El PSOE justifica el giro del no a la abstención en la investidura diciendo que España los necesita

e. clemente / g. bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

benito ORDOÑEZ

Rajoy le reclama también apoyo para gobernar

28 oct 2016 . Actualizado a las 16:26 h.

Mariano Rajoy ofreció en su discurso de investidura acuerdos y diálogo al PSOE y a Ciudadanos, pero les exigió a cambio que se responsabilicen en la estabilidad de su Gobierno. Ayer, socialistas y naranjas le devolvieron la moneda y le advirtieron de que el principal y casi único responsable de la gobernabilidad será él. Y que solo si cambia sus políticas y su forma de gobernar, olvidando el rodillo y aceptando buena parte de sus propuestas, será posible que la legislatura dure cuatro años, como pretende el líder popular. «Señor Rajoy, si usted no cumple, esto va a durar muy poco», le advirtió Albert Rivera poco antes de votar sí a su investidura. No fue suficiente, y el resultado final fue de 170 votos a favor (PP, Ciudadanos y Coalición canaria) y 180 en contra.

«La misma responsabilidad por la que algunos el sábado se van a abstener cabe exigirla para el futuro, porque si no España no podrá tener un Gobierno que tome decisiones». De esta forma, Mariano Rajoy insistía ayer, de forma más clara que en la jornada anterior, en que no le basta con lograr la investidura, sino que considera imprescindible que el PSOE le deje gobernar.

Descontado que será investido presidente mañana con los votos a favor del PP, Ciudadanos y Coalición Canaria y con la abstención de un número suficiente de diputados socialistas, el debate sirvió para escenificar lo que puede ser la legislatura. Un Rajoy dispuesto a dialogar y a negociar, porque no tiene más remedio, pero aferrado a las políticas económicas que ha desarrollado y que considera que han sido un éxito. Como gesto de acercamiento al PSOE, dejó sin efecto académico las reválidas. Pero con el as en la manga de apretar a partir de mayo el botón rojo que lleva a elecciones. «Tan malo es no tener Gobierno como tener un Gobierno que no pueda gobernar», advirtió una vez más.

PSOE y Podemos rivalizan

Rajoy tuvo un debate muy cómodo frente a dos rivales que luchaban encarnizadamente por el puesto vacante del liderazgo de la oposición, más interesados en destrozarse mutuamente que en confrontar ideas y políticas con el candidato a la investidura. Por un lado, Antonio Hernando, portavoz de un PSOE muy debilitado, con la ardua tarea, rayana en lo imposible, de defender lo contrario de lo que sostenía con vehemencia hace solo unos días.

Por el otro, Pablo Iglesias, que trató de aprovechar la abstención de los socialistas para erigirse en líder de la oposición sin presentar más propuesta que la enmienda a la totalidad no solo de las políticas del Gobierno y de la actuación del PSOE, sino también de lo que llama despectivamente «régimen del 78». Empleó el trazo grueso y ofensivo al decir que en la Cámara hay «más potenciales delincuentes» que los que se manifestarán mañana en contra de la investidura.

Rajoy tiró de ironía, el terreno en el que mejor se mueve en los debates parlamentarios, para rebatir sus ataques. Fue duro con el dirigente de Unidos Podemos, al que otorgó de hecho el papel de oposición, y condescendiente con el socialista. Recordó a Iglesias que estaba allí, optando a la investidura, porque el PP había sido el partido más votado con diferencia y los demás no habían podido articular una mayoría alternativa. Incluso llegó a personalizarlo en el propio Pablo Iglesias, en una alusión endiablada, al espetarle que tuvo en sus manos hacer presidente a Sánchez. Ante las protestas callejeras que anticipó su interlocutor, le respondió: «Ni me gusta meter miedo ni le tengo miedo a casi nada: ni a las manifestaciones, ni a las huelgas generales ni a las palabras».

«España nos necesita»

Hernando justificó el viraje de su partido desde el «no es no» a la abstención por sentido de la responsabilidad, ya que se trataba de decidir entre abstenerse o nuevas elecciones. Lo presentó como un sacrificio en aras del interés general. «Señor Rajoy: usted no nos gusta como presidente del Gobierno, porque no nos gustan sus políticas, pero sí nos gusta este país, y hoy España nos necesita», le dijo al líder popular.

Pero dejó claro que eso no significa que los socialistas vayan a dar estabilidad al Gobierno y a garantizar la gobernabilidad. A ese respecto, advirtió de que no aprobarán los Presupuestos si son continuadores de las políticas del Gobierno de Rajoy. Y echó mano de los grandes cambios históricos protagonizados por el PSOE, como el abandono del marxismo, la reconversión industrial o el sí a la OTAN para decir que el tiempo les dará la razón en el paso de abstenerse para facilitar la investidura.

Hernando y Rajoy mantuvieron una pugna sobre cuánto se parecen sus partidos. El líder del PP se esforzó por poner de relieve los elementos comunes, mientras el socialista remarcaba lo que les distancia. Hernando trató de zafarse de lo que denominó «abrazo del oso» de su interlocutor, que incluso llegó a reprocharle que buscara diferencias de forma exagerada.

Por su parte, Hernando e Iglesias rivalizaron por la hegemonía de la oposición. El primero reprochó al líder de Unidos Podemos que impidiera con su voto negativo la investidura de Pedro Sánchez. Iglesias llegó a acusar a los dirigentes del PSOE de manchar la memoria del partido al hacer posible el Gobierno de la derecha. «No se puede hacer oposición tras dar el Gobierno a Rajoy», señaló. Y marcó distancias: «Ustedes están más cerca del PP que de nosotros». El duelo parecía a una supuesta investidura del líder de la oposición más que del presidente del Gobierno.

Rivera, entre dos aguas

Menos agresiva fue la intervención de Albert Rivera. Consciente de la complicada situación en la que se ha colocado, en la que no es Gobierno y tampoco oposición, y en la que sus votos ni siquiera son necesarios para formar una mayoría si hay acuerdo ente el PP y el PSOE, el líder de Ciudadanos se esforzó en apelar a la necesidad de que las grandes reformas sean aprobadas por consenso de los tres partidos y en presentarse como la garantía de que Rajoy no podrá repetir sus políticas ni el rodillo parlamentario que aplicó en su anterior mandato. Y cargó especialmente contra Unidos Podemos. «Se permiten hablar del partido único, del golpe de Estado, ¿en qué mundo viven? Aquí hay 14 partidos. Estamos en democracia. Les pedimos que se sumen a las reformas, pero también que respeten las reglas de juego», replicó ante los ataques de Iglesias.

Pero trató también de marcar distancias con Rajoy, a quien, frente a sus exigencias de estabilidad, espetó que «el mayor responsable de que vaya bien o mal será usted». «No siga, que me pienso el voto», le llegó a decir cuando Rajoy enumeraba los logros de su Gobierno. Al final, no lo hizo. Y el resultado final fue el esperado.

Investido este sábado, después toma de posesión y Gobierno

Como estaba previsto, Mariano Rajoy no logró ser investido en la primera votación y tendrá que esperar a que pasen 48 horas para lograrlo en la segunda (no antes de las 19.45 horas), poniendo fin a más 300 días de interinidad. A partir de ahí, Rajoy jurará el cargo, sin fecha todavía, y designará a su nuevo Gobierno, que tendrá que afrontar una legislatura en minoría, con solo 137 diputados.