Supersoraya siempre gana

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Ed Carosía

La vicepresidenta para todo asumirá la gestión del desafío independentista y se mantiene como pilar del Gobierno

04 nov 2016 . Actualizado a las 07:20 h.

Durante estos cinco años ha sido la vicepresidenta para todo, la mujer más poderosa de España. Y va a seguir siéndolo. Soraya Sáenz de Santamaría (Valladolid, 1971) ha controlado los principales resortes del Estado como vicepresidenta, ministra de la Presidencia, máxima responsable del CNI y del CIS y presidenta de cinco comisiones delegadas del Gobierno. También la voz y el rostro del Ejecutivo, a menudo, sobre todo en los primeros tiempos, para transmitir malas noticias en forma de recortes. Además, ha actuado como apagafuegos cuando las cosas se ponían feas, por ejemplo en la crisis del ébola.

Menos visible

Sáenz de Santamaría continúa al frente de la coordinación diaria de los ministros, se quita de encima a su principal adversario político, José Manuel García Margallo, y asume otra cartera, la de Administración Territorial, para ocuparse personalmente del desafío independentista y de la financiación autonómica. Eso demuestra que sigue gozando de la máxima confianza de Mariano Rajoy. A cambio, deja la portavocía, un puesto que quema mucho, lo que la hará menos visible ante la opinión pública. Es la piedra angular sobre la que se sostiene el Gobierno.

Mano derecha y estrecha colaboradora de Rajoy, que la sacó del anonimato cuando la nombró portavoz parlamentaria en el 2008, con el paso del tiempo ha ido adquiriendo su propio perfil, el de una mujer con mucho poder que prefiere no hacer ostentación del mismo, discreta pero con mano de hierro, que ha dado la cara cada semana como portavoz con soltura, pero que también sabe dirigir fuera de los focos la fontanería de Moncloa para que las cosas funcionen, y con una creciente influencia en los medios de comunicación. Hasta ha logrado comandar un grupo de fieles, los sorayos, entre los que destacan Fátima Báñez, Alfonso Alonso -ahora de vuelta al País Vasco-, los hermanos Alberto y Álvaro Nadal o José Luis Ayllón y al que se sumó el propio Cristóbal Montoro para no quedarse aislado en el Gobierno.

Política hábil

A diferencia de su gran rival, María Dolores de Cospedal, que ocupará un ministerio menor como Defensa, no ha cometido errores reseñables durante su gestión. Ha sido hábil al mojarse lo mínimo en los casos de corrupción que han sacudido al PP a lo largo de la legislatura, dejando todo el desgaste para la secretaria general. Últimamente también supo zafarse del caso Soria endosando la responsabilidad al Ministerio de Economía.

Se la ha señalado siempre como una de las potenciales sucesoras de Rajoy. Incluso se habló de una supuesta operación Menina que tendría por objeto sustituirla para hacerla presidenta. Ella nunca ha dado un solo paso en ese sentido, se ha limitado a controlar los hilos del poder y a cuidar su buena imagen en los medios. Incluso en los extranjeros, como muestra que el periódico estadounidense USA Today la considerara el año pasado una de las cinco mujeres más poderosas de Europa y el diario alemán Süddeutsche Zeitung señalara que la llaman la Merkel española.

Sus apariciones televisivas bailando con soltura en El Hormiguero o pilotando un todoterreno en Planeta Calleja o dándolo todo como disyóquey al son de La gozadera, de Marc Anthony, en el cierre de campaña del PP le han dado una imagen de cercanía y desenfado que la favorece.

Hija única, premio extraordinario de fin de carrera de Derecho, abogada del Estado, en el 2000 fue fichada por Francisco Villar para ser asesora del entonces vicepresidente primero y ministro del Interior, Rajoy, y entró en el Congreso en mayo del 2004 por la marcha de Rodrigo Rato al FMI. Desde entonces ha demostrado ser una buena parlamentaria y aún se recuerdan sus duelos con la vicepresidenta socialista María Teresa Fernández de la Vega. También salió viva del debate televisivo a cuatro, antes de las elecciones del 20D, al que tuvo que asistir tras la espantada de su jefe. Una vez más Supersoraya salía al rescate con su habitual solvencia.

Indemne

Sáenz de Santamaría ha salido prácticamente indemne después de cinco años de difícil gestión frente a bastantes ministros que se vieron obligados a salir del Gobierno o han terminado abrasados en este período. Mientras el G8, el grupo de ministros más amigos de Rajoy, ya no existe tras la salida de José Manuel García Margallo y Jorge Fernández Díaz, los sorayos siguen tomando posiciones, con la entrada de Nadal en el Gobierno.

Trabajadora infatigable, sobradamente preparada, discreta, eficaz y siempre fiel al líder, la vallisoletana se ha consolidado y está en cabeza para ser la sucesora de Rajoy. «Hay gente muy sincera que ahora me reconoce que por mí no daba un duro», declaraba días antes de que Rajoy la nombrara vicepresidenta en el 2011 recordando sus inicios en la política. A partir de ahí, su ascenso ha sido fulgurante, hasta hacerse imprescindible en el Gobierno.