Investigan si el asesino de Majadahonda pudo matar y trocear a otras cinco mujeres

Melchor Sáiz-Pardo COLPISA / MADRID

ESPAÑA

Sergio Barrenechea | EFE

Tanto la tía del detenido, propietaria del piso que él alquilaba, como otras tres inquilinas anteriores y una prostituta se hallan en paradero desconocido

21 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«No descartamos nada. Ahora la prioridad absoluta es encontrar a Adriana G. viva o muerta. Luego habrá que investigar qué pasó con las tres anteriores inquilinas del chalet, con la tía del detenido y con esa prostituta desaparecida». Los mandos de la Policía Judicial de la Guardia Civil se muestran muy cautos ante la posibilidad de que el hombre de 32 años arrestado en Madrid, acusado de matar y descuartizar a su inquilina argentina de 55 años, sea en realidad un asesino en serie.

Por el momento -insisten- solo se investiga un único asesinato, pero el modus operandi, la frialdad del arrestado y su «perfil psicopático y esquizofrénico» hacen a los funcionarios temer lo peor.

Este lunes, los especialistas de Policía Judicial y del Grupo de Criminalística del instituto armado volvieron al adosado del número 6 de la calle de La Sacedilla de Majadahonda acompañados del detenido, del que solo se conoce la primera letra de su nombre, B, su abogado y el secretario judicial. Su objetivo era el mismo que en el anterior registro: encontrar pruebas que confirmen la única tesis con las que trabajan los investigadores.

Esto es, que el sospechoso, probablemente en fechas cercanas al 1 de abril, mató en un ataque a su inquilina, que había regresado de Buenos Aires solo dos días antes. Y que luego, probablemente la madrugada del 8 de abril, sabedor de que su familia en Argentina ya había alertado de su desaparición, se deshizo del cuerpo. Para ello, según fuentes de la investigación, primero intentó machacar el cadáver con la pequeña trituradora casera de carne que guardaba en su garaje y, tras no conseguir su objetivo (al menos, totalmente) descuartizó el cadáver de su víctima y lo tiró en tres bolsas en diferentes contenedores de Majadahonda. La búsqueda de esos supuestos restos en el vertedero de la localidad de Pinto, donde se llevan los residuos de Majadahonda, hasta el momento sigue sin dar resultado alguno. Los especialistas de Criminalística todavía analizan los restos de la trituradora para poder extraer muestras de ADN que comparar con el del hermano de Adriana G., que se desplazó a Madrid recientemente. Los expertos también tratan de extraer restos genéticos de las pequeñas manchas de sangre que hallaron en la vivienda.

En esa casa todo ha sido «limpiado meticulosamente», según confirmaron mandos de la investigación. La mitad de la vivienda, incluso, había sido pintada poco antes de que el sospechoso fuera detenido y, posteriormente, enviado a prisión.

Sin respuestas

El interrogatorio del detenido no ha arrojado nada de luz. El presunto asesino, también hoy, se mostró «tremendamente frío» durante el registro.

El arrestado, que demuestra una y otra vez sus conocimientos de derecho penal, no ha aclarado por qué tenía una trituradora en casa o por qué el coche de la víctima ha aparecido en las inmediaciones de su domicilio habitual, en Móstoles. Ni una palabra tampoco sobre el móvil de la ciudadana argentina desde el que, supuestamente después de ser asesinada, su verdugo se dedicó a mandar mensajes de texto a su familia diciendo que había llegado bien a España y que se volvía a marchar de viaje. Tampoco nada de nada de la carta que supuestamente redactó en nombre de su presunta víctima para informar al Burger King en el que trabajaba que se iba a vivir a Barcelona.

Esta frialdad, y lo meticuloso de sus esfuerzos por borrar cualquier huella y que nadie notara la falta de su víctima, es lo que hace sospechar a la Policía Judicial que había usado este mismo modus operandi antes.

El temor de la Guardia Civil se fundamenta en que, al menos tres de sus anteriores arrendadadas en la casa de Majadahonda tenían un perfil muy parecido a las de Adriana G.: mujeres que vivían solas en la habitación alquilada y de origen extranjero. Por ahora, los investigadores no han podido localizarlas.

Tampoco la Guardia Civil ha dado con el paradero de la tía del detenido, quien supuestamente hace cuatro años le dejó en usufructo el adosado de Majadahonda. Según el sospechoso, la mujer fue internada en una residencia de Ávila, pero asegura no recordar en cuál. También sola y extranjera era una prostituta desaparecida hace meses en la zona oeste de la región, muy cerca de la que los investigadores llaman ya la «casa de los horrores».