El no de la CUP a Mas aleja la posibilidad de formar una gran coalición en España

R. gorriarán, P. de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Andreu Dalmau | Efe

En el PSOE consideran muy difícil un acuerdo con Podemos con el nuevo escenario

05 ene 2016 . Actualizado a las 11:38 h.

La onda expansiva del no de la CUP a Artur Mas rebasa los límites de Cataluña. La decisión de la izquierda independentista radical afectará también a las negociaciones previstas entre los partidos para la formación del Gobierno de España. Los socialistas siempre han dicho que ni siquiera la puesta en marcha del desafío independentista les disuadiría de su negativa a apoyar o facilitar un Ejecutivo del PP, pero un sí de los antisistema a la reelección del presidente de la Generalitat habría redoblado la presión que, desde la misma noche de las elecciones, han ejercido, entre otros, los poderes económicos del país, para que una sólida mayoría parlamentaria de populares, socialistas y Ciudadanos garantice la estabilidad y haga frente al reto secesionista.

Mariano Rajoy trasladó este escenario a Pedro Sánchez en la reunión que mantuvieron en la Moncloa el 23 de diciembre. Una mayoría independentista en el Parlamento catalán con una hoja de ruta de 18 meses para separarse de España, planteó el jefe del Ejecutivo, exigía una amplia mayoría en el Congreso para avalar las medidas necesarias que abortasen la aventura secesionista. Sánchez, a pesar de ese escenario, se negó. Sin embargo, no son pocos los barones socialistas que ante esa eventualidad podrían haberse repensado la negativa a la investidura de Rajoy, acordada en el último comité federal del partido.

No hará falta. El rechazo de la CUP ha liquidado, salvo pirueta de última hora, la posibilidad de que Mas encabece el Ejecutivo soberanista que trate de conducir a Cataluña hacia la independencia. Desaparecido por el momento el peligro, la necesidad de un Gobierno de las dos grandes fuerzas se desvanece. Aún así, Rajoy, volverá a abogar por la gran coalición en la reunión que ha convocado para hoy del comité de dirección del PP.

Con la vista puesta en mayo

El presidente del Gobierno considera que un Ejecutivo de «amplio espectro» es la mejor fórmula tanto para atender al desafío soberanista, aunque ahora haya entrado en una fase al ralentí al albur de lo que suceda en las nuevas elecciones. El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, insistió ayer en que lo ocurrido en Cataluña debe servir de «lección» para que España esté gobernada por un «acuerdo amplio, de estabilidad y de posiciones moderadas».

Lejos de allanar el camino a un entendimiento, el escenario catalán invita a pensar que será difícil evitar unas nuevas elecciones generales en torno al mes de mayo. Esa era ya la idea con la que trabajaban los principales barones socialistas, contrarios a la estrategia de pactos diseñada por Sánchez y su equipo. Si un acuerdo con Podemos resultaba ya difícil, tanto por su empeño por hacer el referendo sobre la independencia de Cataluña, ahora las cosas se han complicado aún más para el cuestionado secretario general del PSOE.

La formación que dirige Pablo Iglesias concurrió a las últimas catalanas con En Comú y no hay duda de que volverá a hacerlo en las próximas. La alianza de izquierdas, que hoy tiene como referente a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no solo no renunciará a defender la consulta sobre la secesión en la campaña sino que, una vez más, la convertirá en una de sus señas de identidad. Y, dado que los líderes territoriales socialistas lograron que Sánchez aceptara por escrito no sentarse siquiera a hablar con quien mantenga esa exigencia encima de la mesa, quedará atado de pies y manos para conseguir su particular cuadratura del círculo: el apoyo de Podemos, IU, En Comú, Compromís y En Marea a su investidura y la abstención de Ciudadanos.

Aún así, la repetición de comicios en Cataluña también puede tener impacto en la crisis interna que atraviesa el principal partido de la oposición hasta dar un balón de oxígeno, siquiera temporal, a su hoy número uno. Incluso en el sector que presionaba para que el próximo congreso del partido se celebre «en tiempo», es decir, a finales de febrero o principios de marzo, admiten que la cita obligaría a alterar el calendario «unas semanas». Los partidarios de que Susana Díaz tome las riendas tendrán que esperar.