La madre de las niñas asesinadas en Asturias pidió una orden de protección que no le fue concedida

M. C. C. REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

El padre de las menores, de 9y 7 años de edad, las habría matado para, posteriormente, suicidarse arrojándose por un viaducto

28 nov 2014 . Actualizado a las 22:31 h.

El parricida de San Juan de la Arena (Asturias), José Ignacio Bilbao Aizipurua, que se suicidó el jueves tras acabar con la vida de sus dos hijas de 7 y 9 años, había sido denunciado por maltrato por su mujer, que llegó a pedir el pasado año en el juzgado medidas de protección personal que no le fueron concedidas. Son datos oficiales, facilitados ayer por el consejero de Presidencia del Principado de Asturias, Guillermo Martínez, que refuerzan la tesis de que detrás de este brutal crimen está la venganza de un padre que no supo asimilar una ruptura sentimental.

La pareja se había separado recientemente, después de que las riñas y las amenazas se convirtieran en una constante. En el 2013, la madre de las niñas pidió una orden de alejamiento de su pareja en un juzgado de Pravio después de lo que definió como «una discusión subida de tono». En su declaración ante la Guardia Civil aclaró que solo hubo gritos y malas palabras, no violencia física ni amenazas del progenitor hacia las menores. En la denuncia, según recogen varios medios asturianos, la madre hizo constar que no quería que sus hijas cortasen la relación que mantenían con su padre. Tras la declaración y la valoración de las circunstancias, el juzgado de Pravia, de acuerdo con la Fiscalía, acordó el sobreseimiento de las diligencias denegando la orden de alejamiento.

La relación de la pareja ya estaba rota. En junio del pasado año, la madre de las niñas presentó una demanda civil para reglar el régimen de visitas y la pensión mensual que debería asumir el padre de las menores. En noviembre se determinó que Amets, de nueve años, y Sara, de siete, estarían con su progenitor los martes y los jueves por la tarde. Y anteayer seguían este protocolo cuando José Ignacio Bilbao Aizipurua acabó con la vida de ambas, propinándoles brutales golpes con una barra metálica en la casa que tenía alquilada en la localidad de San Juan de Arena, a la que se había trasladado tras su separación. Se trata de un pequeño núcleo costero de apenas 1.500 habitantes que forma parte del municipio de Soto del Barco. Es un pueblo tranquilo, en el que José Ignacio Bilbao residía desde hace meses. Sus vecinos lo definieron como un hombre normal que no era excesivamente conocido. Solía acudir a un establecimiento próximo a su domicilio a tomar café, algo que hizo también el mismo día del crimen. Estuvo conversando tranquilamente con el dueño del bar sin que este le viera nervioso ni afectado.

Poco conocido

«Era una persona que se relaciona poco. Creo que con el único que hablaba era con mi marido. Cuando mi esposo se enteró del suceso dijo que era imposible que hubiera sido él. No se lo creía», explicó Josefa Barriga Garrido, mujer del propietario de El Parque, el establecimiento que frecuentaba el parricida.

Bilbao, tras el café, recogió a sus hijas que vivían con su madre en Soto del Barco y las llevó a su casa alquilada en el número 56 de la avenida los Quebrantos, donde cometió el crimen. Después de matarlas, cogió su coche, un Citroën Xantia, y se desplazó al viaducto de la Concha de Artedo. Allí se suicidó, lanzándose al vacío desde 110 metros de altura.

La peor imagen posible

La Guardia Civil localizó horas después el cadáver del hombre, y ante la preocupación expresada por los familiares de las niñas, acudieron al domicilio de José Ignacio Bilbao, temiendo ya lo peor. «La imagen que nos encontramos al entrar en el escenario del crimen no era tremenda... sino lo siguiente», describía uno de los agentes del dispositivo a la agencia Efe.

El luto por lo ocurrido se extendió ayer por toda Asturias. Crespones negros en homenaje a las víctimas colgaban de viviendas y edificios públicos. Los dos más grandes se situaban en el ayuntamiento de Soto del Barco donde para hoy hay convocada una concentración silenciosa en señal de repulsa por el parricidio.

Las clases en el colegio Gloria Rodríguez al que asistían las hermanas de 9 y 7 años se suspendieron ayer de manera espontánea, al no asistir prácticamente ningún niño a clase, mientras que los diputados asturianos guardaron un minuto de silencio en el pleno celebrado en el Parlamento del Principado.

El parricida era natural de Basauri, (Bilbao), aunque llevaba más de treinta años residiendo en Asturias.