Baja el apoyo al independentismo y a los independentistas en Cataluña

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Aumenta la diferencia entre los contrarios y los partidarios de la secesión, y CiU y ERC perderían la mayoría absoluta que sumaban desde 1984

14 mar 2015 . Actualizado a las 09:06 h.

A seis meses para las elecciones catalanas, planteadas en clave de plebiscito, el porcentaje de catalanes que rechaza la independencia se sitúa en el 48 % de la población, frente al 44 % que está a favor de la secesión, según el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (el CIS catalán). La diferencia entre los que prefieren que Cataluña siga dentro de España y los que apuestan por la separación es de cuatro puntos, mientras que en diciembre pasado era de solo un punto. Ese sondeo marcó un cambio de tendencia porque era la primera vez en los últimos dos años que los favorables a la independencia no eran mayoría. El cambio se ha consolidado en los primeros tres meses del 2015 y queda muy lejos de los datos de octubre del 2012, después de la primera manifestación multitudinaria de la Diada, cuando el sí a la independencia se situó en máximos históricos del 56 %.

Según el director del CEO, Jordi Argelaguet, el soberanismo está «estancado» porque de alguna manera hay una parte de la población catalana que ya se está anticipando a un nuevo escenario en la política española, y aún está dispuesta a dar una última oportunidad al Estado con una eventual reforma constitucional.

CiU, en mínimos históricos

El desplome del secesionismo no solo se refleja en el hecho de que el 54 % de la población no se considere independentista, seis puntos más que hace un año, frente al 42 % que sí abraza el soberanismo, cinco puntos menos que en marzo del 2014, sino también en el frenazo que sufren CiU y Esquerra en sus expectativas electorales. Si las elecciones previstas para el 27 de septiembre se celebraran hoy, CiU obtendría entre 31 y 32 escaños -en el 2012 logró 50 y en el 2010, 62-, mientras que Esquerra, que tuvo 21 en el 2012, sumaría 30 o 31. Por primera vez desde 1984, las dos formaciones que impulsan el proceso independentista no sumarían la mayoría absoluta en el Parlamento catalán.

Para alcanzar esa barrera, situada en 68 escaños y con la que pretenden reemprender la fase final del proceso que culmine en la declaración de independencia, CiU y ERC deberían sumar sus diputados con los 10 u 11 parlamentarios que el sondeo del CEO otorga a CUP. Sería un nuevo tripartito, en este caso entre la derecha nacionalista y la extrema izquierda independentista, que reflejaría que se está produciendo un trasvase de votos de Convergència hacia Esquerra y de los republicanos hacia la CUP. Lo que estaría por ver es si con 71 o 74 diputados (entre los tres tienen ahora 74), es suficiente para declarar la independencia, cuando por ejemplo para reformar el estatuto de autonomía hacen falta dos tercios de los escaños.

CiU, según el CEO, está en el peor momento de su historia, tanto en escaños como en intención directa de voto, donde se ve superada por Esquerra.

El CEO prevé una fuerte irrupción de Podemos, que sería el partido más votado en las generales en Cataluña, y se colocaría como tercera fuerza en unas autonómicas empatado con Ciutadans con 16 o 17 diputados. El PP se convertiría en la quinta fuerza con entre 13 y 14 diputados; el PSC pasaría de ser el tercer partido al sexto con 11 o 12 escaños; la CUP subiría hasta los 10 u 11, e Iniciativa se quedaría con entre 6 y 8.

Convergencia y Esquerra pactan una hoja de ruta para avanzar hacia la secesión tras el 27-S

Convergencia, Esquerra, la Asamblea Nacional Catalana y varios grupos menores sellaron ayer un principio de acuerdo sobre la hoja de ruta que pretenden seguir para alcanzar la secesión, en caso de que las fuerzas independentistas obtengan una mayoría absoluta el 27-S.

Las formaciones soberanistas, básicamente Convergència y Esquerra se comprometieron a convertir las elecciones del 27 de septiembre en el «mecanismo legal para conocer la voluntad del pueblo catalán sobre su futuro político». No hablan de plebiscitarias, término al que se oponen Iniciativa y CUP, pero la intención de Mas y Junqueras es obtener el mandato de la ciudadanía para aprobar una «declaración solemne en el Parlamento de Cataluña sobre el inicio del proceso que nos debe llevar a la constitución del nuevo estado o república».

El documento pactado es inconcreto, ya que no fija plazos y evita el concepto de declaración unilateral de independencia, como pretendía Esquerra. Simplemente, proclama la intención de abrir el camino hacia un nuevo Estado (no dice independiente). El texto sí se refiere en cambio al objetivo de la república catalana.

El manual de instrucciones tras 27-S contempla iniciar un «proceso constituyente», «desarrollar los mecanismos de transición nacional y las estructuras de estado» y concluir con la «culminación democrática del proceso por parte del pueblo de Cataluña», que habría que interpretarse como un referendo para decidir sobre la independencia. Eso sí, en este punto es más ambiguo, ya que Esquerra solo acepta un referendo para ratificar la constitución de la Cataluña independiente, mientras que Mas es partidario de unos nuevos comicios y una consulta posterior para ratificar el hipotético nuevo estado.