El PSOE quiere identificar a Podemos con Anguita

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

05 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En estas semanas aparentemente de paz política pero de efervescencia interna, sobre todo en el PP, donde alcaldes y barones temen lo peor el 24 de mayo, todo el mundo busca referentes para demostrar bien su posición. Pedro Sánchez trata de fijar así la frontera que separa al PSOE de Podemos: «Mi referente es Felipe González y el de Pablo Iglesias es Julio Anguita». No hay duda de que su mejor aliado y pedagogo es Felipe al defender a políticos presos venezolanos del atropello de Maduro mientras Pablo Iglesias y los eurodiputados de Podemos e Izquierda Unida no votan en Estrasburgo en favor de su liberación. A quienes visitan el despacho de Sánchez en Ferraz no se les escapa que preside la estancia una gran foto con un mitin de González en la Monumental de Barcelona llamando al cambio. Y los que tienen buena información de Córdoba cuentan de las frecuentes visitas a Julio Anguita que en los últimos tiempos realizaron Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero. Todo va cuadrando. Otra cosa es que en esa comparación salga perdiendo Pablo Iglesias, ciertamente coincidente con Anguita en sus planteamientos ideológicos, pero le limita su imagen, porque el dirigente comunista no fue nunca un candidato ganador. Y Pablo Iglesias, antes de que las elecciones andaluzas le bajaran los humos, ya se proclamaba como «líder de la oposición» y soñaba con ser primera fuerza en noviembre.

A esa alineación Sánchez-González e Iglesias-Anguita se suma la que trata de establecer Albert Rivera con Adolfo Suárez declarando a menudo su admiración por el político que pilotó la transición. Y falta por ver cómo se definen en materia de referentes los dirigentes con más posibilidades de reemplazar a Mariano Rajoy en el PP si las cosas siguen empeorando electoralmente, habida cuenta de que la mejoría económica de las macrocifras no parece decidir a una parte del electorado a apoyarlo de nuevo. De momento. El domingo 24 de mayo por la noche tendremos la segunda medición electoral real y en las semanas siguientes, a la vista de las alianzas, datos ciertos sobre posibles alianzas en el futuro Gobierno de España.

En ese posible relevo de Rajoy en su día, que ahora debería pasar por el refuerzo de la dirección del partido y del Gobierno, destacan tres personajes: Soraya Sáenz de Santamaría, Alberto Núñez Feijoo y Alfonso Alonso, ministro de Sanidad, antes portavoz parlamentario del PP y en sus inicios alcalde de Vitoria. Buenos comunicadores los tres y con imagen de eficacia en su gestión, estos son los nombres del futuro en el PP cuando Rajoy y las urnas lo estimen oportuno. Por el camino quedó Dolores de Cospedal. Cabe destacar que, para un concurso de méritos, aunque las cosas no van así en política, Núñez Feijoo puede presentar en su haber dos victorias por mayoría absoluta en las elecciones gallegas, algo solo al alcance de Fraga en su mejores días. Pero ni siquiera ese sería su referente. Hay veces que mirar atrás no es recomendable y eso le pasa al PP con Fraga y Aznar, y al PSOE con Zapatero.

Preguntado por cómo ve la tensión de cambio en España, ante lo que podríamos denominar como una posible segunda transición, el presidente gallego es claro: «No creo que España esté para tumbarse en el diván del psicoanalista y empezar a pensar quiénes somos y a dónde vamos. No hay que buscar ejemplos fuera. Miremos hacia la transición y, sin volvernos locos, reformemos lo que haya que reformar, por ejemplo la financiación de los partidos políticos, que es el origen de tantas corrupciones. Pero cuando hay temporal, no es recomendable cambiar de barco».

Cierto es que si Dios no lo remedia, tendremos antes de las generales otra elección en Cataluña, el 27 de septiembre, para la que ya se ha firmado un preacuerdo Convergència-Esquerra. Fíjense: Convergencia sí, pero Unió no, con lo que casi está cantada la ruptura de la tradicional alianza entre pujolistas y democristianos. Y también allí nadie puede invocar el referente Pujol, por lo que hasta Artur Mas acude huérfano a elecciones, salvo el mandato divino de conseguir la independencia del que se siente ungido. En Cataluña, los socialistas, que no remontan en las encuestas, buscan a un Ángel Gabilondo, una personalidad independiente de prestigio, para encabezar sus listas. Harán bien. Porque se da por hecho que Ciudadanos crecerá sobre ellos y el PP, mientras que Podemos purgará la cosecha de votos independentistas que caían en aquella cesta como simple expresión de su malestar. La cosa es tan seria -hasta podría ser segunda fuerza, según una encuesta de la Generalitat- que Mas arremete contra Podemos en cuanto puede. Vienen tiempos excitantes, no lo duden.