La investidura fallida de Pedro Sánchez pone en marcha el reloj hacia unas nuevas elecciones

César Rodríguez / Francisco Balado

ESPAÑA

Atlas TV

El aspirante del PSOE también perdió la segunda votación en el Congreso al no conseguir nuevos apoyos significativos. Recibió 131 votos a favor. Y 219 en contra. Comienza el plazo para que puedan formalizarse nuevas candidaturas. Termina el 2 de mayo. Si no hay una investidura fructífera, habrá una nueva cita con las urnas el 26 de junio

05 mar 2016 . Actualizado a las 11:59 h.

Los pronósticos se cumplieron. La investidura de Pedro Sánchez fue fallida. No hubo sorpresas. Ni cambios frente a la primera votación. Solo respaldaron al candidato socialista los diputados del PSOE, los de Ciudadanos y los canarios. Tanto Mariano Rajoy como Pablo Iglesias confirmaron en el debate previo lo esperado: iban a votar no. La suma de los escaños del PP y de Podemos invalidaban cualquier posibilidad de que el aspirante del PSOE consiguiera la mayoría simple que exige la ley. Y así fue.

Tal vez el único objetivo que consiguió en la sesión Pedro Sánchez fue «poner en marcha el reloj de la democracia». Tras su derrota -es el primer candidato que pierde una investidura desde la aprobación de la Constitución del 78- empieza la cuenta atrás para la hipotética convocatoria de nuevas elecciones. Una fecha límite emerge en el horizonte político, el 2 de mayo. Si para esa jornada nadie ha conseguido superar una votación de investidura, la decisión está tomada, por ley: se votará el domingo 26 de junio.

En este período Mariano Rajoy seguirá al frente del gobierno en funciones. Y corresponde a los partidos políticos buscar un acuerdo en forma de gran coalición (con el PP) o de gobierno de cambio (con, al menos, PSOE y Podemos) que a día de hoy parece improbable, pero que no puede descartarse. La legislación electoral no obliga a que haya nuevas votaciones. Y Parece evidente que nadie -ni Pedro Sánchez ni Rajoy- se someterá a otra investidura sin tener amarrados los votos o las abstenciones necesarias.

Antes de que la aritmética impusiera su ley en el pleno del Congreso, los líderes de los grupos parlamentarios mantuvieron un breve debate. Fue ágil porque lo exigía el formato, sin réplicas y con tiempos de intervención reducidos. Pedro Sánchez tuvo diez minutos. El resto, cinco. Y los del grupo mixto, tres.

Pedro Sánchez y el vacío de Rajoy

El socialista abrió el fuego lanzando dardos al líder del PP y justificando su candidatura. «Acepté el encargo consciente de que contribuía a solventar el vacío dejado por el señor Rajoy. A partir de mañana todo volverá a funcionar con normalidad», dijo antes de repasar los principales puntos del acuerdo «reformista y progresista» del PSOE con Ciudadanos y de reconocer que sabía que iba a perder la votación.

Pedro Sánchez abandonó la tribuna pidiendo que se votara «el sí al cambio» y con una profecía sobre el futuro: «Un nuevo gobierno tendrá que surgir del acuerdo, tendrá que reunir partidos con diferentes sensibilidades ideológicas y cualquier gobierno de cambio pasa por el PSOE».

Rajoy: «Un programa de ficción»

Rajoy subió al estrado. Y dejó claro lo que todo el mundo ya sabía: votarían no. Luego atacó a Sánchez: «No nos ha traído un programa de gobierno de verdad, acordado para tener los suficientes apoyos, por lo que no parece razonable que apoyemos un programa de ficción».

El líder del PP acusó al PSOE de padecer el síndrome de Adán, ««algo propio de mentalidades inmaduras, que piensan que el mundo comienza cuando llegan ellos». Rajoy reprochó a los socialistas que no hubieran querido pactar con los populares y reconoció que ya piensa en las elecciones del 26 de junio.

Iglesias y el beso

Como es habitual, Pablo Iglesias dio el golpe de efecto. Dedicó la mitad de su tiempo a departir sobre el beso que se dio con Xavier Doménech, de En Comú Podem, en el pleno del Congreso el martes, cuando se produjo la primera votación. Provocó la hilaridad de los diputados de todas las fuerzas al recordar como el ministro de Economía fue testigo del pico. «Esa mirada inquieta del señor de Guindos», dijo. «Parece que a partir de ese beso la política española se está calentando», continúo antes de hacer chistes a cuenta del supuesto interés de la política catalana Andrea Levy (PP) por un parlamentario de Podemos y decirle a Sánchez, «Pedro, solo quedamos tú y yo».

El líder de la formación morada también habló «en serio». Acusó a Pedro Sánchez de no contar con ellos. Y emplazó a los socialistas a volver a hablar, «a partir de mañana», tomando como ejemplo la coalición que gobierna la comunidad valenciana.

Rivera contra el PP

Llegó el turno del otro firmante del pacto que propició el intento de investidura, Ciudadanos. Subió al estrado Albert Rivera, que reprochó a Iglesias su frivolidad. «No sé si somos tan graciosos, pero vamos a hablar de la sesión de investidura», dijo antes de atacar a Rajoy, al que pidió que no fuera «perezoso» y que se leyera las medidas acordadas entre su partido y el PSOE.

El presidente del Gobierno en funciones es el principal rival del presidente de Ciudadanos. Lo dejó claro en la primera votación. Volvió a recalcarlo en la segunda. «Lamento que Rajoy vote hoy con Bildu o ERC», dice Rivera, que también lanzó otro dardo a Podemos: «Ojalá se parecieran ustedes al PCE de la Transición».

Patxi López tuvo que perdir orden para que Rivera pudiera finalizar su intervención apelando a la abstención de los dos partidos que han bloqueado la investidura de Pedro Sánchez. No tuvo fortuna.

El sí pírrico de Coalición Canaria

El resto del debate transcurrió sin intervenciones que se salieran del guión previsto. Solo hubo un cambio de postura, la de Coalición Canaria, que pasó de la abstención del martes al sí. No fue una gran sorpresa, días atrás ya se especulaba con un viraje que no cambió nada.

El horizonte del 26 de junio

Llegó la votación y los noes superaron abrumadoramente a los síes. Pedro Sánchez había perdido la batalla. El reloj se había puesto en marcha. La cuenta atrás tiene una fecha, el 2 de mayo, y un horizonte cada vez más cercano, el 26 de junio. Visto el reparto de fuerzas en el Congreso y las posturas de los partidos, 75 días después del 20D, un pacto que pueda conducir a una investidura fructífera sería una gran noticia.