El líder del PP se reelige candidato y acalla todos los debates

G. B. MADRID / COLPISA

ESPAÑA

CURTO DE LA TORRE | AFP

Como el emperador que teme el comienzo de una rebelión si muestra señales de debilidad, Rajoy se revolvió haciendo una exhibición de poder

13 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Más Rajoy. Ese es el único resumen que puede extraerse de un congreso del PP en el que todos los conflictos fueron cerrados en falso o simplemente ignorados, como en el caso de la corrupción, porque todo estuvo al servicio del líder, que sale más líder que nunca. Es cierto que hubo un tímido intento de limitar su poder o de forzarle al menos a compartirlo, como ese motín contra María Dolores de Cospedal en el que algunos líderes regionales utilizaron a sus compromisarios como carne de cañón. Pero, como el emperador que teme el comienzo de una rebelión si muestra señales de debilidad, Rajoy se revolvió haciendo una exhibición de poder. Ni un paso atrás. Cospedal sigue de secretaria general porque lo digo yo. Y, además, no cambio a uno solo de los vicesecretarios. Y, además, entierro a Aznar, me deshago de Ana Botella, de Trillo y de todo aquel que me plante cara.

Los que aspiraban a sacar la cabeza entendieron el mensaje y aplaudieron con fuerza cuando se proclamó el resultado a la búlgara: Rajoy, elegido presidente del PP con el 95,65 % de los votos. Por acabar, el líder popular ha acabado hasta con el entretenimiento favorito de la prensa: buscarle sucesor. El que se entretiene es él, sumando cada día nuevas figuras a ese supuesto carrusel de aspirantes en el que ya están Sáenz de Santamaría, Cospedal, Feijoo y Cristina Cifuentes. Pero, desde ayer, sabemos que el candidato del PP a las próximas elecciones se llama Rajoy. «Los gallegos que han llegado alto en la política nunca se van si tienen oportunidad de quedarse», nos explicaba Feijoo a un grupo de periodistas para dar por sentado que va para largo.

Rajoy se siente orgulloso de su aguante. Sin hacer ruido, lleva ya más años al frente del PP que Fraga y también que el otrora temido Aznar, al que él se permite tratar ya con condescendencia. Y le queda cuerda para rato. Pero también presume Rajoy de haber conseguido ser otra vez presidente doblegado a todos los que quisieron enterrarle desde otros partidos. Y por ello los desafía públicamente a seguir intentándolo. No piensa ceder en casi nada y amenaza veladamente con unas nuevas elecciones.

El congreso del PP ha demostrado, por otra parte, que Rajoy se siente cómodo situando a Podemos como líder fáctico de la oposición, aunque las urnas hayan dicho lo contrario, dividiendo el Parlamento ente radicales y personas razonables. Y más cómodo que va estar una vez disipada la posibilidad de que Íñigo Errejón pactara con los socialistas. Pablo Iglesias le despeja la pista para toda la legislatura. El PSOE ha pasado a ser para el PP un partido al que hay que cuidar, siempre que pacte. Un letal abrazo del oso. Ni una crítica a los socialistas se escuchó en la Caja Mágica. Yo sigo, dice Rajoy. Y el que quiera vivir, dentro o fuera del PP, que no se me enfrente.