El fantasma de Podemos se pasea por el Congreso

G. B. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

28 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

«Y dos huevos duros». Rajoy parecía dispuesto ayer a añadir un plato de su cosecha a cualquier menú anticorrupción que solicitara la oposición, como hacían los hermanos Marx cuando Groucho pedía la comanda. Ayer, desgranó una lista interminable de medidas. Su problema es que nadie le escuchaba. Tal es su falta de crédito en esta materia. Presentarse como el adalid contra los corruptos horas después de que un juez te siente en el banquillo a una ministra es un reto que excede incluso las muchas capacidades de Rajoy. Y, pese a todo, en la bancada popular había cierto alivio por la dimisión de Mato, que les ahorraba el mal trago de tener que defenderla ante el previsible festín que se iba a dar la oposición. En el tendido del PSOE, sin embargo, la impresión era que el toro se la había escapado vivo a los corrales a Pedro Sánchez.

El debate tenía un aire de déjà vu, con un Rajoy presentando por enésima vez unas medidas que sonaban a viejas nada más salir de su boca y una oposición que, sin decir nada nuevo, ha olido sangre con la caída de Ana Mato y ya no va a soltar la presa de la corrupción hasta hacer caer el Gobierno entero. Si acaso, lo único novedoso fue comprobar que Podemos marca ya la agenda en el Parlamento antes incluso de que se celebren las elecciones. Hay quien asegura haber visto ayer a Pablo Iglesias sentado en las gradas del Congreso junto a esos 80 diputados con escoba que anuncian los sondeos. Rajoy, por lo que pueda pasar, invitó ayer a todas sus señorías a unirse para impedir que los «salvapatrias» les quiten sus escaños.