Baltasar Garzón: «Más que un juez estrella soy un juez estrellado»

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

ESPAÑA

CESAR QUIAN

Invitado por el Ateneo Republicano de Galicia, el magistrado presentó en A Coruña su libro «En el punto de mira»

11 ene 2017 . Actualizado a las 11:32 h.

«Sabía que estaba condenado desde el comienzo. El resto fue mero espectáculo, para mayor descrédito de una justicia en la que ya no creo». Es una de las frases que forman parte de las 1.030 páginas del libro Baltasar Garzón. En el punto de mira (Planeta). Invitado por el Ateneo Republicano de Galicia, el magistrado presentó ayer en A Coruña dicha obra, en la que narra su experiencia en el Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, desde 1988 hasta que lo inhabilitaron.

-Dice en el libro que fue una rémora ese calificativo de juez estrella, ¿por qué?

-Lo que tendría que ser una alabanza, objetivamente, juez estrella sería como un reconocimiento, pasó a ser, como muchas veces ocurre en España, una rémora. Siempre juego con que más que juez estrella soy un juez estrellado, por los golpes recibidos. El problema de estar en la Audiencia Nacional es que los asuntos eran importantes, trascendentes, podríamos calificarlos de estrella. Entonces cualquier persona que los llevara hubiese resaltado igual. Y se ha visto cuando ha habido un asunto de trascendencia y se ha conocido al juez Carlos Bueren, a Grande Marlasca, a Gómez de Liaño, al juez Andreu, al juez Pedraz, a Gómez Bermúdez... Lo que ocurre es que fui el primero y eso comenzó a ponerle rostro a la Justicia.

-¿Faltaban caras en la Justicia?

-Había un cierto tipo de jueces, y aún los sigue habiendo, diciendo que la Justicia tiene que ser discreta, que no se vea, que no se sienta, que esté en la paz del palacio de justicia. Yo he pensado siempre lo contrario: creo que la Justicia, aparte de escenificarla con todo el boato, tiene que estar próxima a la gente, que te perciban como algo propio, que se sienta que el juez es uno más entre ellos, que además es el que los protege porque tiene los instrumentos de la ley. Esto te humaniza y hace desaparecer aquella visión del juez que estaba en una urna de cristal. Yo siempre rompí ese molde.

-En el último capítulo, «La caza», sostiene que el único objetivo era acabar con usted. ¿Lo han logrado?

-Lo consiguieron en tanto en cuanto me sacaron de la judicatura durante once años. Sigo siendo juez, con mi categoría de magistrado. Cuando cumpla los años de inhabilitación, el 14 de mayo del 2021, si todavía estoy en condiciones, estoy en edad de trabajar hasta los 72, volveré a pedir mi reingreso. Por lo tanto, no han acabado conmigo, ni mucho menos.

-¿Cómo lleva la inhabilitación?

-Frente a algunos que se lamen las heridas, se quejan y dicen: «¡Qué injusticia!», creo que lo que hay que hacer es seguir en la misma línea si estás convencido de lo que estás haciendo. En eso no he cambiado. Cuando el fiscal informó denegando la petición de indulto, -que no la hice yo, la hizo la organización Medel, que incluye más de 20.000 jueces y fiscales-, dijo que no procedía porque no me había arrepentido. Es que no me tengo que arrepentir, ya sufrí una condena. ¿Que más quieren? Que me arrastre. Que diga que son grandes, hermosos, que saben mucho derecho. Yo lo que hice fue interpretar unas normas, dictar una resolución argumentada y sigo defendiendo que era ajustada a derecho porque tomé todas las medidas necesarias para preservar el derecho de defensa. No se puede condenar por prevaricación a un juez por interpretar las normas jurídicas. Sostengo que la decisión estaba tomada.

-¿Sigue el juicio de la Gürtel?

-Sí y no solo por el hecho de que fui el juez que la inició, que tomé decisiones drásticas y muy potentes que comportaron un resultado negativo. Los jueces debemos tomar esas decisiones, estamos para servir a la sociedad y el juez que se abstenga debería abandonar la carrera judicial.

-Lo ocurrido con Manos Limpias y Ausbanc, ¿daña la figura de la acción popular?

-Nunca admití una acción popular ni una personación de Manos Limpias en mi juzgado. Era una trampa, una estafa procesal permanente, era jugar con la acción popular que tanto había servido en la democracia. Obviamente eso perjudica. La acción popular es una institución de la Constitución Española y por ejemplo en el caso de los GAL fue la acusación popular la que impulsó la investigación.

-Usted inició las acciones contra el entorno etarra: ¿qué pasa ahora con ETA?

-ETA ya no existe, aunque formalmente esté. Fue derrotada por la sociedad de derecho, por la justicia, policialmente, políticamente. Al final se han dado cuenta de que el discurso político en España tiene una cabida absoluta y que la violencia es el único camino por el que no se puede conseguir nada. Una vez asumido esto, hay una situación a la que hay que poner término. El único terrorismo que hay en España es el yihadista.