La aparición de un informe policial sobre los atentados del 11M que había sido encargado a la Brigada de Análisis y Revisión de Casos por Eugenio Pino, director adjunto operativo de la policía durante la etapa de Jorge Fernández Díaz al frente del Ministerio del Interior, ha servido para resucitar la teoría de que no se sabe toda la verdad sobre la masacre terrorista. No importa que la Fiscalía de la Audiencia Nacional haya concluido categóricamente que no aporta ningún elemento que justifique la reapertura del caso para «iniciar nuevas líneas de investigación» o «esclarecer nuevas responsabilidades».
A pesar de la contundente sentencia que dejó clara la autoría yihadista del 11M, las teorías conspirativas lanzadas por varios medios de comunicación, en su día alimentadas por dirigentes del PP como el expresidente José María Aznar, quien dijo que los que idearon los atentados terroristas «no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas», siguen presentes.
Uno de los elementos recurrentes es que no se conoce la autoría «intelectual», una teoría que han desmontado estudios tan rigurosos como el de Fernando Reinares en su libro ¡Matadlos!, que apunta incluso a Amer Azizi como cerebro de la masacre. Es imposible saber al detalle cómo se gestó el 11M, pero sí conocemos lo fundamental.