PP y PSOE se desafían a suprimir aforados, pero ninguno da el paso

mariluz ferreiro SEVILLA / ENVIADA ESPECIAL

ESPAÑA

JON NAZCA | Reuters

Los populares piden que se haga en Andalucía, y Susana Díaz, que empiece Rajoy

18 mar 2015 . Actualizado a las 07:48 h.

Para los partidos políticos, hay camisas que solo son de once varas si le sientan bien al contrincante. Sucede con las diputaciones provinciales. También con los aforados. Es una de esas armas arrojadizas que se suelen utilizar desde la oposición. El PSOE lo hizo recientemente en el Congreso. Y ahora el PP la esgrime también en la campaña andaluza. Su candidato a la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, propuso retirar esta protección a los diputados andaluces. Lo hizo en el debate a tres televisado y la polémica marcó en rojo la agenda de la lucha electoral. Susana Díaz sugirió a Moreno que «convenza a Rajoy» y lo retó a pactar la decisión antes del domingo, pero extendiéndola a toda España.

Ningún otro país europeo cuenta con tantos aforados. En España hay unos 17.600 frente a países que no tienen blindaje alguno para sus máximas autoridades. El pasado verano, el que era entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, lanzó un globo sonda señalando que preparaba una reforma que incluía reducir el número de aforados a 22. Pero los populares no tardaron en corregir a Gallardón.

A los partidos les cuesta poner el cascabel al gato del aforado. PP y PSOE se esfuerzan por mostrar su compromiso contra la corrupción, en prometer que hay cosas que han cambiado. Pero todo depende del dónde y del cuándo. No es lo mismo retirar el aforamiento en la Andalucía socialista en pleno caso de los ERE. O en la Valencia popular durante la operación Gürtel. De hecho, desde el PP no aclaran si la medida propuesta por Moreno se aplicaría en otras comunidades.

Sin pacto en el Congreso

El mes pasado, las distintas fuerzas del Congreso coincidieron en que hay «demasiados aforados». Pero no lograron acordar un mecanismo para limitarlos. Para este caso, el de diputados, senadores y miembros del Gobierno, sería necesaria una reforma de la Constitución.

Las nuevas formaciones políticas intentan mantener la línea divisoria con respecto a la «vieja política». Culpan a PSOE y PP de no haber cambiado la ley cuando han tenido oportunidad y tachan esta promesa de simple maquillaje.

En Andalucía, los partidos emergentes intentan mantener la línea divisoria con lo que consideran «vieja política».

Susana Díaz fue acusada este mismo año de blindar a tres de los diputados imputados al incluirlos como miembros de la Diputación Permanente y evitar que perdieran su privilegio después de que disolviera el Parlamento regional. La decisión ni siquiera contó con el apoyo de IU, que era socio de Gobierno del PSOE.

Rajoy dice que los votos que no vayan a su partido solo apuntalarán a los socialistas

Las alianzas no serán necesarias a partir del próximo lunes porque el PSOE andaluz dice que va a lograr una mayoría amplia, no se atreve a decir absoluta, en los comicios del domingo. Un resultado que la candidata socialista Susana Díaz dice tener «al alcance de la mano» y, por tanto, no quiere distraerse en «líos de partidos ni hablar de pactos» como, dice, hacen otras formaciones. Justo lo contrario de lo que dice el PP, cuyo presidente, Mariano Rajoy, insistió ayer en Málaga en sus dos tesis centrales de la campaña: que Andalucía necesita un cambio después de 30 años de gobiernos socialistas, y que esto solo será posible votando al PP, porque hacerlo a cualquier otro partido acabará convirtiéndose en apoyo al PSOE con los pactos poselectorales.

Ante las tres mil personas que asistieron a su mitin en Málaga, Rajoy señaló, en alusión a Ciudadanos, que el PP no está «para apuntalar al socialismo ni de bisagristas de nadie, ni para decidir entre uno u otro», sino para gobernar y «dar un cambio a la situación» de Andalucía, algo que, dijo, sería bueno para España. Susana Díaz respondió que «algunos necesitan hablar de pactos, de acuerdos o de líos, pero eso no es lo que interesa a los andaluces y, por lo tanto, no es lo que me interesa a mí». La gente, prosiguió la aspirante a la reelección, «me dice por la calle» que quiere un Gobierno «estable y fuerte», y para eso, dijo, tiene la mayoría «al alcance de la mano».