Francisco Correa pagó comisiones del 2 al 3 % a Bárcenas por adjudicaciones de obra pública

Efe / Europa Press

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El supuesto líder de la trama Gürtel precisó que todo el dinero que recibía de los empresarios beneficiados se lo entregaba a Bárcenas «en la sede del PP, en la calle Génova o en su casa» y exculpa a su gente para seguir apoyando «causas débiles»

13 oct 2016 . Actualizado a las 19:59 h.

Se esperaba más de la confesión de Francisco Correa, el presunto líder de la trama Gürtel, en el juicio del caso. Sus primeras horas de declaración solo han sido una explosión controlada que ha salpicado a unos cuantos y en la que se ha inmolado para defender a su gente, para seguir apoyando «causas débiles», según ha dicho.

Sin embargo, a última hora de la tarde y con la jornada a punto de terminar Francisco Correa ha reconocido que abonó comisiones de entre el 2 y el 3 % al extesorero del PP Luis Bárcenas, deirvadas de su mediación en adjudicaciones de obra pública como «carreteras, autopistas, obras del AVE...». En palabras del líder de la trama, esta práctica «ahorró mucho dinero al PP, no sé si 1.000 millones o más o menos» y ha precisado que entregaba todo ese dinero a Bárcenas «en la sede del PP, en la calle Génova o en su casa».

Correa comenzó a declarar esta mañana cuando faltaban cinco minutos para las once y con la intención, reiterada durante su testimonio, de decir la «verdad absoluta». Pero también, y aún reconociendo los hechos que le mantuvieron cuatro años entre rejas, con el deseo de «esclarecer y aclarar» algunas «errores» de la acusación que «no se corresponden con la realidad».

Y así, se ha empleado a fondo en su intento de convencer al tribunal de que la actividad de su holding empresarial ha sido intachable; es más, «limpia y clara», en palabras suyas. Una actividad que ha querido desligar totalmente de la personal, de los sobres que entregaba a los políticos. «La relación con los políticos solo la tenía yo. Quedaba con ellos y les daba el sobre», ha respondido escueto a la fiscal cuando le ha preguntado cómo hacía esas entregas.

Solo él, y nadie más que él, lo hacía. Y solo él es el responsable de las supuestas irregularidades. Los otros solo cumplían sus órdenes, ha resaltado Correa en un ejercicio por exculpar a otros acusados de su grupo, hasta el punto de que ha reconocido sentir «pena» por verles en el banquillo.

FERNANDO VILLAR | EFE

Un banquillo en el que él sí se sienta con todas las de la ley. «Habré cometido un delito importante, porque estuve cuatro años en la cárcel y ahora en el banquillo», ha clamado Correa antes de reconocer que solo era consciente del delito contra la Hacienda Pública. De cohecho y prevaricación, ni había oído hablar.

Y todo podría haberse solucionado si el asunto «no hubiera tenido connotaciones políticas» y el «excelentísimo señor Baltasar Garzón» le hubiera llamado, dado un «tirón de orejas» y puesto una multa por no declarar su dinero a Haciendo por «negligencia y dejadez».

Pidió perdón al tribunal y a los perjudicados por el juicio

Ha sido en ese momento cuando, en un arrebato de humildad, ha pedido perdón al tribunal y a todos los que haya podido perjudicar por el «macrocaso Correa», como a él le gusta que se le llame.

No tan humilde ha sido cuando se ha comparado con el empresario Jose Ignacio López Arriortúa, conocido en su día como Superlópez. Gracias a su buena formación académica en márketing, su grupo empresarial obtuvo éxito y grandes beneficios. Mucho dinero ganado en España, pero también en Estados Unidos, Venezuela y Colombia («no con el narcotráfico», ha querido aclarar). Y un dinero que él quiso llevar a Suiza sin que nadie se lo sugiriera.

Correa, que en la etapa de José María Aznar al frente del PP estaba más en Génova que en su oficina y trabajaba 25 horas diarias para un «absorbente» partido, ha confesado lo que le costó que el extesorero de esa formación Luis Bárcenas, también en el banquillo, contara con él.

Ese hombre «muy duro y muy serio» le fue «dando juego» y recibió, como otros muchos, «dádivas» del empresario. Una declaración que, presto, ha negado el aludido y que ha ensanchado la distancia que les separa.

Ni se han mirado a la vuelta del receso para comer cuando ambos estaban prácticamente solos en el vestíbulo de la Audiencia. Bárcenas, sentado; Correa, paseando en círculos.

El PP no se lo ponía fácil a Correa, según ha revelado el acusado, que tenía que pasar una «reválida» cada vez que ofrecía a sus empresas para organizar eventos del partido. Actividad que cesó cuando llegó a Génova Mariano Rajoy, con quien no tenía química alguna el número dos de Correa, Pablo Crespo, a la vez que su relación con Bárcenas se enfrió.

De momento, es la única vez que el nombre de Rajoy ha salido de sus labios.

Por supuesto, no ha negado en ningún momento las dádivas y regalos que salieron de su bolsillo, pero no hizo nada que no esté a la orden del día en España. Ni más ni menos que lo que hacen grandes empresas y laboratorios para agasajar a sus mejores clientes.

Lo ha explicado así: «No existe un solo Francisco Correa como el que esta aquí, existen muchos franciscos Correa. A mi me cogieron y estoy aquí sentado en el banquillo; si hubiera facturado mi gestión, no estaría aquí». Y, de paso, un aviso a navegantes: Si hiciera públicos los nombres de empresarios que han blanqueado, se armaría una «revolución».

Incapaz de identificar todas las empresas de su grupo, Correa, sorprendido porque alguien pueda haberle llamado «don Vito», se ha definido como un «hombre trabajador», seguidor del Atlético de Madrid -«y no del Real Madrid», ha recalcado- y alejado ideológicamente del PP.

Más afín, por tanto, al otro bando, ya que su padre estuvo 40 años exiliado tras la Guerra Civil. Con su padre asistió en 1975 ó 1976 a un mitin en el barrio de San Blas para escuchar a La Pasionaria y ver cómo su padre se emocionaba al reencontrarse con sus correligionarios.

Quién le iba a decir que años después organizaría para el PP eventos de ese tipo. Y que acabaría sentado en el banquillo.