La policía que nadie conoce ni controla

Melchor saiz-Pardo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó
El director general de la Policía, Ignacio Cosidó Juan Carlos Hidalgo | EFE

Una misteriosa brigada creada tras llegar el PP al poder, que se nutrió de agentes de la lucha contra ETA, está en el origen de los sospechosos casos que enturbian Interior

17 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha recibido multitud de nombres, entre ellos policía política, policía patriótica, policía antiindependentista, cloacas del Estado, el pequeño CNI o, incluso la CIA de Cosidó, quizás el nombre más desafortunado, porque el director general de la Policía jamás ha podido (o ha querido) controlar este grupo, que desde hace meses está absolutamente descontrolado y que fue creado por el recién jubilado director adjunto operativo del cuerpo, Eugenio Pino, con la aquiescencia de Interior. Su nombre oficial, sin embargo, es otro y no da pistas sobre su cometido. La mayor parte de esa policía política está o ha estado adscrita o relacionada directa o indirectamente con la Brigada de Análisis y Revisión de Casos (BARC). «Aunque ni mucho menos todos los agentes de la BARC se dedican a asuntos turbios», la unidad ha servido de parapeto a los funcionarios políticos, reconocen diversas fuentes de la seguridad del Estado.

La BARC es tan misteriosa que nada o casi nada ha trascendido de ella. La versión oficial del ministerio es que tiene como propósito exclusivo el de reabrir casos que están a punto de prescribir, como los casi 500 homicidios sin autor conocido en España. Pero agentes que han trabajado en esta brigada y con otro grupo de funcionarios, cercanos a la actual cúpula del cuerpo, dan otra versión de su verdadero funcionamiento. Nació en la primavera del 2012, solo unos meses después de la llegada del PP al poder. Para comenzar a funcionar, se destinaron 70 agentes de los servicios de información de la policía que hasta entonces se habían dedicado a la lucha contra ETA. No hubo concurso público. Todos fueron nombramientos de libre designación con tentadoras mejoras salariales.

Eso fue entonces, porque su actual plantilla es, como todo lo referido a la BARC, una incógnita, ya que desde el primer momento el Ministerio del Interior la hizo depender de la Unidad de Asuntos Internos. Ahí se presenta la primera incongruencia que revela su carácter irregular, ya que nada iba a tener que ver con la investigación de policías corruptos, sino con la reapertura de casos a punto de prescribir y habría tenido que encajarse en el organigrama de la Policía Judicial. No fue así, explican responsables policiales, porque solo con la adscripción a Asuntos Internos se podía garantizar el blindaje, su composición, personal y estructura. El catálogo de puestos de trabajo de todas las brigadas de Asuntos Internos es secreto.

Grabaciones

La BARC pasó a estar dirigida por el que entonces era uno de los hombres de más confianza de Pino, el jefe de Asuntos Internos, Marcelino Martín-Blas, hoy fuera de ese departamento y jefe de una de las facciones de las guerras de comisarios. Se ha convertido en el mayor enemigo de la cúpula más próxima al PP.

La mayoría de los comisarios, inspectores jefes y altos cargos de Interior que han aparecido en las últimas semanas relacionados con esa guerra intestina en la policía, aireada a raíz de las filtraciones de las conversaciones grabadas al ministro Jorge Fernández, se movieron en el entorno de la BARC. Según coinciden las fuentes consultadas, de esa camarilla, hoy dividida y a punto de desaparecer porque muchos de sus componentes están jubilados o a punto de hacerlo, han surgido los informes apócrifos y turbios casos que saltaron a los medios de comunicación en los últimos tiempos, incluida la operación Cataluña y el informe PISA, sobre la financiación de Podemos.