La CUP reitera su rechazo a apoyar a Artur Mas al frente de la Generalitat

EFE

ESPAÑA

Atlas TV

Raül Romeva, cabeza de lista de Junts pel Sí, ha sido recibido con gritos de «president» a su llegada al acto

09 oct 2015 . Actualizado a las 07:59 h.

La CUP venderá muy caro su apoyo a Junts pel Sí. Si Artur Mas y la candidatura de Convergència y Esquerra quieren contar con los diez diputados antisistema para formar un gobierno independentista, tendrán que saltarse la legalidad española desde el minuto cero e iniciar una transición unilateral hacia la república catalana. Un precio muy caro. La CUP, que el 27S se erigió en la formación clave para la gobernabilidad de Cataluña, fijó ayer las líneas maestras de la negociación que ha emprendido con Junts pel Sí para sellar un acuerdo que permita al secesionismo culminar el proceso. La CUP quiere afrontar las conversaciones desde la premisa de que lo primero que hay que acordar son los puntos programáticos y dejar para el final el debate sobre las personas. El partido asambleario insistió en que no ha variado su posición de rechazo a Mas como presidente, aunque evitó los vetos explícitos para favorecer el clima de las negociaciones. Si durante la campaña el no a Mas fue uno de los temas centrales de sus discursos, ahora el foco se ha trasladado al programa. Un aspecto que será difícil de asumir para Convergència, un partido de orden, asociado a la burguesía y con tradición pactista. Los convergentes proponen una transición hacia la independencia negociada con Madrid, mientras que la CUP le pide «unilateralidad». «No estamos para formar un gobierno autonómico, sino para la construcción de la república», señaló Anna Gabriel, número dos de la formación. El punto clave para el grupo anticapitalista está en la ruptura inmediata de la legalidad española. «Este proceso de liberación nacional solo se puede hacer separándonos del marco legal español», señalaron. Esta ruptura debería concretarse a corto plazo desobedeciendo las sentencias del Tribunal Constitucional y algunas de las leyes aprobadas por el Gobierno del PP, como la Lomce o la ley mordaza. La exigencia de la CUP llega tan lejos que incluso reclama a Junts pel Sí que este quebranto de la ley debería visualizarse con una declaración institucional de ruptura en el Parlamento catalán «antes de la formación de gobierno y de la elección de presidente». Por tanto, en menos de un mes. El otro punto sobre el que gira la propuesta de la CUP es la puesta en marcha de un plan de choque social, cuya aplicación sería «inmediata». La formación anticapitalista propone además la apertura de un proceso constituyente. «Diga lo que diga la legalidad española, la Cámara catalana deberá ser una asamblea constituyente», afirmó Antonio Baños, número uno de la lista por Barcelona. Si hay ruptura, plan de choque social y proceso constituyente, entonces la CUP se avendrá a negociar la investidura de Mas. «Esto no va de investir nuevos gobiernos autonómicos ni de negociar nuevos encajes, no queremos cargos ni privilegios. Esto no va de cargos ni de nombres», dijo Josep Manuel Busqueta. «Fiamos el futuro del país al contenido del programa y no a una persona» Según Anna Gabriel, el futuro del país no puede girar en torno a una persona, en referencia a la investidura de Mas. «Fiamos el futuro del país al contenido del programa y no a una persona, no hemos variado la posición que teníamos», dijo. Fue la única alusión al apoyo al presidente en funciones, en una conferencia a la que asistieron Raül Romeva, Jordi Turull y Oriol Amorós. «He venido a escuchar y a tomar nota», dijo Romeva a la salida. Como reconocen en la formación cupista, están en una situación «crítica», pero que la bendicen porque nunca habían sido determinantes en la política catalana. Los dirigentes de la CUP deshojan la margarita y se debaten entre Mas, sí, y Mas, no. La decisión la tendrían clara si no fuera porque si se decantan por no apoyar al líder de Convergència, provocarán que el proceso salte por los aires y el presidente de la Generalitat, salvo tamayazo histórico, se verá obligado a convocar nuevas elecciones para las que ya suena hasta la fecha del 6 de marzo. La CUP hizo bandera durante la campaña de su rechazo a Mas, al que ven como el representante de la política de austeridad y de recortes, como el hijo político de Pujol y el líder de un partido salpicado por la corrupción. Con estas premisas, entienden que Mas no puede liderar la creación de una república catalana. Y romper la promesa electoral de no hacer presidente a Mas significaría una pérdida de credibilidad para la CUP.