La Generalitat ve casi imposible paralizar «el proceso participativo»

C. R. barcelona / colpisa

ESPAÑA

31 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El presidente del Consejo Asesor para la Transición Nacional, Carles Viver Pi-Sunyer, está convencido de que es «prácticamente imposible» paralizar la consulta alternativa del 9-N. El argumento que esgrimió ayer uno de los principales estrategas jurídicos de Artur Mas es que la parte organizativa que le corresponde a la Generalitat está ya casi resuelta y la ejecución de la fase final, el día de la votación, depende en buena parte de la sociedad civil que colabora en el proceso a través de voluntarios. De ahí que, poco después de conocer el dictamen del Consejo de Estado favorable a recurrir «el proceso participativo», Mas, consciente del papel central que los voluntarios juegan en la votación del 9-N, se cuestionó si el Gobierno central piensa impugnar a las 40.000 personas que van a colaborar.

Así, ultimados todos los preparativos de tipo logístico por parte del Gobierno catalán, el que fue vicepresidente del Tribunal Constitucional dio a entender que haya o no suspensión, la celebración de la consulta ya no estaría en manos de la Administración, sino de los voluntarios, la mayoría de los cuales están dispuestos a correr el riesgo de conformar las mesas y coordinar la votación. Estaría por ver, no obstante, cuántos colegios electorales abren de los 1.300 previstos por la Generalitat. La responsabilidad de abrir un colegio recae en el director del centro educativo, aunque por encima está la Consejería catalana de Educación o los ayuntamientos, titulares de algunos locales.

Nueva estrategia

Por ello, «pase lo que pase» con la impugnación del Gobierno central, la Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural preparan una nueva imagen de impacto para la prensa internacional. Esta vez serán largas colas de gente esperando a votar a las puertas de los colegios con la papeleta en la mano. Las dos entidades encargadas de la movilización llamaron ayer a la ciudadanía a «ir a votar», abran o no los colegios, como acto para denunciar que « se coarta la libertad de expresión» a los catalanes. «Diga lo que diga el Estado, todo el mundo con la papeleta delante del colegio», expresó Carme Forcadell, líder de la Asamblea.

La ANC y Ómnium se volcarán en los diez días que quedan hasta el 9-N y tienen previsto hacer tres millones de llamadas telefónicas para animar a la gente a ir a votar y el 7 de noviembre celebrarán el acto final de campaña en Barcelona, con la intervención también de dirigentes de CiU, Esquerra, Iniciativa y la CUP.

Forcadell, igual que el republicano Oriol Junqueras y David Fernández, de la CUP, demostraron que no se fían del todo de Artur Mas y lo instaron a comprometerse con la desobediencia y a no frenar. Mas afirmó que «todo sigue adelante». «Está prácticamente todo a punto», añadió.