El fiscal general niega injerencias del Gobierno y atribuye las críticas al juego político

Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Juan Carlos Hidalgo | EFE

Todos los grupos, excepto el del PP, mantienen sus recelos sobre Maza después de su comparecencia en el Congreso

02 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Por si todavía llego a tiempo...». El fiscal general del Estado, José Manuel Maza, echó mano ayer de esta frase en el Congreso para enmarcar su réplica a las críticas vertidas por los grupos de la oposición contra sus recientes actuaciones, más en concreto, contra la decisión de no imputar en el caso Púnica al presidente autonómico y líder del PP en Murcia, Pedro Antonio Sánchez, y contra los relevos llevados a cabo en puestos clave de la cúpula del ministerio público.

Maza dio a entender ante la Comisión de Justicia que se siente víctima de un prejuicio más que de un análisis riguroso de los hechos y recordó que el criterio de no amparar la investigación de las dos fiscales del caso Púnica -que consideraban que el dirigente popular había elaborado un «plan criminal» para desviar fondos de la Consejería de Educación para mejorar su reputación en Internet- estuvo respaldado no solo por un informe de la Secretaría Técnica («el Estado Mayor de la Fiscalía) sino también por cuatro fiscales jefe de sala.

«¿Ustedes creen que si yo fuera a obedecer una orden de alguien iba a dar traslado a un equipo de eminentes juristas?», dijo frente a las acusaciones de «seguidismo» a las órdenes del ministro de Justicia, Rafael Catalá. «¿Para qué? ¿Para que me lleven la contraria y quedar desacreditado?», se preguntó. En esa línea, adujo que el estatuto por el que se rige la carrera tasa el procedimiento a seguir en caso de discrepancias internas y que existen suficientes mecanismos de control para impedir que un fiscal general pueda cometer arbitrariedades. 

Dudas sobre su autonomía

En su larga comparecencia, Maza dejó sin respuesta muchas de las preguntas más genéricas de los grupos y eso llevó a que, al finalizar su intervención, la mayor parte de los portavoces, a excepción de la del PP, María Jesús Moro, advirtieran de que aún mantienen dudas sobre su autonomía. Aunque, tras escucharle, rebajaran el tono inicial.

Al margen de su imparcialidad en el episodio concreto de Pedro Antonio Sánchez, el alto funcionario también rechazó las acusaciones de «purga masiva» en la cúpula fiscal. Maza hizo hincapié en que de 35 fiscales que habían agotado su mandato, se ha sustituido a cinco y se han cubierto dos vacantes. También argumentó que, por ejemplo, de once fiscales de sala, su propuesta incluye a cuatro de la Unión Progresista, tres de la Asociación de Fiscales (conservadora) y cuatro no adscritos. «Esa es mi visión ideologizada de lo que tiene que ser la Fiscalía», ironizó. Lo que quedó en el aire fueron los reproches al nombramiento de Manuel Moix como Fiscal Anticorrupción, del que solo dijo que es «idóneo» (Podemos recordó que rechazó perseguir a Esperanza Aguirre por huir de los guardias de movilidad del Ayuntamiento de Madrid). Además, minimizó la denuncia de presiones realizada por el ex fiscal superior de Murcia, Manuel López Bernal. Ni siquiera censuró las declaraciones del ministro Catalá o el portavoz del PP Rafael Hernando, que llegó a decir que «hay fiscales que se inventan delitos».