Que la política no arruine la tímida recuperación

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Normalmente los años electorales resultan poco productivos para la toma de decisiones

18 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis institucional en España tiene origen en la prolongación de la crisis económica», afirma José María Serrano, catedrático de la Universidad de Zaragoza. Y teme -desde el Circulo Cívico de Opinión- que, ahora que parece que la economía da síntomas de enderezarse, esa tímida recuperación la pueda arruinar el año electoral en el que estamos. «Puede convertirse en un año perdido», estima.

Interesante reflexión la de este colectivo de la sociedad civil, poco numeroso pero selecto, del que forman parte economistas, sociólogos y filósofas como Victoria Camps y Adela Cortina. Son muy oportunos, aunque poco difundidos, sus análisis mensuales, a modo de carta de navegación del rumbo que lleva este país.

Normalmente los años electorales resultan poco productivos para la toma de decisiones. Los que gobiernan no quieren adoptar medidas para no molestar a los electores y los que están por llegar inundan de promesas su campaña, aunque difícilmente puedan cumplirse después. Entretanto, los problemas se aparcan. El caso más clamoroso y reciente se ha producido en la política catalana. El año pasado, mientras todo el debate en los medios y en la política era independencia cuando y cómo, morían en Cataluña -Sabadell y Barberá del Vallés- doce personas por un brote de legionela. Pero ni el problema, ni las víctimas suscitaron demasiada atención del presidente Artur Mas, ni un debate en el pleno del Parlament, ni una triste comisión de investigación. La explosión de banderas suele aprovecharse para tapar realidades incómodas.

El 2015 va a ser año electoral por excelencia, más todavía que el 2011, ya que a las elecciones municipales y autonómicas de primavera, se suman las generales de otoño y ahora, además, catalanas en septiembre y quizás andaluzas coincidiendo con alguna de estas tres citas. Basta mirar el calendario para comprender que quedará poco tiempo para gobernar. Moncloa ya ha advertido que este año va de perfil bajo y talante suave, en la medida de lo posible. Pero algo peor para la economía: la incertidumbre. Las previsiones electorales de irrupción de una fuerza como Podemos, introducen una incógnita que no se sabe como será digerida por los sectores empresariales. La sucesión de citas electorales -mayo, septiembre y noviembre- dará pie a confirmar el asentamiento de la formación de Pablo Iglesias, que parece garantizado, aunque algunos todavía sueñen con que se diluya y no sea tan importante como indican los pronósticos.

La novedad es sin duda Podemos, pero atención a Ciudadanos: frente al golpe de imagen del caso Gürtel sobre el PP y el hastío de los que no quieren votarlo, ni tampoco al PSOE porque lo consideran desgastado, solo quedaba hasta ahora con fuerza la alternativa de Podemos. «Pudimos», como dibujaba un cómico, o sea Izquierda Plural, no acaba de suscitar confianza para crecer mucho más, como se vio en las europeas. Ahora Ciudadanos parece progresar en expectativas en el espacio de centro que quiso ocupar pero desaprovechó Rosa Diez con dos sonados puntos negativos el último año: el conflicto con el eurodiputado Sosa Wagner, que algunos no le perdonan, y su negativa a firmar con Albert Rivera de Ciudadanos. En realidad son dos puntos en uno: Rosa Diez tiene dificultades para compartir cartel y puede estar perdiendo oportunidades. Aunque tarde, desde Cataluña llega a España Albert Rivera, para ocupar el centro. Difícilmente cualquier fuerza nueva, incluida Podemos, aun con muchos votos, tendrá más diputados que PP y PSOE, porque en España se celebran en realidad 52 elecciones, es decir una por provincia y en todas aquellas en las que solo hay tres o cuatro diputados en juego, que son la mayoría, es muy difícil obtener un diputado más allá del PP o del PSOE.

Pero nunca se sabe. A día de hoy todo está abierto y la ciudadanía decidirá. Seria bueno que el fragor de la batalla política no arruinara este año la posibilidad de recuperación de la economía. Es un lujo que no nos podemos permitir.

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