El acusado de la violación mortal en un parque de Sevilla insisten en que las relaciones fueron consentidas

Europa Press / EFE

ESPAÑA

Atlas TV

El hombre, para que el que piden prisión permanente revisable, aprovechó que la víctima se había tomado un cóctel de barbitúricos para intentar suicidarse para abusar de ella y la dejó desangrándose junto a un árbol

08 may 2017 . Actualizado a las 19:37 h.

Francisco Morillo Suárez, el hombre encarcelado como presunto autor del crimen perpetrado en febrero del 2016 sobre una joven que había ingerido medicamentos para intentar acabar con su propia vida en el parque de María Luisa de Sevilla, ha insistido este lunes, durante la primera jornada del juicio en la Audiencia Provincial de Sevilla, en que las relaciones sexuales con la víctima fueron consentidas, por lo que una vez concluidas las mismas se marchó a casa porque «no tenía miedo» y «no había hecho nada malo».

De este modo, y durante su declaración en el juicio que se celebra en la Sección Primera de la Audiencia, el acusado, para quien tanto la Fiscalía como la acusación particular que ejerce la familia de la víctima solicitan la prisión permanente revisable, ha relatado que solía acudir «de vez en cuando, unas dos veces al mes», al parque María Luisa, señalando que sobre las siete u ocho  horas del día 23 de febrero discutió con su pareja, con la que estaba desde hacía 17 años, y por este motivo decidió salir de casa para «despejarse».

De este modo, el imputado ha manifestado que esa tarde consumió cocaína, «cuatro o cinco cervezas» y varios cubatas de ron -alrededor de media botella-, dirigiéndose hacia el parque María Luisa, donde llegó sobre las nueve o nueve y media y se encontró de forma «casual» con la víctima, que se encontraba sentada en un banco y algo «alegre», lo que atribuyó a que habría bebido alcohol.

De este modo, y según su declaración, entablaron una conversación en el marco de la cual ella le dijo «que quería desfogarse porque había discutido con una persona», por lo que «surgió» mantener relaciones sexuales durante unos 15 minutos, tras lo que, una vez concluidas las mismas, la joven le ofreció un paquete de pañuelos de papel para que se limpiara.

Denuncias de su pareja

El acusado, que ha aseverado que en ningún momento observó ningún rastro de sangre en la joven ni ésta le dijo que quisiera suicidarse ni que hubiera tomado en ese momento pastillas para lograr tal fin, ha añadido que seguidamente se dirigió a su casa, donde llegó sobre las once de la noche, estando su pareja sentimental dormida en ese momento.

En este punto, el imputado ha indicado que su mujer le ha denunciado «dos o tres veces» porque «discutíamos porque yo bebía», no obstante lo cual el abogado que ejerce la acusación particular en nombre de la familia de la víctima le ha dicho que su pareja le ha denunciado hasta en siete ocasiones por malos tratos.

Durante la primera jornada del juicio, que está previsto que concluya este miércoles, también ha declarado el jefe del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, quien ha indicado que las lesiones que presentaba la víctima eran «brutales» y ni él ni el médico forense que practicó la autopsia al cadáver habían visto «nunca» algo parecido.

Este testigo ha relatado que la joven fue hallada vestida y tumbada boca abajo en un banco del parque María Luisa y, en un principio, pensaron que se trataba de un suicidio, ya que en el bolso de la víctima se hallaron una carta de suicidio y medicamentos, aunque ha aseverado que, posteriormente y una vez analizada la cantidad de pastillas que ingirió, su conclusión es que no tenía intención de suicidarse.

«Merodeador sexual»

Durante su declaración, el jefe del Grupo de Homicidios ha calificado al acusado como un «merodeador sexual que ataca a quien puede y no a quien quiere» y ha dicho que tenía parafilias sexuales como la «somnofilia», consistente en «vestir o desvestir o pintar a alguien cuando está inconsciente».

Asimismo, ha sido tajante al señalar que la víctima «no pudo pedir auxilio porque estaba totalmente indefensa» y el acusado «la dejó allí desangrándose», agregando que le provocó «desgarros tan dolorosos que se hubiera defendido con uñas y dientes» si hubiera podido y en caso de haber estado consciente.

El jefe policial, que ha desgranado todos aquellos objetos donde se encontraron restos de ADN del acusado, como en numerosos pañuelos o en los puños y el portabidones de su propia bicicleta, también ha afirmado que el acusado habla de relaciones consentidas no sólo como estrategia de defensa, sino también porque «es muy vergonzante cómo lleva a cabo la agresión sexual».

Durante la primera jornada de la vista oral, y como cuestión previa, el abogado del acusado ha planteado la «ruptura» de la cadena de custodia respecto a los vestigios hallados en el lugar de los hechos al entender que «se han incumplido» los requisitos policiales y procedimentales «necesarios» para «entender que pertenecen al ADN del acusado», algo a lo que se han opuesto tanto la Fiscalía como la acusación particular al considerar que todo se ha hecho de manera «perfectamente legal».

La pericia de una barrendera ayudó a resolver el caso

El caso contó con una ayuda inesperada, pero vital para ayudar a resolver el caso: la de una limpiadora del parque que separó en una bolsa independiente varios pañuelos de papel con sangre.  Carmen la del pincho, como quiere que le llamen porque desde hace 28 años usa un palo con un pincho para recoger la basura del Parque de María Luisa, se puso una bolsa de plástico a modo de guante para recoger ocho pañuelos de papel y los salvaslips con sangre que había detrás del banco en el que se encontró a la mujer.

Los restos que recogió los depositó en una bolsa de plástico independiente «para no contaminar las pruebas», y esa bolsa «con un nudo» la metió en otra mayor que es la que emplea habitualmente en su trabajo, según ha relatado a Efe. La gran bolsa la dejó en la zona de Los Lotos del parque junto a la basura de otros trabajadores, desde donde se llevaron a un contenedor de basura amarillo.

Cuando la autopsia determinó que la mujer no murió por los fármacos que ingirió con intención de suicidarse, lo que no habría logrado porque la dosis no era mortal, sino por una violación brutal, la Policía Científica pidió recuperar todos los restos hallados junto al cadáver para analizarlos.

Entonces recibió una llamada de su capataz y ella le dijo, sin ningún género de duda, dónde estaban los restos que retiró junto al cadáver. «Como soy muy aficionada al CSI, puse los restos en una bolsa aparte para no contaminar las pruebas, y me llamó la atención que la Policía no las recogiera antes, porque también había restos de sangre por el banco», según ha explicado la mujer.