Puigdemont cumple un año al frente de un Gobierno acorralado por los antisistema y los tribunales

cristian reino BARCELONA /COLPISA

ESPAÑA

ALBERT GEA | Reuters

La asamblea de la CUP y el juicio contra Mas marcarán el tiempo que queda de legislatura

07 ene 2017 . Actualizado a las 08:56 h.

El Parlamento catalán es «en un 95 %» una cámara meramente declarativa, que puede aprobar resoluciones muy altisonantes, pero apenas tiene capacidad efectiva y normativa. Esta es la opinión -en privado- de un diputado de Junts pel Sí, de los llamados independientes, y bien podría ilustrar el año que Carles Puigdemont lleva al frente de la Generalitat y del proceso independentista: quiere desconectar Cataluña del resto de España, pero no ha podido ofrecer avances hacia la ruptura y otro tipo de gestión no trasciende.

ARRANQUE

En manos de los antisistema

El mandato de Puigdemont arrancó de manera muy traumática para una parte del soberanismo. La CUP a punto estuvo de hacer saltar por los aires todo el proyecto. Consiguió, eso sí, mandar a Artur Mas a la «papelera de la historia». Carles Puigdemont, quien concurrió como número tres de Junts pel Sí por Gerona, avisa ahora de que no volverá a repetir como candidato en las próximas elecciones catalanas, que deberían celebrarse en marzo del 2018. En el partido ya ha comenzado la batalla por la sucesión.

REFERENDO

Ambigüedad. El presidente de la Generalitat pretende celebrar un referendo sobre la independencia, legal y vinculante, aunque no ha soltado prenda sobre cómo piensa hacerlo sin colisionar con el Tribunal Constitucional. Solo ha dicho que aprobará una ley, la de transitoriedad jurídica. No se sabe quién la fiscalizará. «Cataluña se constituye en una república de derecho, democrática y social», dice su primer artículo; es todo lo que se conoce.

Quedan seis meses. A Puigdemont solo le quedan seis meses para poder dejar a Cataluña lista para su separación del resto de España, pasar de la «postautonomía a la preindependencia», como dijo. Son en total 18 meses porque así lo pactaron Junts pel Sí y la CUP. Ahora, el tiempo apremia y en medio año, el Gobierno catalán tiene que conseguir diseñar y celebrar un referendo vinculante, con reconocimiento internacional. Y lo tiene difícil, por no decir imposible.

Consecuencias. Puigdemont tiene que decidir entre la colisión contra el Estado, celebrando una consulta a las bravas en septiembre, que tendría consecuencias penales y de intervención de la autonomía, o explorar la oferta de diálogo del Gobierno o incluso retrasar la consulta -como le proponen los de Ada Colau- y sustituirla por unas elecciones, para las que su parwtido no tiene aún candidato y partiría en una posición muy debilitada.

OTROS RETOS

Asamblea de la CUP y juicio a Mas. La asamblea de la CUP del día 28 y el juicio a Mas -podría ser inhabilitado-, Ortega y Rigau por el 9N, que arranca el 6 de febrero, marcarán el resto de la legislatura. Los anticapitalistas deben aún decidir si apoyan los presupuestos. Si los vetan, los comicios se adelantarán a la primavera.

CARBONES EXTRANJEROS

Ruinoso, catexit, y el Constitucional alemán. Los regalos indigestos para Puigdemont llegaron esta semana: la prestigiosa publicación Politico lo situó entre los líderes que pueden «arruinar» el 2017, The Economist comparó el independentismo catalán con los partidarios del brexit, y el Tribunal Constitucional alemán dictaminó que no cabe la posibilidad de celebrar un referendo de autodeterminación en Baviera.