en la sede de la madrileña calle Ferraz sirva para mover votos. La recogida de avales demostró que más de un 70 % de los militantes ya han hecho su apuesta. Es un porcentaje superior al de participación efectiva en las primarias del 2014 y deja escaso margen, según los interesados, para grandes cambios.

No es que ni uno ni otra crean que las cosas quedarán exactamente como están. El ex secretario general está convencido de que su segunda posición en avales augura que será primero en voto porque el de las urnas es un procedimiento secreto, difícil de controlar por los aparatos. En cambio, su rival aspira a aumentar, o al menos asegurar, la distancia lograda arañando votos en las grandes federaciones. Cree que es posible en Andalucía, donde según afines, se dejaron de presentar firmas de apoyo, en la Comunidad Valenciana, en Extremadura, en Castilla-La Mancha y en Madrid. En Cataluña, donde Sánchez ganó por goleada y multiplicó por seis los avales de la presidenta andaluza, más bien trabaja para que este no le saque aún más ventaja.

Los de Díaz están convencidos de que, pese a haber proclamado su neutralidad, el primer secretario del partido, Miquel Iceta, ayuda al madrileño y aunque ella cuenta con parte de la vieja guardia y con los sectores menos porosos al discurso nacionalista, lo tiene difícil. Un buen conocedor del partido catalán, cercano a la presidenta andaluza, vaticina que el exsecretario general rondará los 6.500 o 7.000 votos por 1.500 de la dirigente territorial y en torno a 800 de Patxi López. Sumar algunos votos más, por tanto, es posible. 

De tú a tú

Pero en los equipos de las dos grandes candidaturas no creen que se vaya a lograr con el debate. Ni siquiera con los actos en los que se dejan la piel cada día. Eso es solo seguir pedaleando para subir la cuesta con plato pequeño y piñón grande; el avance es mínimo pero se mantiene la bicicleta en equilibrio. «Lo que queda implica remangarse, hablar con la gente de tú a tú -dicen-. Quien está sobre el terreno sabe dónde están las bolsas de gente que aún no lo tiene claro o puede cambiar de idea».

El gran caladero de votos para esa estrategia del boca oreja está en los afines al exlendakari. La presión sobre ellos es enorme y lo prueba el hecho de que algunos de sus principales apoyos, como la presidenta balear, Francina Armengol, llegara a plantear a López que diera un paso atrás y promoviera la libertad de voto. Él nunca ha negado que, a partir del día que se presentaron los avales, en su entorno ha habido muestras de flaqueza. Pero ya ha dejado claro que no se retirará en ningún caso.

El dirigente vasco es el único de los tres candidatos que espera con ganas el debate. Cree que puede ayudarle a superar esa sensación de que la suya es una opción inane en un momento en el que el partido se ha dividido en dos bandos aparentemente irreconciliables y en el que muchos se sienten abocados a optar por lo que considerar simplemente el mal menor para salir del empate técnico. Su discurso permanece prácticamente inalterable: se presenta como la opción sensata para evitar el «choque de trenes».

Patxi López, de hecho, se ha pasado toda la campaña reclamando más foros en los que los tres aspirantes pudieran confrontar sus ideas y propuestas. Eso le habría permitido ganar visibilidad. Pero los pataleos de sus representantes en las negociaciones con la gestora y las otras candidaturas fueron en balde. Ahora cuando se les recuerda que José Antonio Pérez Tapias fue el vencedor del debate del 2014 frente a Sánchez y Eduardo Madina, pero aquello le sirvió de poco, los suyos replican: «No de tan poco, casi dobló en votos sus avales». De 9.912 firmas de apoyo -«algunas prestadas», apuntan- el outsider de Izquierda Socialista pasó a 17.506 papeletas en la urna dos semanas después.