Las musas de la debacle chavista

Julio Á. Fariñas GUARIMBAS

ESPAÑA

01 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El comandante Chávez llegó al poder por las urnas en 1999, después de haberlo intentado sin éxito por las armas. Para el cambio radical que propugnaba contó con el apoyo del denominado Polo Patriótico, formado por una decena departidos que iban desde la extrema izquierda hasta la derecha, coordinadas por Hiram Gaviria.

El nexo en común de ese conglomerado político tan heterogéneo fue la oferta de Hugo Chávez de acabar con los vicios y con los déficits que el sistema democrático había acumulado en los años del bum petrolero de la Venezuela saudí. El desencanto no tardó en llegar. Gaviria solo aguantó con él dos años. Todos los demás fueron marcando distancias y alguno ha acabado entre rejas, como el propio general Isaías Baduel, su compadre, que lo repuso en el poder después del golpe de Estado fallido -otros lo han visto como un autogolpe- del 11 de abril del 2002.

El vacío generado por los desencantados fue cubierto, en buena medida, por los asesores externos. Los primeros en llegar fueron los cubanos. Su papel fue clave para poner en marcha las famosas misiones, unos servicios sociales organizados a instancias de Fidel que no dejaron de engordar a costa de la marea de petrodólares, gracias a las cuales pudo salvar el referendo revocatorio de agosto de 2004.

Los gurús

Después de los cubanos llegaron los europeos, fundamentalmente españoles. Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias es de los que más se habla ahora, pero no fueron los únicos. Monedero ejerció durante cinco años gurú del inquilino del palacio presidencial de Miraflores, al que le vendió -parece que a buen precio- sus teorías sobre la economía social, amén de prepararle citas sobre textos marxistas para sus discursos.

La plasmación práctica de esa economía social, tal y como la entendía Monedero, son el desabastecimiento de productos básicos, las colas kilométricas que padecen a diario los venezolanos, la inflación más alta del mundo y la corrupción rampante que padece el país. Eso que unos llaman revolución otros lo definen como «robolución». ¿Cuál será la versión hispánica?