Estrategia de supervivencia ante la ofensiva de Susana Díaz y los barones

e. c. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

JULIO MUÑOZ | EFE

El secreatrio general reta a la presidenta andaluza y a otros a disputarle el liderazgo

23 sep 2016 . Actualizado a las 09:40 h.

Si algo ha demostrado Pedro Sánchez desde que, hace algo más de dos años fue elegido secretario general en primarias, es que es un superviviente nato. Ha superado dos desastres electorales, hasta llevar al PSOE a mínimos históricos, sin asumir ninguna responsabilidad e incluso se ha postulado para encabezar el Gobierno las dos veces. Presenta como un gran logro haber evitado el sorpasso de Podemos que daban por hecho las encuestas. Ahora está preparado para aguantar sin pestañear otro probable batacazo en el País Vasco y Galicia, argumentando que nunca se ha responsabilizado a un secretario general de los resultados de las autonómicas.

El secretario general sabe que el acuerdo a tres con Podemos y Ciudadanos que propugna es casi imposible. Albert Rivera se lo dejó claro una vez más ayer, aunque bien es sabido que el presidente de Ciudadanos es dado a cambiar de opinión. Pero esta vez su veto sí parece irreversible.

Podemos está por la labor, sobre todo porque el escenario de unas terceras elecciones en plena división interna sería muy preocupante. Pero metiendo en la ecuación a la antigua Convergència y ERC, a sabiendas de que es una vía muerta. Porque Sánchez también es consciente de que la investidura Frankenstein, como la bautizó Rubalcaba, es inviable, ya que necesitaría el apoyo de los independentistas catalanes, que está prohibido por el comité federal y que nunca aceptarían Susana Díaz y los barones.

¿Qué es entonces lo que pretende con la propuesta que va a hacer al comité federal? Sobrevivir una vez más y volver a doblar el pulso a los críticos, que desde las elecciones del 20D amagan con forzar su salida, pero no acaban de asestar el golpe. Obligar a la presidenta andaluza y sus aliados a que digan de una vez cuál es su apuesta para evitar la repetición de las elecciones. Solo Fernández Vara ha apostado por la abstención que facilite el Gobierno al PP.

Dudas sobre lo que hará Díaz

Díaz ha advertido a Sánchez de que no se puede gobernar con 85 escaños y que el PSOE debe pasar a la oposición. Pero, al mismo tiempo, mantiene su no a Rajoy, a quien pide que dé un paso atrás, pero sin aclarar que eso supondría que defendería la abstención ante otro candidato de su partido. Esa salida es tan inviable al menos como la que propone el líder socialista, porque el que gana dos elecciones consecutivas no tiene ninguna intención de marcharse. Ya lo ha dicho con toda claridad, está dispuesto a ir a unas terceras, en las que asegura que el PP sacaría más votos.

Es muy dudoso que Díaz esté dispuesta a forzar la caída de Sánchez en el comité federal y que apueste por una abstención que deje gobernar al PP. Sabe que una parte de la militancia lo vería como un golpe de estado palaciego ajeno a las bases. Por si acaso, Sánchez ha lanzado su órdago, convenientemente filtrado: si Díaz quiere guerra, que le dispute el liderazgo en primarias cuanto antes, el 23 de octubre.