Pedro Sánchez contempla convocar un congreso exprés para acallar a los críticos

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

La candidata del PSE, Idoia Mendia, y Sánchez en la furgoneta que utilizan para la campaña vasca.
La candidata del PSE, Idoia Mendia, y Sánchez en la furgoneta que utilizan para la campaña vasca. LUIS TEJIDO | EFE

El líder socialista se aferra a un Gobierno alternativo inviable para frenar a los barones

23 sep 2016 . Actualizado a las 18:36 h.

Pedro Sánchez está dispuesto a que sean los militantes los que dicten sentencia, cuanto antes, sobre su enfrentamiento con Susana Díaz y los barones que le son afines. Para ello, baraja la posibilidad de celebrar un congreso exprés en el que trataría de ser reelegido secretario general con el apoyo de las bases y, de esta forma, asestar un golpe definitivo a los críticos que cuestionan su liderazgo. Fuentes de su equipo insisten en que tan solo es una posibilidad, que solo se activaría si sus opositores internos recrudecen su ofensiva y tratan de forzar su salida tras el previsible batacazo en las elecciones gallegas y vascas. La votación directa de la militancia tendría lugar el 23 de octubre, lo que no daría apenas tiempo a sus rivales para lanzar una candidatura con garantías.

Se trataría de convocar el congreso federal en diciembre, que se aplazó sine die hasta que se resolviera el bloqueo institucional, pero antes forzar una votación exprés para la elección del secretario general el 23 de octubre. El congreso para ratificar el nombramiento se celebraría entre los días 2 y 4 de diciembre, es decir 60 días después del comité federal, como dictan los estatutos del partido.

Sánchez está convencido de que cuenta con una amplia mayoría entre la militancia, que apoyaría su «no es no» a Rajoy y que Díaz no se atrevería a disputarle el liderazgo en esas condiciones. Y pone la pelota en el tejado de la presidenta andaluza, trasladándole el mensaje de que si da el paso que lo haga cuanto antes y que sean las bases las que decidan.

En el comité federal del sábado siguiente de las elecciones, Sánchez propondrá que se le dé luz verde para tratar de formar un Gobierno alternativo al de Mariano Rajoy. Se supone que con el apoyo de Podemos y Ciudadanos, que es la única vía que ha defendido hasta ahora y que es inviable si Albert Rivera mantiene, como reiteró ayer, su veto. Con esta estrategia obliga a Díaz a poner sus cartas sobre la mesa. Es decir, o acepta que lo siga intentando o, en caso contrario, desvela cuál es su apuesta para evitar las elecciones. De esta forma trataría de desviar el debate sobre probable batacazo electoral hacia la gobernabilidad de España.

García-Page le acusa de criminalizar a los dirigentes territoriales

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page hizo ayer la acusación más dura contra Pedro Sánchez desde que los barones críticos desataron las hostilidades. En una entrevista en el Huffington Post, acusa a Sánchez de criminalizar a los barones, revela que no habla con él desde las elecciones generales y se niega a volver a participar en la rondas de contactos organizadas por el secretario general, que tilda de «juego de confesionario». «No tiene sentido que llame a los dirigentes territoriales y luego nos criminalice. Es mejor que hablen ya los militantes, y así no nos hacemos daño unos a otros», afirma. Asimismo, defiende que el PSOE «no puede gobernar a cualquier precio ni dar la impresión de que entrar en la Moncloa» es su «único objetivo». Respecto de los resultados que puedan arrojar las elecciones vascas y gallegas, cree probable que ofrezcan «nuevas claves de interpretación», de modo que, si el PP fracasa en su «esfuerzo» de alcanzar acuerdos con partidos «próximos», como el PNV o CC, podría «llamar a la puerta del PSOE». «Y después, ya veríamos», apostilla.

Rivera rechaza apoyar un Ejecutivo con 85 escaños y compuesto por 44 partidos

Unidos Podemos y Ciudadanos recibieron ayer desde posiciones contrapuestas la noticia de que Pedro Sánchez les llamará en los próximos días para proponerles poner en pie un Gobierno, con él al frente, que saque a Mariano Rajoy y al PP de la Moncloa. La reacción de Pablo Iglesias fue de alegría -entonó un «aleluya»- y Albert Rivera no necesitó pensarlo antes de contestar que deje de perder el tiempo en una negociación condenada al fracaso, porque ya solo es posible evitar unas terceras elecciones con un viraje del PSOE -justo el que Sánchez no está dispuesto a dar- que permita conformar un Ejecutivo del PP con la abstención de los socialistas. «Un Gobierno con 85 escaños, con división interna, dependiente de 44 partidos, es inviable. Ningún político debería anteponer su silla a España», escribió en Twitter.

En lo único que estuvieron de acuerdo ambos es en que si el líder del PSOE va en serio, y pretende cerrar los apoyos necesarios para un acuerdo de investidura, no tendrá más opción que lograr el apoyo del PNV y de los independentistas de Esquerra y la antigua Convergència. Algo que ni Sánchez parece dispuesto a hacer ni, según los acuerdos internos, su partido le permitiría.

Rivera anticipó a Sánchez que no podrá contar con sus 32 diputados para ninguna de la fórmulas de ese Gobierno alternativo que precisan de su implicación. Ni para un Ejecutivo socialista con apoyo externo de Podemos y Ciudadanos -que «como la mitad del PSOE» considera «inviable»-, ni para facilitar con la abstención un Gabinete de socialistas con el partido de Iglesias.