Los partidos mantienen el programa y las listas, pero cambian de estrategia

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo BAreño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Pilar Canicoba

La experiencia del 20D modifica el punto de mira de cada fuerza durante la campaña

29 may 2016 . Actualizado a las 10:09 h.

Cinco meses después de las elecciones generales del 20D, los partidos afrontan la campaña de los nuevos comicios con los mismos programas y prácticamente con los mismos candidatos a ocupar un escaño en el Congreso. La diferencia fundamental respecto a lo que ocurrió hace ahora cinco meses es que las cuatro principales fuerzas políticas han modificado sus estrategias. En ese cambio influyen fundamentalmente tres factores: el intento de los partidos de corregir los errores cometidos en la anterior campaña electoral; las posibilidades de pactos que vislumbra cada uno de ellos en función de los resultados de los pasados comicios y una idea más clara de cuál es el rival al que conviene apretar. 

 Mariano Rajoy

Amortizar al PSOE. En las pasadas elecciones, Mariano Rajoy convirtió al socialista Pedro Sánchez en el blanco principal de sus ataques. El PP consideraba que era con los socialistas con los que se disputaba la posibilidad de llegar al Gobierno y por ello se centró en debilitar al candidato del PSOE, Pedro Sánchez. El líder del PP rehuyó el cuerpo a cuerpo con Pablo Iglesias, aunque dio por hecho que este acabaría apoyando a Sánchez como presidente si daban los números. Y tampoco se mostró agresivo con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, pensando que sería su aliado para formar Gobierno. Ahora, la estrategia ha cambiado por completo. Rajoy pretende ningunear al PSOE dando por hecho que Unidos Podemos lo superará, y se centrará en alentar el miedo a un Gobierno presidido por Pablo Iglesias. En esa estrategia de dar por amortizado a Pedro Sánchez cabe interpretar su decisión de negarle un debate cara a cara por considerar que ahora mismo no es la principal alternativa a su Gobierno. Y, en cuanto a Ciudadanos, el ataque del PP será ahora sin piedad, tratando de recuperar el voto emigrado a la formación naranja recordando todos los días que Rivera prefirió pactar con Sánchez que con él. Rajoy no descarta en absoluto una coalición con Rivera tras el 26J, pero considera que cuento más débil sea la posición de Ciudadanos, más fácil le resultará conseguirlo. 

Pedro Sánchez

Marcar distancias con Iglesias. Pedro Sánchez centró todos sus esfuerzos de la anterior campaña en atacar al PP y a Mariano Rajoy, tratando de no romper puentes con Podemos, al que en todo momento presentó como un posible aliado para formar una mayoría de izquierdas en caso de que los números ofrecieran esa posibilidad. Sánchez se mostraba también especialmente duro con Ciudadanos y con su líder, Albert Rivera, a los que encuadró en todo momento como representantes de la derecha. Entonces, Sánchez advertía de que votar a Ciudadanos era votar al PP. La situación ha cambiado radicalmente. El líder del PSOE sabe ahora que hay un peligro real de que Podemos, y más tras su pacto con Izquierda Unida, acabe superando al PSOE. Sin dejar de atacar a Rajoy, lógicamente, Sánchez se tirará a degüello contra Pablo Iglesias, tratando de presentarlo como un radical de izquierdas, chavista y aliado con el comunismo, frente a la socialdemocracia del PSOE. Y, al tiempo, el líder socialista rectificará sus ataques a Ciudadanos, al que ahora ve como principal aliado, y no como la derecha, a pesar de que apelará al voto útil para no tener que depender del partido naranja. Si hace cinco meses el candidato del PSOE trataba de aparecer como un representante de la nueva política, asumiendo parte del discurso y hasta la imagen de los líderes de Podemos y Ciudadanos frente a un Rajoy al que los tres presentaban como un líder caduco, ahora Sánchez marcará diferencias con Iglesias y Rivera, postulándose con un perfil más presidencial y como única alternativa a Rajoy frente a dos outsiders de la política. 

