De la «casta de los fontaneros» a manejar la llave y los tiempos para liderar el PSOE

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZREDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

JULIO MUÑOZ | efe

Acostumbrada a no perder batallas, podría ser la futura candidata a la presidencia del Gobierno

29 sep 2016 . Actualizado a las 18:19 h.

A Susana Díaz le gusta decir que es de la casta de los fontaneros. No porque haya maniobrado para encumbrar a otros en el PSOE andaluz, más bien para recordar que su padre se ganaba la vida arreglando tuberías. Porque a la presidenta de la Junta de Andalucía, donde gobierna en minoría gracias al apoyo de Ciudadanos, le gusta blandir la bandera de mujer de barrio. Basta con verla pasear por Triana, donde nació en 1974, saludando y llamando por su nombre a cada uno de

los vecinos. Por algo es del Betis, de la virgen de la Esperanza, del Rocío y tanto de la Semana Santa que hasta su marido es costalero. Pero más que de barrio, es una mujer de partido. Una de esas personas que estudiaron Derecho, con calma, porque su verdadera carrera era otra: ascender en el partido. Y ahora, tras varios calentamientos previos, parece no conformarse con lo que para ella es una media maratón en Andalucía.

Quiere correr una major y dar el salto a la secretaría general. Y ha entrenado sola, al margen de Ferraz, pero al mismo tiempo con Madrid en la mirada. Ha medido sus tiempos. No se ha precipitado, aunque ha hecho más de un amago. Poco después de que José Antonio Griñán la colocara a dedo al frente de la Junta, los buenos resultados obtenidos en las elecciones europeas la parapetaron en un cuartel. Entonces pudo haberse calzado las zapatillas para lanzarse a la carrera -contaba con el apoyo de buena parte de las federaciones socialistas- pero Susanita, como la llaman en Triana, prefirió esperar. Su estrategia entonces: animar a los suyos para que apoyaran a Sánchez, una maniobra que dejó al oponente del actual secretario general, Eduardo Madina, en la cuneta.

Ahora tras el debacle en Galicia, aunque la polémica de los cursos de formación la salpicó de lado después de que el PP sugiriera que su esposo podría haberse beneficiado de ellos, parece dispuesta a una batalla final que llevaba madurando tiempo. No hacía falta más que analizar lo que no decía en sus discursos durante la campaña para las elecciones autonómicas del 2015. Muchas referencias a Felipe González, prácticamente ninguna a Sánchez.

Durante una batalla en la que no dejó de gritar «Andalucía, Andalucía» fue ella, con la colaboración del que fue número 2 del Gobierno de Castilla-La Mancha, Máximo Díaz Cano, la que diseñó una estrategia basada en suavizar su imagen de mujer implacable. No escatimó esfuerzos para mostrar su embarazo por los pueblos.

El populismo es otra de las armas de una mujer que entró en las Juventudes Socialistas con 17 años, cuando gobernaba Felipe González, quien ayer se puso de su lado al criticar a Sánchez abiertamente. Acostumbrada a no perder (solo le salió mal la jugada cuando respaldó a Carmen Chacón ante Rubalcaba), ahora debe pensar en la dura batalla que deberá lidiar en caso de convertirse en secretaria general y futura candidata a la presidencia del Gobierno.

No entraron en críticas personales ni tampoco en valorar las declaraciones realizadas por Felipe González sobre Pedro Sánchez, pero pidieron al PSOE que supere sus problemas para que haya un partido con el que poder dialogar evitando el regreso de los españoles a las urnas. El portavozdel grupo popular en el Congreso, Rafael Hernando, y el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, apelaron ayer a la trayectoria del PSOE y a su papel fundamental en la democracia española para lograrlo.

Hernando no ha querido entrar en las críticas de González a Sánchez ni en comentar la posibilidad de que su salida de la secretaría general del PSOE facilitase la formación de un nuevo gobierno y ha asegurado que lo que desea es que se desbloquee la situación. Para ello, pide que haya un PSOE con el que se pueda dialogar con el fin de superar «el no, no y no». Pablo Casado subrayó, por su parte, que el PSOE es «absolutamente imprescindible» y no puede llevar a España a unas terceras elecciones.