Albert Rivera

Despegarse de Podemos. Perdida ya la virginidad política tras tener que fajarse en las negociaciones con el PSOE tras las pasadas elecciones, Ciudadanos se presenta ya con otra estrategia y otro perfil en los nuevos comicios. Si en la pasada campaña Albert Rivera garantizaba que no apoyaría ni entraría en ningún Gobierno, ni del PP ni del PSOE, ahora hará todo lo contrario, presentándose como una fuerza imprescindible para la formación de cualquier Ejecutivo y dejando la puerta abierta a formar parte de un Gobierno presidido por el PP o por el PSOE. Pero, de cara a ese escenario, y para justificar un giro que da al traste con su discurso de erigirse en alternativa a los partidos de la vieja política, el líder de Ciudadanos se marca como principal objetivo el apartar a Rajoy del liderazgo popular. Y, respecto a Podemos, si en la anterior campaña Rivera se mostró hasta cercano a Pablo Iglesias, con gestos de complicidad frente a Rajoy y Sánchez, ahora el ataque a Podemos será frontal y total. El partido morado pasará a ser también vieja política por su alianza con el comunismo y Rivera presentará a Iglesias como un peligro para España. Su viaje a Venezuela ha sido el primer capítulo de ese cambio de rumbo.

Sánchez advierte que «quienes apoyen a Iglesias están votando contra el PSOE»

Pedro Sánchez sabe que su batalla el 26 de junio no es con Mariano Rajoy y el PP. El discurso, como no puede ser de otra manera, es que el PSOE aspira a ganar las elecciones, pero el líder socialista es consciente de que se la juega contra Pablo Iglesias y Podemos por el segundo puesto. Evitar el sorpasso se ha convertido en la obsesión entre los socialistas. El secretario general del PSOE mostró ayer sus cartas en Ibiza con una apelación al voto útil de la izquierda para que no caiga en la tentación de apoyar a Podemos. «Quien vota a Iglesias está votando contra el PSOE», clamó en un acto en la isla pitiusa, según informa Colpisa.

Sánchez está convencido de que no puede esperar nada del líder de Podemos después de las elecciones porque «nunca apoyará a un candidato socialista a la Presidencia del Gobierno». Lo que no dijo es qué haría él en una situación a la inversa, es decir, si Podemos se convierte en la primera fuerza de la izquierda y el PSOE tiene en su mano convertir a Iglesias en presidente. Entre los socialistas, además de causar repelús ese escenario, la opinión mayoritaria es que en ningún caso darían sus votos para una investidura del secretario general del Podemos. En el PSOE son mayoría los que defienden que ante esa tesitura facilitarían un nuevo mandato de Rajoy.

En ese contexto hay que entender el comentario del líder socialista del viernes en las jornadas del Círculo de Economía en Sitges en el sentido que «no habrá unas terceras elecciones», aunque desde el equipo del candidato sostienen que se refería a una victoria suya, en cuyo caso habría Gobierno «en una semana». 

Pacto con Ciudadanos

El secretario general del PSOE aseguró también ayer que el acuerdo del PSOE con Ciudadanos no fue el obstáculo para el entendimiento con el partido morado porque era un pacto «progresista». Lo que lo hizo imposible, añadió, fue que Iglesias «tenía que votar a un socialista para la Presidencia del Gobierno».

En su empeño por arrancar el voto útil de la órbita de Podemos, Sánchez pidió a los votantes de izquierda que no recurran a «los intermediarios» para alcanzar un Gobierno encabezado por un socialista. «El intermediario siempre encarece el precio de las cosas. Y el precio a pagar por no asumir el trágala y el chantaje de Iglesias no puede ser que Rajoy siga siendo presidente del Gobierno».

Podemos dejará de centrar el eje en lo nuevo y lo viejo para hacerse con la hegemonía de la izquierda

La alianza de Podemos e IU es el punto de inflexión que modifica casi todo. Consciente de que el sorpasso al PSOE está al alcance de la mano, Pablo Iglesias participará con gusto en la estrategia de Rajoy de polarizar la campaña entre el PP y Podemos. Si en la anterior, el partido morado se presentaba como una fuerza transversal, anteponiendo la lucha contra la corrupción y la nueva política, ahora Iglesias sale a ganar desde la izquierda, y se postulará como la única garantía para encabezar un Gobierno de progreso. Podemos ya no presentará al PSOE como un posible aliado al que hay que obligar a abandonar los vicios del pasado, sino que tratará de convertirlo en un partido acabado al que no merece la pena votar porque solo una victoria rotunda de Podemos garantiza el fin del PP. Esa estrategia se visualizará en el debate electoral a cuatro, en el que Iglesias ya no se volcará en atacar a Pedro Sánchez y Albert Rivera, sino que irá a degüello contra el PP, con el que en realidad no se disputa el voto, tratando de tú a tú a Rajoy para dejar claro que ellos dos son los únicos candidatos a la presidencia del Gobierno. Iglesias es consciente de va a ser el blanco de todos los ataques y tratará de utilizar eso a su favor, destacando que si todos le atacan es porque puede ganar.